Formación Espiritual

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Medios de Gracia • Vestir al desnudo. Esta obra de misericordia se dirige a cubrir otra necesidad básica: el vestido. En la carta de Santiago se nos anima a ser generosos: “Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?” (Stg. 2:15-16). Usted puede hacer esto mediante la creación de un ropero en su iglesia; esto consiste en recolectar de los hermanos en la iglesia local y de personas en la comunidad ropa nueva o de segunda en buen estado y ofrecer esta ropa a las personas de la iglesia o comunidad que la necesiten; también podrían preparar una visita a una comunidad más pobre y llevar esta ropa. Otra forma en que lo puede hacer es apadrinar una persona necesitada (inmigrante, huérfano, viuda, madre soltera, etc.) y encargándose de suplir esta necesidad en su vida. • Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. Estas dos primeras se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento y otros bienes a los más necesitados, a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día. Jesús, según menciona el Evangelio de Lucas dice: “El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo” (Lc. 3:11). Usted y su iglesia local pueden organizarse para comenzar un servicio de complemento nutricional en su comunidad para niños, viudas, ancianos y otras personas en necesidad. También puede apadrinar a alguien en necesidad e invitarle a comer una de las comidas diarias o varias veces a la semana según sus posibilidades. • Dar posada al necesitado. En la antigüedad dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aun así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

HUDSON Hudson Taylor fue el hombre con quien introducimos esta lección y quien después de su conversión decidió por todos los medios seguir el llamado del Señor. Siempre tuvo presente que hacer esto requería una decisión diaria y disciplinada. Un hombre al final de su vida afirmó de Taylor lo siguiente: El carácter de Taylor había alcanzado una gran semejanza con su Maestro…“Era él una lección objetiva de serenidad. Sacaba del banco del cielo cada centavo de sus ingresos diarios –‘Mi paz os doy’. Todo aquello que no agitara al Salvador ni perturbara su espíritu, tampoco le agitaría a él. La serenidad del Señor Jesús en relación a cualquier asunto, y en el momento más crítico, era su ideal y su posesión práctica. No conocía nada de prisas ni de apuros, de nervios trémulos ni agitación de espíritu. Conocía esa paz que sobrepuja todo entendimiento, y sabía que no podía existir sin ella…


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