Brillant savarin, fisiologia del gusto

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Finalmente, también puede verificarse que cualquier día media docena de amigos se festejen con pierna de carnero cocida en agua y ríñones de Pontoise, humedeciéndose con vinos de Orléans y Medoc muy cristalinos, y que terminen la noche con pláticas llenas de fran queza y encantos, olvidando totalmente que existan manjares más finos y cocineros de mayor ciencia. Por la inversa, aunque sea muy selecta la comida y aun con accesorios suntuosos, no hay deleite en la mesa con vino malo, convidados mal elegidos, fisonomías tristes y viandas precipitadamente consumidas.

BOSQUEJO Mas quizá manifieste el impaciente lector: en el año de gracia de 1825 ¿cómo debe disponerse una comida para que reúna todas las condiciones que en grado supremo deleites de mesa consigan? Voy a responder a esta pregunta. Reconcentraos, lectores, y prestad atención: Gasterea, bellísima más que las otras musas, me inspira; tendré mayor claridad que un oráculo y mis preceptos atravesarán los siglos: «Que el número de convidados no exceda de doce, para que la conversación pueda ser general constantemente. »Que se elijan de manera que sus ocupaciones sean variadas, de gustos análogos y con tales puntos de contacto que no haya precisión de recurrir a la insoportable formalidad de presentaciones. »Que sea lujoso el alumbrado del comedor, el servicio de notable limpieza y la atmósfera a la temperatura de trece a dieciséis grados del termómetro de Réaumur. «Que los hombres demuestren gracia y talento sin pretensiones y que las mujeres tengan amabilidad sin coquetería.2 »Que los manjares se elijan con exquisito cuidado, pero en número limitado, y que los vinos sean de primera calidad, cada uno según su clase, de lo mejor que se encuentre. »Que el orden de los primeros sea desde los más substanciosos hasta los más ligeros; y para los segundos, desde los más transparentes hasta los de mayor aroma. »Que se coma con movimientos moderados, puesto que la comida es el último negocio del día; y que se mantengan los convidados como viajeros que deben llegar juntos al mismo fin. -Que esté quemando el café y que los licores se elijan superexquisitos. »Que el salón, distinto del comedor, sea bastante espacioso, a fin de organizar partidas de juego para los que no puedan prescindir de esto; y que, no obstante, quede espacio suficiente para los coloquios postmeridianos.

2. Escribo en París, entre el Palacio Real y la Chaussée d'Antiln.

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