Apuntes Sobre Pastos y Quillacingas

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APUNTES SOBRE PASTOS Y QUILLACINGAS Una interpretación de su historia y leyenda

6. CULTURA Y ARTE DE PASTOS Y QUILLASINGAS 6.1 Generalidades El mundo del hombre es el mundo de la cultura; es el espacio donde de una u otra manera se desarraiga de su condición puramente natural, para verterse en el campo de las subjetividades, los ensueños, las fantasías, así como de las explicaciones objetivas, filosóficas y racionales; el hombre ha reunido en un sólo estamento la díada de su temperamento bi relacional. Es aquí donde termina por forjar un lenguaje cargado de símbolos, como lo anota Danilo Cruz Vélez, la palabra hablada o escrita es como un intermediario entre la subjetividad humana y el mundo, el hombre traspone así al objeto con su propio símbolo, deja el objeto para reemplazarlo por esa simbología, intermediaria entre el mundo natural y el mundo del hombre. De la cultura van a brotar el Estado, la sociedad, las religiones, la ciencia, el arte, la técnica, etc., es decir que es en últimas el sustento de donde emergen las sociedades como tal. Varios autores encuentran dos raíces, que ayudan a comprender la relación existente entre lengua y cultura, y más concretamente en la facticidad dentro de la vida cotidiana del hombre, trascendida en su propio espíritu, el folclor, que es eso y no otra cosa. Cultura viene de colere, cultivar, un verbo latino cuyo participio perfecto es cultus. Colere se refirió en un principio al cultivo de la tierra (colere agrum). La agricultura es el comienzo de la cultura. Después se usó el vocablo en sentido metafórico. Es decir, se trasladó su significado a otro dominio, el dominio de la vida humana, y comenzó a designar el cultivo de esta. La vida humana se ve aquí como una tierra que hay que cultivar. Lo cultivable en un hombre es su naturaleza -sus instintos, impulsos e inclinaciones, que lo hacen igual al animal- De modo que el fin de la cultura es superar la animalitas en el hombre y fomentar su humanización, desarrollando su humanitas. Y una acepción más antigua de colere es su participio sustantivo, cultus, tomando en su valor religioso, el cual designa el culto divino, la veneración, la adoración de los dioses. Este vocablo adquirió tal connotación porque colere, en el sentido de habitar, se empleaba también referido a los dioses locales, y significaba "habitar en un lugar el dios, habitar con los dioses".

Guillermo Alfredo Narváez Ramírez

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