SOBRE UN MI LAGRO ESPERADO De pequeño –lo recuerdo bien- tenía un importante mensaje para trasmitirle al mundo de los adultos pero, carecía del lenguaje para hacerlo. Esperé muchos años hasta ser grande y dominar ese idioma mas, entonces, olvidé el mensaje. Creo que se trataba de un reclamo, quizá acerca del poco lugar que, en mis tiempos, se les otorgaba a los niños. Fui bien tratado y querido por los míos pero mis pensamientos eran desoídos. ¡Claro, si provenían de una criatura! ¡Ya crecería y pensaría como los demás! ( lamentablemente … ). Las costumbres fueron cambiando y los chicos comenzaron a ser oídos, con sus originales miradas, con sus aportes impensados; de algún modo fueron trasmitiendo eso que perdí. Pero ante la guía de aves de Zaira, esa pequeña y dulce muchachita que conoce tanto acerca de lo que a mí me apasiona, siento que lo esencial del mensaje olvidado ha sido recreado en su totalidad, que es eso exactamente lo que deseaba decir, que los niños no son un proyecto de futuro, son un presente al que hay que escuchar y en este caso, leer atentamente. ¡Lástima que me haya aparecido una competencia tan fuerte!
Tito Narosky
a.
Tito con los papás, edad parecida a la de Zaira ahor
T R ES INFANCIAS Cuando era chica, si busco recuerdos de la edad de Zaira, se me ocurría sobre todo meterme al agua (cualquier agua, un charco, un tanque, una bebida, los mares, los ríos, los arroyos, todos los posibles) y soltar peces y pajaritos cuando nadie me veía, a riesgo de pelear con el dueño o tener que forzar la carrera de unas patas flacas y demasiado largas. Ahora, cuando leo a Tito, juego a imaginarme su amiga de los 10 años, incubando sueños, amada por la familia y con la inocencia cerca, igual que Zaira. ¿Qué podrían tener en común estas 3 infancias? Desde el abrazo que nos contenía, querer decir algo, querer dar un mensaje… Por eso me emociono mucho cuando recorro este libro, escrito, dibujado y sentido por su autora, Zaira Carlina Fernández Torres, una Custodia de 10 años de edad. Ella decidió hacerlo con lápiz, pintar solo un poco, fotografiar, colectar plumas, editar, corregir su propia ortografía y diseñarlo, incluyendo la tapa, con una especie que espera conocer pronto. El 14 de junio cumplió sus 11 años y, para entonces, ya estaba casi listo el segundo tomo, con aves de Tandil ordenadas por familias. Veremos qué decide para la edición y diseño de esta nueva obra… En el Tomo I, cada pluma tiene detrás una búsqueda alegre, consciente, responsable y amorosa. Cada trazo es una emoción. Cada registro y cada historia representa una manera de crecer libre y asombrada. Así como la humanidad venía creciendo por muchos miles de años: afuera, mirando, viendo, aprendiendo y cuidando las otras especies con las que compartimos la vida. Encerrados en momentos especiales, pero valorando y viviendo los entornos naturales cotidianamente (¿justo al revés que ahora?).
En uno de los viajes a una laguna cercana (el Sitio Educativo Estratégico para las Aves Los Flamencos), Zai me enseñó una de sus tantas lecciones. Mientras yo trataba de identificar algún punto lejano oculta en mis binoculares, ella vino corriendo acalorada con una plumita en la mano y me dijo: “Mirá tía, ¡UNA PLUMA DE PAT O CUCHARA!”. Como yo estaba concentrada en otra cosa le dije que era muy hermosa pero que tal vez podía ser de otra especie.. Tan educada como es, fue a su mochila, volvió resuelta con su libro abierto y contrastó la pluma con una gran foto del pato cuchara. ¡IDÉNT ICA! Entonces me comentó suavemente: “Ves tía, es la misma, por eso te dije….”. Y sí… Es la misma pluma que pueden ver en la página 31 y es la misma avidez por contrastar la información escrita con sus numerosas observaciones. En ese viaje, una precisión parecida la llevó a pegar un gran grito de asombro: “¡ES UN TAGUAT OOOÓ!” Y yo…. “Muy bien Zai! Pero ya lo habías visto antes?” “No, es mi primera vez, pero lo tengo leído….” Por una extensa colección de anécdotas parecidas, y por el privilegio de acompañar su vida desde que era una bebita, me animo a sugerirles que confíen en la información de Zaira, en las plumas que asoció a cada ave, en sus relatos. No siempre tendremos la enorme fortuna de estar frente a una obra tan dedicada que, escuchando su necesidad de autonomía, no editamos ni diseñamos. Para cuando vayamos olvidando que la magia existe, para cuando sospechemos que sin el celular o la computadora de última generación no se aprende, para el abandono de la inocencia que late, para los momentos en que se esfuma la atención consciente, para restaurar los colores de la naturaleza, está Zaira creciendo entre plumas, silencios y cantos, acompañada por su familia
y sus afectos que le permiten ser, creer, crecer y volar. Sin duda sus caminatas nos van a inspirar para volver a acariciar lo que perdimos en el camino. ¡GRACIAS POR ESO, PRECIOSA!
Andrea (de 10 años)
el Río Quequén Salado, cuando todavía me
gustaba posar para la foto!
zAIRA QUE DESDE LOS 4 AÑOS SE EMPEZÓ A AMIGAR CON LAS GALLINAS, SU PRIMERA FUENTE DE INFORMACIÓNE INSPIRACIÓN PARA ESTUDIAR LAS AVES
Libro de aves de Zaira
Libro de aves de Zaira