Bolognesi

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Francisco Bolognesi,

PATRÓN DEL EJÉRCITO DEL PERÚ

bolognesi Hasta quemar el último cartucho Francisco Bolognesi. Daniel Hernández. Óleo sobre tela, s. XX. Palacio de Gobierno, Lima.

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Francisco Bolognesi en uniforme de coronel de artillería modelo fránces c. 1860, caracterizado por la casaca corta o kurtka y el chacó con los cañones cruzados y la granada inflamada, propios del arma. En la mesa se aprecian los planos de los cañones Vavasseur adquiridos durante su misión en Europa. Francisco Bolognesi. Bill Caro. Óleo sobre tela, 2013. Cuartel General del Ejército.



Bolognesi Mauricio Novoa, ed. David Velásquez Silva Cristina Mazzeo Manuel Zanutelli Rosas Carmen Mc Evoy José de la Puente Brunke Marco Antonio Merino Amand Carlos Gálvez Peña Marcel Velázquez Castro Fred Rohner Lourdes Rosario Medina Montoya



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Bolognesi: sagrado sacrificio

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s justo y preciso rendir hoy homenaje a uno de los ilustres héroes nacionales que durante su vida personal y militar fue un insigne patriota, un ser humano sensible, y un militar por vocación y convicción, un ejemplo de temple y de servicio para con el Perú. Francisco Bolognesi destacó siempre por sus virtudes como el honor y el valor, con las que llenó de gloria y talento al ejército que le tocó comandar. Soldado profesional del cuerpo de artillería, artífice de delicadas misiones en favor del bienestar de las tropas peruanas en guerra, mantuvo en los momentos álgidos un alto sentimiento de responsabilidad y de entrega que insuflaron el espíritu de combate y le dieron aliento al ejército peruano aún cuando este se encontró muchas veces al límite de la resistencia humana. A pesar de las dificultades políticas, del enorme desafío geográfico y de las circunstancias adversas e infaustas, y a pesar de las diferencias étnicas y de los desniveles sociales y económicos, Francisco Bolognesi fue un integrador en favor del Perú. Su ejército acogió a todas las procedencias y las unió en el decidido objetivo de la defensa nacional. La gesta de Arica, cuyo día conmemoramos cada 7 de junio, fue una suma de actos patrióticos y de hazañas contra viendo y marea, que hicieron del episodio del morro un hito en la historia del Perú. Roque Sáenz Peña recuerda sus palabras: “¿Qué más puedo desear que morir por mi Patria y con la gloria de una resistencia heroica, que salvará el honor militar y la dignidad del Ejército comprometido en esta guerra?”. Por eso, la estrella de Bolognesi brilla hoy como un ejemplo de heroísmo y de consecuencia, sin rendiciones ni claudicaciones. Francisco Bolognesi rindió su vida por el Perú y su sacrificio lo convirtió en un ejemplo de excelencia para héroes como Andrés Avelino Cáceres y para muchos otros que vendrían después. Hoy, su presencia está latente más que nunca como un ejemplo a seguir por todos los peruanos, que debemos de fomentar la unión y los valores familiares como las virtudes esenciales para impulsar el progreso y desarrollo de nuestra patria.

Ollanta Humala Tasso Presidente de la República

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Honor e integridad

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olognesi y los combatientes del morro continúan inspirándonos y marcando un camino a seguir. De ellos aprendemos el sacrificio y la renuncia en el servicio al Perú, así como la entereza personal y la solidez de las convicciones que deben de guiar nuestros actos. Gracias al legado de Bolognesi y de sus hombres, sabemos lo que significa responder afirmativamente al llamado de la patria, aun cuando las condiciones luzcan desiguales o irremontables. En su ejemplo vemos con nitidez la importancia del patriotismo como valor innegociable y deber sagrado, al punto de extremar su cumplimiento hasta quemar el último cartucho. Sin duda, el patriotismo de hoy se manifiesta en otros escenarios, pero tiene la misma naturaleza. De ahí que cuando hablamos de la batalla de Arica y del heroísmo de sus defensores, no aludimos únicamente al pasado sino también a los retos que hoy afrontamos como nación. La trayectoria militar de Bolognesi es un ejemplo de la importancia de contar con un ejército profesional y bien equipado. Su perfeccionamiento en el arma de artillería es un ejemplo de cómo, en un ejército moderno, cada uno de sus cuerpos tiene una misión, una capacidad y un empleo diferente. La profesionalización es también un reflejo de las complejidades de la carrera de las armas tanto en la paz como en la guerra. Por otro lado, las misiones que Bolognesi cumplió en Europa para adquirir armamento de última generación, no solo reflejan los más altos estándares éticos, sino la importancia de contar con fuerzas armadas bien equipadas, entrenadas y dotadas. Recordar las gestas imperecederas de nuestros héroes, meditar en ellas, extraer los valores que las mantienen vigentes a través de los siglos y las generaciones, fortalece nuestra condición de peruanos. Bolognesi, así como Ugarte, More y los anónimos compatriotas que los secundaron, son una prueba de que las grandes causas nacionales unen al ejército con todo el país. La gesta de Arica es, en ese sentido, una lección de unidad nacional en torno a un alto propósito que trasciende las individualidades y posterga las diferencias.

Pedro Cateriano Bellido Presidente del Consejo de Ministros

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Símbolo de heroísmo supremo Solo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones del heroísmo. Séneca, De providentia ¡Tú con esta caída levantaste tu fama y mis victorias derribaste! Miguel de Cervantes, La Numantina

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a figura de Francisco Bolognesi y su decisión de “quemar el último cartucho” antes de entregarse o de entregar territorios peruanos han marcado el imaginario peruano con una acción de defensa de la patria que corresponde a un líder sin parangón. La guerra es una suerte de concordancias y de unión de fuerzas materiales, políticas y humanas. Sin embargo, tal como ha señalado Jorge Basadre “Bolognesi y los suyos probaron que ni los ejércitos ni los hombres deben fijarse exclusivamente en la utilidad inmediata o en las consecuencias visibles de sus grandes decisiones. El que muere, si muere donde debe, vence y sirve.” De este modo, el sacrificio consciente de Bolognesi constituye un símbolo de heroísmo supremo que conjuga la serenidad en las decisiones, la firmeza y el cumplimiento del deber. La figura de Bolognesi resalta hoy más que nunca por los valores que a pesar de la adversidad supo inculcar a todos y cada uno de sus soldados, y con los que aleccionó a sus tropas en la defensa de la naciente República del Perú. Valentía, coraje, decisión, jamás rendirse, y luchar hasta el final sin importar las infortunadas circunstancias, son ejemplos imperecederos que podemos -y de hecho, debemos- de aplicar hoy a nuestras vidas. El Ministerio de Defensa cumple el noble deber de perpetuar en este libro distintos aspectos de la vida de Bolognesi. Su vida es la prueba de la victoria del deber; su figura se resignifica en cada uno de los peruanos a diario cuando tomamos su vida como ejemplo de entrega, de solidaridad, de esfuerzo. Bolognesi significa la heroicidad y el carácter, pero también la noción de que, a través de objetivos comunes, la patria peruana alcanzará bienestar, unión y grandeza.

Jakke Valakivi Álvarez Ministro de Defensa

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Valentia y Compromiso

“¿Es tan grande desventura morir?” Séneca

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engo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Con este claro propósito Francisco Bolognesi expresa su sentir respecto de la cerrada defensa del territorio patrio del sur durante la guerra con Chile. Como hombre del siglo diecinueve, Bolognesi situó el concepto del honor nacional por encima de su familia y de su propia vida, ese honor nacional en pos de una República que era preciso consolidar. Bolognesi se fue forjando como militar en anteriores campañas y guerras en las que participó, como la de Castilla y Vivanco en Arequipa, el conflicto con Bolivia en 1853, la guerra con el Ecuador en 1858, y la rebelión contra Mariano Ignacio Prado en 1867. El héroe une su pasión y su valentía con el conocimiento de las décadas previas a la gesta del morro de Arica. Luego de recibir del contralmirante Montero la orden de defender la ciudad de Arica, Bolognesi inspira a sus tropas con actitud moral y entusiasmo, e infunde en ellas el coraje necesario para resistir y exhorta a sus soldados a no considerar ninguna posibilidad de rendición, a pesar de las condiciones evidentemente desfavorables respecto del enemigo. Acaso no consideró una desventura el morir por una noble causa como lo es la patria. Francisco Bolognesi fue un dinámico organizador logístico, siempre preocupado por el bienestar de su tropa. Fue también un sobresaliente estratega militar quien casi sin presupuesto preparó la defensa de los diferentes frentes y organizó partidas de caballería para vigilancia con un solo objetivo: la defensa del Perú. Y prefirió sucumbir antes de entregarse o entregar territorio peruano. El legado de Bolognesi sintetiza los valores del respeto y del amor a la patria, de la valentía y del compromiso con la institución para la cual sirvió de manera consecuente con coraje y nobleza.

Ronald Hurtado Jiménez Comandante General del Ejército

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Presentación

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rancisco Bolognesi Cervantes, patrono del Ejercito del Perú, no solo es aquel coronel que dio la mayor muestra de lealtad que alguien puede otorgar a su patria, al responder al emisario chileno: “Tengo deberes sagrados que cumplir”, es el peruano que lleva consigo el ejemplo de valores que debemos honrar. Esta obra recoge el testimonio de destacados historiadores que, a manera de ensayo, han realizado investigaciones de pasajes inéditos de la vida del héroe de Arica, tanto de su vida militar y familiar, como también de todo el arte generado a través de los años, que fue inspirado por uno de los actos más heroicos que el Perú ha conocido. Telefónica, de esta manera, renueva el fiel compromiso de seguir apoyando en la difusión de valores a través de figuras como la del coronel Bolognesi, que servirá para que cada vez mas peruanos conozcan su vida, su historia, sus hazañas y más aun, su compromiso con el Perú. Estamos seguros de que esta magnifica edición, además de llegar en el momento histórico del bicentenario del nacimiento del insigne héroe, contribuirá con las celebraciones del bicentenario de la República del Perú.

Javier Manzanares Gutiérrez Presidente de Telefónica del Perú

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Contenido

Introducción

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Capítulo 1 Los Bolognesi: Orígenes, familia y descendencia (siglos XIX y XX) 28 Capítulo 2 Iniciativas comerciales del coronel Bolognesi 54 Capítulo 3 La carrera militar de Bolognesi 72 Capítulo 4 Entre la milicia republicana y el dispendio fiscal: Francisco Bolognesi y la tradición militar decimonónica 90 Capítulo 5 La plana mayor de Francisco Bolognesi en Arica 108 Capítulo 6 Bolognesi y Arica 128 Capítulo 7 Francisco Bolognesi o la construcción del héroe 140 Capítulo 8 Las ficciones literarias sobre Bolognesi o la derrota gloriosa (1880 -1904) Capítulo 9 Sobre héroes y batallas: La representación de la guerra con Chile en la lírica popular peruana Capítulo 10 Bolognesi en la historiografía peruana Biblografía

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Registro de Autores

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Agradecimientos

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Créditos

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Introducción Mauricio Novoa

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rancisco Bolognesi constituye una presencia constante en la vida cotidiana de los peruanos. Desde su efigie en el arco de Tacna hasta la avenida Bolognesi de Tumbes; desde el poblado Bolognesi en Maynas, frontera con Brasil, hasta la provincia con el mismo nombre en Áncash, puede decirse que el Perú comienza y termina con el nombre Bolognesi. Ello sin contar el poblado Bolognesi en Puno a 4,280 msmn, los puentes Bolognesi en Arequipa y Piura, y los miles jirones, calles o avenidas, dedicadas al héroe de Arica que van desde Miraflores hasta Pallasca, desde Bambamarca hasta Tahuanía. A ello se suman instituciones como el emblemático Club Deportivo Coronel Bolognesi de Tacna y los centenares de colegios, asociaciones y cooperativas que llevan su nombre; de hecho, el buscador más popular en Internet arroja aproximadamente 362,000 resultados con su nombre.1 Desde hace más de un siglo, Bolognesi es, pues, parte integral de nuestra geografía, instituciones y afectos.

Bandera batallón Concepción N° 27, San Juan 1881. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.

La vida del coronel Francisco Bolognesi ha sido, y continúa siendo, fuente de numerosas investigaciones.2 La inmensa mayoría permanece inédita en la forma de discursos conmemorativos o pesquisas producidas en escuelas, universidades y academias militares. En el ámbito de las publicaciones académicas, la biografía escrita por Gustavo Pons Muzzo (1916-2008) con ocasión del centenario de la batalla de Arica ha sido enriquecida en los últimos años con nuevos hallazgos perspectivas y enfoques.3 En términos generales, sin embargo, puede decirse que la historiografía en torno a Bolognesi ha estado enfocada en su actuación en la guerra de 1879. En ese contexto, el propósito de este libro es enriquecer el conocimiento de este personaje capital de la historia peruana a través de ensayos que abordan no solo su historia familiar, ocupaciones, entorno político y carrera militar, sino también su influencia en el arte, la música y la literatura. El resultado es una colección de estudios que rebasa los constreñimientos tradicionales de la historia militar (los ejércitos, las armas, la guerra, la estrategia, etc.) y muestra una serie de factores sociales, militares, políticos, e incluso de carácter cultural, que llenan de contenido la historia del héroe de Arica.

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Como muchos oficiales de su tiempo, el coronel Bolognesi pasó a formar parte del ejército sin ninguna experiencia militar previa. Luego de incorporarse a la Guardia Nacional, pasa a comandar un regimiento de línea heredero de una gran tradición local y posteriormente se profesionaliza en Europa estudiando las técnicas modernas de la guerra y adquiriendo material bélico. Su ascenso y permanencia en el escalafón dependió muchas veces de la política local y al iniciarse la guerra de 1879 era un oficial retirado dedicado al comercio. Se trata, pues, de un cursus honorum similar al de muchos hombres de armas de su época. Cómo se explica entonces su impecable conducta militar y cívica frente a la de otros oficiales. La respuesta es compleja y para ello quisiera analizar tres elementos presentes en la matriz histórica del ejército peruano sobre los cuales conviene reflexionar. El primero es la autonomía de las unidades militares como consecuencia de su origen local, configuración y fuente de equipamiento. En ese sentido, durante el virreinato, fueron los propios ciudadanos quienes, ya sea como caciques, terratenientes o ciudadanos organizados en cabildos, gremios o asociaciones de comerciantes, conformaron y financiaron los regimientos de milicias. Este origen tuvo como resultado una inmensa variedad de unidades militares cuyos nombres hablan por sí mismos: Compañía de los Incas Patricios del Cuzco, Regimiento de Infantería de los Naturales de Azángaro, Batallón de Milicias Urbanas de Piura, Milicias de Caballería del Valle de Chincha.4 Esta forma de responder a las necesidades locales terminó generando un grado de autonomía que no solo se reflejaba en la elección del uniforme sino en las formas de enlistamiento, normativa interna y disciplina militar.5 Un buen ejemplo de esta autonomía se encuentra en la manera cómo las unidades militares fueron consolidando espacios de soberanía frente a las autoridades locales. Desde 1631, por ejemplo, las milicias de pardos libres de Lima obtuvieron, luego de varias peticiones, el derecho de estar eximidos del pago de tributos.6 En la misma lógica, los miembros del regimiento de la Concordia Española del Perú obtuvieron, al poco tiempo de ser formados, el privilegio de ser gobernados con las mismas ordenanzas de los Voluntarios distinguidos de Cádiz, excluyéndose de esta manera de los reglamentos aplicados para las milicias disciplinadas americanas.7 Por otro lado, el otorgamiento

Escena de batalla. Óleo sobre tela, siglo XVII. Ministerio de Defensa (préstamo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú - Ministerio de Cultura). Tiburcio de Mendoza y Ladrón de Guevara, Capitán del Regimiento de Cavallería de la Nobleza de Lima. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Colección Manuel Gastañeta Carrillo de Albornoz.


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del fuero militar –privilegio que exceptuaba a los militares de la justicia ordinaria– a algunas milicias americanas refleja el poder de negociación que tuvieron muchas de estas corporaciones, usualmente conformadas por criollos o indígenas prominentes, con la corona española.8 De hecho, durante todo el siglo XVIII, la aplicación del fuero militar fue materia de encarnizadas disputas legales en las cortes de justicia locales.9 La autonomía de las unidades militares posibilitó, hacia finales del virreinato, incluso el cambio de status jurídico para sus miembros: los pardos y negros enrolados en los regimientos realistas antes de la llegada de San Martín pudieron adquirir la emancipación de sus propietarios.10 La tradición de autonomía que forjaron las milicias durante el virreinato se traslada a las unidades republicanas. Por un lado, en las primeras décadas de la república, no solo continuaron vigentes las ordenanzas militares de Carlos III, sino que continuaron vigentes las normas hispánicas que otorgaron a los militares el privilegio de estar exentos de la justicia ordinaria.11 Asimismo, tal como ha evidenciado Cecilia Méndez en su estudio sobre la construcción el estado en Huanta, las antiguas milicias realistas locales pudieron negociar, utilizando ya un discurso republicano, ciertos privilegios ciudadanos con los presidentes de turno en la década de 1830.12 En sentido contrario, testimonios contemporáneos dan cuenta de la importancia de estas unidades en las revoluciones del siglo XIX. En su recuento de una asonada contra Agustín Gamarra en 1832, Echenique relata cómo la revuelta había sido organizada por los mandos del batallón Ayacucho y cómo el presidente tomó refugio en el cuartel de la unidad que este comandaba: los Cazadores de Piquiza. Luego de ser develada y tomados prisioneros los conspiradores, el batallón Ayacucho fue también disuelto, enviando a algunos de sus escuadrones a reforzar a los Cazadores de Piquiza.13 La idea de las revoluciones militares ‘institucionales’ estaba aun muy lejos. Un segundo elemento es la porosidad entre los mundos civil y militar. Es un hecho bien conocido que un gran número de comerciantes y hacendados no solo equiparon, sino que se pusieron a la cabeza y participaron en los regimientos de milicias disciplinadas organizados por el virrey Manuel de Amat, desde 1761.14 Entre los miembros que conformaron el Colegio de Abogados de Lima en 1810-1828, al menos catorce (siete por ciento) optaron por la carrera militar o ejercieron cargos honoríficos en la milicia. Un caso emblemático es el de Juan Félix de Berindoaga y Palomares (1784-1826), un

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colegial de San Carlos y graduado en utruisque ius, que luego de desempeñar algunos cargos en el cabildo de Lima terminó como capitán del Regimiento de Dragones de Carabayllo y luego como general del ejército peruano independiente (1823).15 La falta de academias militares profesionales hasta finales del siglo XIX, las continuas guerras, la flexibilidad en los reglamentos y la politización de los ascensos posibilitaron un tránsito fluido entre la vida civil y la vida militar. Por un lado, las carreras militares se iniciaban de manera espontánea, ya sea ingresando a un cuartel como cadete o a una unidad militar en tiempos de guerra. José Rufino Echenique, por ejemplo, cuenta en sus memorias que ascendió al grado de subteniente a los catorce años y apenas seis meses después de su ingreso como cadete en el cuartel del batallón Unión Peruana.16 Una vez iniciada, el éxito o el fracaso de una carrera militar dependía de circunstancias igualmente azarosas como el desempeño en combate, el favor presidencial o el resultado de las contiendas políticas. Por otro lado, tal como ha señalado Cristóbal Aljovín, el desempeño de funciones administrativas, capacidad de negociación y continuo desplazamiento, acercó a los militares la sociedad civil, haciendo difusa la diferencia entre militares y civiles.17 En ese sentido, no fue inusual que militares en retiro (temporal o definitivo) fueran elegidos diputados al Congreso, como en el caso del general Luis José de Orbegoso en 1829.18 Sin embargo, acaso el elemento más interesante en la matriz histórica del ejército peruano es la idea de las unidades militares como espacios de cultura cívica y de construcción de ciudadanía. Aunque las unidades organizadas por los cabildos locales podrían aportar un origen más remoto, es un hecho que la reorganización del ejército del virreinato del Perú luego del tratado de Utrecht (1713) determinó la necesidad de contar con ‘cadetes regimentales,’ es decir, cadetes formados al interior de una unidad militar, que siguieran un curso de estudios que incluía arquitectura militar, manejo de armas, geometría, álgebra y cosmografía, así como baile esgrima y ordenanzas y normas militares. De esta manera, no solo se posibilitó una mayor profesionalización del ejército, sino también un enaltecimiento cívico de la milicia, permitiendo que esta se convirtiera, como lo sostenía el Consejo de Indias, en el “espejo en el que deben reflejarse el total de los súbitos de S.M. en aquellos dominios”.19 En esta misma lógica, tal como ha señalado Natalia Sobrevilla en su estudio de las Guardias Nacionales, hasta bien entrado el siglo XIX existía la percepción de que la carrera de las armas era un camino para la construcción de la ciudadanía y del bienestar del país. El enlistamiento en estas unidades militares debía de ser “la ocupación del ciudadano pacífico, del honrado labrados y, en una palabra, de todos los que tienen interés en la estabilidad del orden y en la tranquilidad del país”.20 Como sostiene Carmen McEvoy, durante el siglo XIX el ejército cumplió un papel clave en la socialización de conceptos como república o ciudadanía.21 En ese sentido, las revoluciones eran entendidas como formas de resistencia contra el despotismo del caudillo de turno. La propia noción de Ramón Castilla como un soldado de la ley, o Domingo Nieto como un soldado de la república reflejan esta percepción. Sin embargo, en último término son los mismos batallones o regimientos militares donde los jefes y soldados sociabilizan y cultivan (o no) los valores republicanos. Los hermanos Bolognesi son un buen ejemplo de ello. Pese a haber hecho su carrera militar con Castilla, Mariano Bolognesi, al igual que José Gálvez y otros liberales, solicitó su baja del ejército cuando el presidente derogó la constitución de 1856, señalando que un miliar “ha jurado defender hasta derramar su última gota de sangre las garantías sociales, la Constitución” y que “debiera ser el primero en dar ejemplo de subordinación y respecto á la ley”.22 Cadete. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Escuela Militar de Chorrillos.


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Retrato de José María de la Cruz Romero y Ladrón de Guevara. Anónimo, siglo XIX. Óleo sobre tela. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.

En este contexto, puede decirse que la pertenencia a unidades militares constituyó una forma tan válida como otras de acceder a la condición de ciudadanos activos; es decir, a ser parte de la soberanía nacional. De la misma forma en que a fines del siglo XVIII la Convención Nacional otorgó la ciudadanía activa a los miembros de la Guardia Nacional de París, en el discurso político del siglo XIX peruano, los integrantes de unidades militares percibieron que tenían la legitimidad histórica para intervenir en los asuntos de la república como ciudadanos activos.23 Los militares irrumpen como actores de los derechos ciudadanos, bajo la certeza de una admisión a la politeia clásica, que no solo se basaba en la propiedad sino también en la profesión de las armas. A esta idea, reafirmada como se ha visto por los ideales burgueses de la Revolución Francesa, se sumaba la herencia del despotismo ilustrado, que asumía que las élites podían representar de manera adecuada (y legítima) las necesidades e intereses del resto de la sociedad. En ese sentido, las unidades militares fueron espacios donde, al igual que en las universidades o gremios, se cultivaba el discurso republicano, las nociones de virtud y los valores ciudadanos. Junto con entender la matriz institucional que explica la actuación de Bolognesi en el curso de su carrera militar, está la cuestión de la construcción del personaje. Por un lado, está el carácter fundacional de Bolognesi en el ejército del Perú. En ese sentido, tal como sostiene Dominique Venner, son las derrotas gloriosas, más que las victorias, las que dan origen a las grandes sagas militares de la historia, tal como las leyendas de Carlomagno y Napoleón se consolidan en Roncesvalles y Waterloo, la fama de Bolognesi se consagra en Arica.24 Por otro lado, el estudio de los héroes ha sido siempre una tarea compleja. En buena medida porque implica confrontar la tensión que existe entre las cualidades internas de la persona y la evidencia externa de estas. Virgilio, por ejemplo, enfatizaba que las motivaciones de Eneas no se explican únicamente por la búsqueda de la fama, de la estima pública, sino también por la pietas —deber, lealtad, reverencia— debida a sus ancestros y a su patria. En sentido contrario, la leyenda arturiana demuestra cómo, pese a sus proezas militares, Lanzarote (Lancelot) nunca pudo beber del santo grial porque la sacralidad del objeto requería estar libre de pecado para poder tenerlo entre las manos. Para la cultura occidental los héroes deben de convertir su honor en virtud y su reputación en realidad; es decir, debe de existir una correspondencia entre cualidades morales y capacidad militar, entre virtudes y hazañas.25 La búsqueda del honor a través de la virtud fue un tópico constante en la literatura política del renacimiento. De hecho, autores como Erasmo sostenían que la base más segura que servidores públicos como los militares, magistrados y gobernantes tenían para asegurar un renombre no era otra que la acción pública de sus virtudes. El honor y la perpetua memoria, no eran otra cosa que la justa recompensa de las virtudes.26 El príncipe virtuoso, representado con los atributos de la mitología clásica (la corona de laurel, la armadura de Perseo, el mazo de Hércules, etc.) constituye, junto con los santos militares (San Martín de Tours, San Mauricio, San Jorge) el ideal del héroe en el antiguo régimen. La Revolución Francesa remueve las bases sobre las cuales se había construido la heroicidad. Por un lado, introduce la idea de los héroes colectivos cuyo ejemplo más elevado son los vencedores de la Bastilla. Por otro lado, la desacralización del mundo público genera desconfianza al culto de la personalidad, a la idea misma del servidor público virtuoso, tal como lo prueban las fortunas de Marat, Robespierre y Danton condenados como ‘enemigos de la república.’ En adelante, la construcción

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del héroe no depende solamente de la virtud, sino también de las circunstancias políticas: un estudio de los ‘héroes guerreros’ durante la revolución evidencia cómo la narración de los hechos de armas es manipulada para crear o destruir famas.27 En este proceso la idea del héroe se relativiza. El personaje de la novela Un héroe de nuestro tiempo de Míjail Lermontov (1814-1841), por ejemplo, es un oficial del ejército imperial ruso valeroso, seguro y energético quién, al no ver cumplidas sus expectativas en la vida, se vuelve amargado, cínico y abusivo. Aunque la novela fue calificada por algunos como una difamación a la sociedad rusa, muchos vieron en el ‘héroe’ de Lermontov el retrato de una generación caracterizada por el odio, la indiferencia y la superficialidad; es decir, reflejaba fielmente el estado moral que atravesaba Rusia en ese momento.28 En sentido inverso, en La marcha Radetzky de Joseph Roth, el teniente Joseph Trotta, considerado un héroe de Austria, protesta ante el ministerio de guerra porque considera que la narración oficial de su acción en el campo de Solferino (en donde había salvado la vida al emperador) había falseado los hechos a su favor.29 Estas reflexiones apuntan al hecho que, en la vida de Bolognesi existe una tensión permanente entre la narrativa heroica y su vida real. Es cierto que existen testimonios que hablan de su fama como figura nacional antes de la guerra entre 1879-1883. En 1867, por ejemplo, el comerciante alemán Witt escribía recordando un almuerzo campestre con los padres de Bolognesi en 1843 y anotaba en su diario “este Bolognesi es el padre de dos oficiales del mismo nombre, hoy en día (1867) mencionados muy a menudo en la política peruana”.30 Al mismo tiempo, sin embargo, hay otros aspectos menos conocidos de su vida como sus primeros años en el ejército o su trayectoria como oficial. En ese sentido, este libro pretende mostrar, como lo quería Plutarco, que la biografía del coronel Bolognesi debe de estudiarse más allá de los eventos epónimos y más allá de la laudatio. Pero al mismo tiempo, no pierde de perspectiva que la historia del héroe de Arica es también un espejo a través del cual uno puede ver su propia vida y modelarla hacia algo mejor. Por esta razón, Plutarco entendió que resaltar los aspectos virtuosos de los grandes personajes tenía como propósito la emulación: Siendo difícil, o, por mejor decir, imposible, escribir una vida del todo irreprensible y pura, en los hechos laudables se ha de dar exacta la verdad…pero los defectos y como fatalidades que acompañan a las acciones, y proceden o de algún afecto o de inevitable precisión, teniéndolos más bien por remisiones de alguna virtud que por efectos de maldad, no los hemos de grabar en la historia con empeño, y con detención, sino como dando a entender nos compadecemos de la humana naturaleza31 Esta colección se abre con un estudio sobre la familia Bolognesi. A partir de una minuciosa investigación en archivos familiares hasta ahora inéditos, David Velásquez reconstruye el derrotero de los Bolognesi desde la llegada del primero de ellos al Perú hasta años recientes. El genovés Andrés Bolognesi llegó a fines del periodo colonial y tuvo una fructífera carrera como músico y maestro en la catedral de Lima, siendo un reconocido vecino de la capital, incluso, llegó a firmar el acta de la Independencia. Este proceso político y social repercutió en el futuro de la familia, porque los Bolognesi tuvieron que abandonar la capital con sus menores hijos —entre ellos con el pequeño Francisco— y establecerse en Arequipa, para dedicarse a actividades comerciales. En esa ciudad Francisco se hace cargo de la familia ante la muerte temprana de su padre. A los pocos años, en 1839, se casó con María Josefa de la Fuente y Rivero con quien tuvo cuatro hijos. Luego tendría otro cuatro de su compromiso con Manuela Medrano Silva. En el contexto de los fragores de la guerra entre los caudillos en Arequipa cambiaría la vida de los Bolognesi: Francisco y Mariano Bolognesi se unirían en 1844 al bando castillista, iniciando su vida militar, mientras que Mariano desempeñaba cargos en la política. El futuro héroe de Arica, quien regresaría a la vida comercial, se uniría al ejército cuando el país enfrentaba el momento más crucial de su historia. A partir de entonces la siguiente generación se mantuvo en actividades ligadas a la política y al comercio, como Federico Pablo quien se dedicó a las actividades comerciales en Piura. La siguiente generación estuvo ajena a la vida pública hasta que Federico Roberto, nieto del héroe de Arica, y quien había amasado una fortuna por sus actividades comerciales e inversiones, fue elegido senador entre 1939-1945 y vicepresidente de la República durante el Ochenio de Odría

Oficial del ejército argentino-chileno. Pancho Fierro. Acuarela, 1828. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino, Municipalidad Metropolitana de Lima. Retrato de Antonio José de Sucre en la batalla de Ayacucho. A los pies del caballo puede verse el estandarte blanco con las armas de la Casa de Borbón utilizado por el ejército realista durante la Independencia. A la derecha se aprecia la compañía de granaderos de la Legión Peruana de la Guardia, creada por el mariscal Guillermo Miller, caracterizada por sus morriones de piel oso. Retrato ecuestre de Antonio José de Sucre, siglo XIX. Óleo sobre tela. Ministerio de Defensa (préstamo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú -Ministerio de Cultura).


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(1948-1956). A partir de entonces hasta la actualidad los bisnietos de Bolognesi continúan llevando el ilustre y honorable apellido. Cristina Mazzeo destaca los emprendimientos comerciales de la familia Bolognesi en el contexto de la primera mitad del siglo diecinueve. Muestra cómo, luego de que la familia se estableciera en Arequipa por la caótica situación de la capital, en 1832, Francisco empezó a trabajar en la Casa Santiago Le Bris y Compañía, firma comercial donde se desempeñó como tenedor de libros. A fines de esa década, cuando la casa pasó a ser administrada por Andrés Viollier, Bolognesi buscó nuevos horizontes y se dedicó al negocio de comercialización y exportación de la coca y la cascarilla. Debido a su trabajo tuvo que realizar muchos viajes a regiones lejanas de Arequipa, como Carabaya, en busca de esos productos. También hizo exploraciones en la selva del Cusco, y se asoció a importantes comerciantes locales. Las vicisitudes de la vida de un comerciante, y los riesgos en los viajes a territorios tan inhóspitos tal vez influenciaron en su decisión de tomar el camino de las armas. Así, el héroe de Arica dejó por primera vez sus actividades comerciales cuando ingresó a la Guardia Nacional y luego al ejército. Su vida como militar será abordada por Manuel Zanutelli. A diferencia de muchos de los militares de su época, Francisco Bolognesi había entrado al mundo de las armas cuando ya llegaba a los 30 años. En 1844, luego de su participación en la batalla de Carmen Alto, se incorporó a la Guardia Nacional arequipeña. Una década después ingresó al ejército con el grado de teniente coronel del cuerpo de artillería, en 1854. Al poco tiempo fue nombrado ayudante de campo del presidente de la República, luego luchó contra la rebelión de Vivanco (1857-1858) y luego en la guerra contra Ecuador (1858-1860). Después de hacerse cargo de la Comandancia General de Artillería fue comisionado para comprar armas en Europa, primero de 1861a1862, y luego de 1865 a1866, en el contexto de la guerra contra España. Luego de su tercer viaje a Europa, en 1870, se retiró del ejército para retornar a sus actividades comerciales. Pero a finales de esa década, cuando se inició la Guerra del Pacífico, regresó a las armas para prestar sus servicios. Luego de participar en la Campaña del Sur, en Tarapacá, el destino quiso que se quedara al mando de la guarnición que defendía el puerto de Arica, cuando las tropas de la alianza Perú-Bolivia, perdieron la batalla de Tacna. Completamente aislado del resto del ejército, Bolognesi y sus hombres defendieron el último bastión peruano en el sur, sacrificando su vida. El estudio de Carmen McEvoy sobre la cultura militar del héroe permite a la autora indagar sobre la tradición militar del siglo XIX, donde el espíritu de cuerpo y el sentido del honor son los factores más importantes. El ejército —compuesto de facciones que peleaban entre sí por el control de los recursos—, fue un elemento muy importante para la construcción de la nación, configurando un grupo que se consideraba a sí mismo como defensor del sistema político y de esta manera justificaba su participación en la administración de la república. Bolognesi, como muchos residentes de Arequipa, fue testigo de enfrentamientos entre los “caudillos” de la temprana república quienes influyeron en su personalidad y en su futura carrera militar. Así que Bolognesi participa primero como miembro de la Guardia Nacional y luego como parte del ejército en las revoluciones castillistas contra Vivanco y Echenique en aras del orden constitucional. De esta manera Francisco Bolognesi se va involucrando poco a poco en el sistema castillista, en un momento en que las viejas prácticas militares de guerra de recursos van dejándose de lado por las ganancias del guano. A la llegada del primer civilismo, Bolognesi, como muchos otros militares, apoyó las reformas modernizantes que buscaban una definición más clara entre las funciones civiles y militares, pero las

Continuación del paseo de Alcaldes. Pancho Fierro. Acuarela, s/f. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino, Municipalidad Metropolitana de Lima. José Rufino Echenique. Óleo sobre lienzo, s/f. Museo del Ejército, Real Felipe. Estragos de la guerra. Óleo sobre lienzo, siglo XIX. Museo del Ejército, Real Felipe.


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consecutivas guerras internas habían deteriorado la capacidad defensiva de la república. La guerra de 1879 trajo de vuelta al escenario público a un retirado coronel quien, con el coraje y entrega que aprendió de los primeros caudillos de nuestra república, entregó su vida en Arica. Luego de tratar sobre la vida de Bolognesi previa a la guerra y la de sus acompañantes, el general Marco Antonio Merino reconstruye los pormenores militares de la batalla de Arica a través de los testimonios dejados por sus actores. Como se conoce, luego del fin de la campaña marítima y con la muerte de Miguel Grau, se inició la campaña terrestre, en su primera etapa en Tarapacá, donde se dieron las batallas de San Francisco, Germania y Tarapacá. Finalmente, las tropas peruanas tuvieron que replegarse hacia el norte, con dirección a Tacna y Arica. Allí se iniciaría la segunda etapa de esta campaña, con el desembarco en Ilo y el avance sobre Tacna, donde la alianza militar peruano-boliviana llegó a su fin en la batalla del Alto de la Alianza. Luego de este enfrentamiento, el único bastión peruano en el sur era Arica, puerto que estaba protegido por dos divisiones, tres baterías al norte, dos al este y dos en la cima del morro, además del monitor Manco Cápac y la lancha torpedera Alianza. El avance de las tropas chilenas, en un número muy superior al de las peruanas, se dio a inicios de junio. Es allí que se iniciaron las conversaciones con los oficiales de la plaza para pedir la rendición, que fue rechazada por los defensores quienes optaron por presentar batalla pese a su inferioridad numérica. El ataque final se inició en las primeras horas del 7 de junio de 1880. Las fuerzas peruanas, a pesar de su entrega, se vieron sobrepasadas por el número mayor de enemigos, que lograron finalmente tomar la cima del morro luego de tres horas de encarnizada lucha. Las últimas tropas al mando de Bolognesi pelearon hasta quemar el último cartucho, tal como lo habían jurado. Junto a Bolognesi, la historia de la plana mayor de la batalla de Arica constituye un aspecto fundamental de la historia de la guerra de 1879-1884 y una forma de entender la carrera militar y las dinámicas regionales durante el conflicto. El texto de José de la Puente se detiene en el estudio de todos los integrantes de la plana mayor que acompañaron al héroe máximo del ejército aquel 7 de junio de 1880. El autor examina no solo su accionar en la Guerra del Pacífico, sino la trayectoria de los treinta y seis oficiales, hombres de distintas generaciones, algunos de ellos con décadas de diferencia. Estas diferencias generacionales que suscitan a su vez distintas visiones de la guerra, confluyen en un solo sentimiento, el de salvar el honor nacional. La primera generación de esos héroes estuvo conformada por el mismo Bolognesi y José Joaquín Inclán, veteranos del ejército que habían nacido antes de la Independencia. A una segunda generación pertenece Miguel Grau; los nacidos entre 1820 y 1830 como Justo Arias Aragüez, Francisco Cornejo, Ricardo O’Donovan, Juan Guillermo More, entre otros, quienes iniciaron su experiencia militar en las rebeliones entre 1850 y 1860. La tercera generación, nacidos en la década siguiente, entre 1840 y 1850, como Manuel Espinoza, José Sánchez Lagomarcino, Manuel C. de la Torre y Alfonso Ugarte, quienes tienen como principal experiencia previa la guerra con España. También a esta generación perteneció el argentino Roque Sáenz Peña, quien se unió a la causa peruana, y luego sería presidente de la Argentina. Por otro lado, De la Puente estudia también el origen geográfico de estos oficiales, proveniente en su mayoría del sur del país, así como su posición social. Se trata, en ese sentido, de uno de los primeros estudios prosopográficos de una unidad militar durante la guerra con Chile. El trabajo de Carlos Gálvez nos traslada a otro plano. Se trata de un estudio sobre imagen de Bolognesi a partir de representaciones posteriores. La construcción de la memoria del héroe se analiza a través del concepto del honor en el siglo XIX y el sentido que adquirió durante la Guerra del Pacífico. En ese sentido, estudia el concepto de la défaite glorieuse, la derrota gloriosa, en donde los héroes caídos en campo de batalla redimían a las naciones de las contingencias de la guerra. Una derrota, si llegaba a sufrirse, debía de ser digna; para el vencedor, mientras mayor la entrega y la defensa de los ideales del vencido, más exaltada sería la victoria. Utilizando como contrapunto las obras de Alphonse de Neuville y las fotografías de la Guerra Civil Americana, Gálvez realiza un minucioso análisis del pathos victorioso, de las diferentes representaciones de Bolognesi que tienen su punto culminante en

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la escultura de Agustín Querol, donde se le representa en el momento de su caída, con un aura de grandiosidad y honor, producto de la sensibilidad que se había forjado en el siglo XIX. Marcel Velázquez retoma el tema de la imagen a través de un exhaustivo análisis de las obras literarias que se publicaron inmediatamente después de terminada la guerra. Estas narrativas e imágenes heroicas ficcionales que compensan simbólicamente la derrota militar presentan con intensidad los sentimientos de derrota, pérdida y dolor, califican al enemigo invasor como salvaje y destructor y promueven una próxima revancha. La imagen de Bolognesi, su célebre respuesta y su sacrificio condensan figurativamente la derrota gloriosa. Entre los textos que se analizan está la famosa tradición de Ricardo Palma sobre Francisco Bolognesi, a quien conocía de antes de la Guerra, y la obra teatral de Belisario Calle sobre los héroes de Arica, estrenada en 1884. También forman parte de esta literatura los textos publicados en El Perú Ilustrado, donde se celebra el octavo y décimo aniversario de la batalla y donde se publicó un litograbado de Bolognesi presentado en esta edición. Asimismo en El Ateneo de Lima, un joven Santos Chocano compuso un estupendo poema “La epopeya del Morro”, y la obra de Nicolás Augusto Gonzales formó parte de una serie sobre la Guerra del Pacífico. El texto de Fred Rohner refiere a una cuestión antes prácticamente ignorada que es la influencia de los héroes de la guerra en la música popular. y que en los últimos años se ha colocado en el centro de los debates historiográficos: cómo la vacancia real y la sanción de la Constitución de Cádiz afectaron las estructuras comunales. Tomado como base el caso de Puquina, el autor revela cómo las comunas harían uso del amplio margen de discrecionalidad en la interpretación de las disposiciones gaditanas para adecuarlas a las prácticas tradicionales. Los sistemas representativos serán reinterpretados refiriendo a colectivos sociales y no a individuos, y esto permitirá reforzar bajo el manto constitucional los poderes y sistemas de autoridades locales. Finalmente, Lourdes Medina orienta su foco sobre los textos escolares y cómo la revolución fue representada en ellos a lo largo del primer siglo de vida independiente. Espinoza distingue, básicamente, tres grandes periodos. En los años que van de la Independencia hasta aproximadamente 1860 se observa cierta indefinición respecto de aquellos problemas que más tarde agitarían los debates historiográficos: el retraso peruano en adquirir su independencia y el papel que jugaron en ella los distintos sectores sociales. El foco estará puesto simplemente en un muy vagamente definido afán de independencia y el obstáculo a su desarrollo interpuesto por la fuerte presencia realista. Esto cambiará a partir de la publicación de la Revolución de la Independencia del Perú por parte del chileno, exiliado entonces en Perú, Benjamín Vicuña Mackenna, que, como una especie de homenaje a su país anfitrión, introduce la figura de los “precursores”; normalmente, intelectuales criollos que abrazan los ideales de la Ilustración con los cuales el propio Vicuña Mackena habrá de identificarse. Este libro, en cada una de sus fases, ha contado con la generosa ayuda de diversas instituciones y personas, cuya relación pormenorizada se encuentra en la parte final. Constituye un buen ejemplo de cómo la combinación de políticas institucionales y alianzas con el sector privado son una extraordinaria fórmula para llevar a cabo objetivos comunes en beneficio de la cultura, los valores y la historia. La idea de congregar a especialistas para escribir sobre Bolognesi contó, desde su inicio, con el apoyo incondicional del Ministerio de Defensa. En ese sentido, tanto los ministros Pedro Cateriano como Jakke Valakivi dedicaron su atención al proyecto aún en medio de los avatares propios de su cargo. Mi agradecimiento personal a ambos. Ninguna de las múltiples gestiones que se hicieron para recorrer museos, archivos y locaciones hubiera sido posible sin el apoyo de Néstor Navarro, jefe de protocolo del Mindef, así como de los secretarios generales Manuel Mesones y Fernando Noblecilla, a quienes se deben especiales gracias. El Ejército del Perú otorgó un importante respaldo al proyecto a través de sus comandante generales Ricardo Moncada y Ronald Hurtado. Nuestro agradecimiento a ellos y a Orestes Vargas y su equipo de la Dirección de Información del Ejército. Nada de esto hubiera sido posible sin el prodigioso lente de Daniel Giannoni quien, junto con César Linares, recorrieron con buen ánimo las locaciones donde se tomaron las

Constitución de 1860. Museo del Ejército, Real Felipe.


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Escuela de clases para el ejército. 2 de febrero de 1889. Museo del Ejército, Real Felipe.

fotografías que aparecen en este libro. La culminación de esta publicación no habría sido posible sin Telefónica del Perú que, a través de Javier Manzanares, Ludwig Meier y Roberto Vidaurre posibilitó la producción e impresión de este volúmen. La producción del libro estuvo en manos de Interforum cuyo equipo de profesionales liderado por Jorge Salmón resolvió tanto la diagramación como la compleja logística del proyecto y realizó la impecable gráfica que presenta este volumen. Víctor Arrambide y María del Carmen Arata fueron invalorables colaboradores y agradezco su impecable trabajo en la edición, bibliografía y corrección de los textos. Agradezco también la generosa disposición de Carmen McEvoy, José de la Puente, Carlos Gálvez, José Galvez, Sandro Patrucco y Rafael Sánchez Concha. El libro se ha enriquecido gracias a numerosas a colecciones públicas y privadas en el Perú y el extranjero. Agradecemos sobre todo a Ana María Bolognesi y Mamie Raguz Bolognesi, quienes me permitieron descubrir el archivo y objetos personales del héroe de Arica y su familia. Asimismo quiero dar especiales gracias a Teresa Carrasco, Ramón Mujica, Carlos Tapia, Cecilia Bákula y José Núñez por su invalorable ayuda en las colecciones de las instituciones que dirigen. Igualmente nuestro agradecimiento a Gilbert Chauny, Gerald de Lisle, Víctor Andrés y Lucila García Belaunde, Manuel Gastañeta Carrillo de Albornoz, Malaní Arias-Aragüez, Juan Manuel Parra y Armel Le Port por compartir con nosotros las piezas que custodian. Mi agradecimiento personal va hacia Marina y mis hijas Marina, Aurelia, Emilia y Sabina por su infinita paciencia, buen humor y curiosidad ante las torres de libros que se alzaban en casa conforme se acercaba la fecha de entrega del trabajo. Esta obra es, por encima de todo, fruto del oficio de los autores y mi principal agradecimiento va hacia ellos.

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Portafolio de paĂąo negro con el escudo nacional bordado perteneciente a Francisco Bolognesi. Museo HistĂłrico Municipal Guillermo Zegarra Meneses, Arequipa.


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Notas 1.

2.

De acuerdo a WolframAlpha, el héroe de Arica tiene 30 búsquedas diarias en la versión de Wikipedia en inglés. Agradezco a César Zevallos Heudebert por su orientación para realizar esta búsqueda en los complejos meandros del Internet.

14. Leon G. Campbell, “The Changing Racial and Administrative Structure of the Peruvian Military under the Later Bourbons,” The Americas 32 (1) (1975), 127-28; Marchena, Ejército y Milicias, 194-96.

Ver las notas bibliográficas del sugerente ensayo de Hugo Neira, “Francisco Bolognesi” en Biblioteca Hombres del Perú, ed. Hernán Alva Orlandini, vol. 2 (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Editorial Universitaria, 2003), 559-62; y el artículo de Lourdes Medina en la presente compilación.

15. Mauricio Novoa, “Los abogados y el movimiento independentista,” en En el nudo del imperio: Independencia y democracia en el Perú, eds. Carmen McEvoy, Mauricio Novoa y Elías Palti (Lima: IEP / Ifea, 2012). Existieron otros casos de distinguidos abogados del antiguo régimen que hicieron importantes carreras militares. José Antonio de Lavalle y Cortés (1734-1815), conde de Premio Real, por ejemplo, fue coronel del milicias de infantería antes de ascender a brigadier general. Del mismo modo, Francisco Arias de Saavedra (1743-1823), conde de Casa Saavedra y uno de los firmantes del acta de independencia, fue teniente coronel del regimiento de Voluntarios Distinguidos de la Concordia Española del Perú. El nombramiento de Arias de Saavedra, a la sazón regidor del cabildo de Lima, como teniente coronel en 1812 puede verse en Real Orden…aprobando la erecció del Regimiento de Voluntarios Distinguidos de la Concordia Española del Perú… (Lima: Imprenta de los Huérfanos, 1812), [3].

3.

Gustavo Pons Muzzo, “Francisco Bolognesi Cervantes” en La Epopeya del Morro de Arica (Lima: Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, 1980), 9-99; Manuel Zanutelli, Bolognesi (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2014); Fortunato Turpo Choquehuanca, Coronel Bolognesi. Su biografía documentada. Histórico Encuentro Nacional de Historiadores (Arequipa: Centro de Ediciones UNSA, 2008); Hugo Neira,“Francisco Bolognesi”; y Rafael Sánchez-Concha, “El coronel Bolognesi en su contexto ideológico” en Miradas al Perú histórico: Notas sobre el pasado peruano (1993; Lima: Editorial San Marcos, 2012), 289-92 .

4.

Sobre la participación de curacas indígenas en unidades militares puede verse Scarlett O’Phelan, Mestizos Reales en el virreinato del Perú: Indios nobles, caciques y capitanes de mita (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2013), 93-102.

5.

Ver, por ejemplo, Julio Luqui Lagleyze, Por el rey, la fe y la patria: el Ejército Realista del Perú en la independencia sudamericana, 18101825 (Madrid: Ministerio de Defensa, 2006). Para el caso de los EEUU puede verse, Ricardo A. Herrera, For Liberty and the Republic: The American Citizen as Soldier, 1775-1861 (New York: New York University Press, 2015), 85.

6.

Carmen Bernard, Negros esclavos y libres en las ciudades hispanoarmericanas (Madrid: Fundación Histórica Tavera, 2001), 155.

7.

Decreto CCXXVII de 2 de marzo de 1813, Colección de decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias desde 24 de mayo de 1812 hasta 24 de febrero de 1813, tomo 3 (Madrid: Imprenta Nacional, 1813), [3].

8.

9.

El caso del conflicto entre el cabildo de Cartagena de Indias y la corona por el otogramiento del fuero o militar a las milicias urbanas de esa ciudad puede verse en Oscar Fabián Munévar, “El irrespecto a la real justicia: El estamento militar en Cartagena de Indias” en Cesar Torres del Río y Saul Rodríguez Hernández, eds. De las milicias reales a militares contrainsurgentes (Bogotá: Editorial PontificiaUniversidad Javeriana, 2008), 205. Ver, por ejemplo, Eduardo Saguier, “Las contradicciones entre el fuero militar y el poder político en el virreinato del Rio de la Plata,” Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 56 (1994), 55-74.

10. Scarlett O’Phelan, “Población y sociedad” en Perú: Crisis imperial e independencia (1808-1830), dir., Carlos Contreras (Madrid: Fundación Mapfre, 2013), 253. 11. Ver el título IV del libro IV de la Novísima Recopilación de las Leyes de España (1805) (Madrid: Juan Viana, 1829). 12. Cecilia Méndez, Plebeian Republic, 53. 13. Echenique, Memorias, 40-43.

16. José Rufino Echenique, Memorias para la historia del Perú, 2 vols. (Lima: Editorial Huascarán, 1954), 9. 17. Cristóbal Aljovín de Losada, Caudillos y Constituciones, Perú: 18211845 (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo de Cultura Económica, 2000), 158. 18. Luis José de Orbegoso, Memorias del Gran Mariscal don Luis José de Orbegoso (Lima: Gil Editores, 1939), 54. 19. Juan Marchena Fernández, Ejército y milicias en el mundo colonial americano (Madrid: Editorial Mapfre, 1992), 92. 20. El Comercio, Lima, 1 de marzo de 1841, citado por Natalia Sobrevilla, “Ciudadanos armados: Las Guardias Nacionales en la construcción de la nación en el Perú de mediados del siglo XIX,” en Manuel Chust Calero y Juan Marchena Fernandez, eds. Las armas de la nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850) (Madrid/Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2007), 159. 21. Carmen McEvoy, Estudio introductorio a La Guerra Maldita: Domingo Nieto y su correspondencia, 1834-1844, 2 vols. (Cusco: Ministerio de Cultura, 2015), L-LII. 22. Archivo Familiar de Ana María Bolognesi, Copia de artículo publicado en la prensa, fechado el 13 de julio de 1859. 23. Dale L. Clifford, “Can the Uniform Make the Citizen?: Paris, 1789-1791,” Eighteenth-Century Studies 34 (3) (2001), 363-382. 24. Dominique Venner, presentación a Nouvelle Revue d’Histoire 66 (Mayo-Junio 2013). 25. James Bowman, Honor: A History (New York: Encounter Books, 2006), 45-47. 26. Quentin Skinner, The Foundatons of Modern Political Thought, vol. 1 (Cambridge: Cambridge University Press, 2000), 234-35. 27. Michel Vovelle, “La Revolución Francesa: ¿Matriz de la heroización moderna? en La construcción del héroe en España y México (17891847), eds. Manuel Chust y Víctor Mínguez (Valencia: Universitat de Valencia, 2003), 19-29. 28. Paul Foote, introducción a A Hero of Our Time de Mikhail Lermontov (1840; Londres: Penguin, 2001), xvii, xx-xxi, xxvii.

29. Joseph Roth, The Radetzky March (London: Granta Books, 2002), 11-12. 30. Heinrich Witt, Diario, 1824-1890: Un testimonio personal sobre el Perú del siglo XIX, vol. 2 (1834-47) (Lima: Banco Mercantil, 1992), 50. 31. Plutarco, Vida Paralelas, trad. Antonio Ruiz Romanillos, tomo 3 (Madrid: Imprenta Real, 1830), 103.

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Los Bolognesi: Orígenes, familia y descendencia (siglos XIX y XX)1 David Velásquez Silva

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l primer Bolognesi en el Perú

Pese a las nutridas bibliografías que existen sobre el coronel Francisco Bolognesi, la información que existe sobre su familia es escasa o fragmentada. Como se sabe, la familia Bolognesi tiene como primer ascendiente en el Perú a Andrea Bolognesi Campanella, originario de Génova e hijo de Giuseppe o José Bolognesi y de Benedetta o Benedicta Campanella. Andrea, también llamado Andrés, era músico, específicamente violonchelista, y antes de venir al Perú había sido maestro de capilla en la catedral de Lisboa y profesor de chelo del príncipe de Portugal.2 Para su arribo al Perú, fue recomendado por el virrey del Río de la Plata, Santiago Liniers (1753-1810), y existe evidencia de que ofreció conciertos en Santiago de Chile.3 Hacia 1807, se encontraba radicado en Lima y, desde el 16 de setiembre de ese año, había sido nombrado maestro de capilla de la catedral de Lima, oficio que lo ponía en contacto con los más encumbrados personajes que asistían a la corte del virreinato.4

Francisco Bolognesi en uniforme de artillero modelo francés c.1860, caracterizado por una casaca corta con peto llamada kurtka. Tanto los botones de la casaca como el correaje llevan la granada inflamada, emblema del arma de artillería. Las charreteras compactas denotan el grado de coronel. Foto Garreaud, Biblioteca Nacional del Perú.

El oficio de maestro de capilla implicaba la dirección técnica de los músicos y cantores de la pequeña orquesta y coro que acompañaban las celebraciones religiosas en la catedral, así como la obligación de dar lecciones a sus dirigidos y componer regularmente piezas nuevas para ocasiones particulares.5 Ciertamente, Andrés no era el primer italiano en ocupar este puesto. Ya lo había hecho antes Roque Ceruti, músico que había llegado a Lima con el séquito del virrey Marqués de Castell dos Rius (1651-1710). El mundo de la corte limeña podía guardar a Andrea un futuro promisorio, como había sucedido con el propio Ceruti.6 Bolognesi llegaba a la corte con excelentes antecedentes y, por su oficio, estaba presente y era parte del ceremonial barroco que acompañaba el despliegue del poder de la élite.7 En virtud de ello, bastaba ganarse la confianza de un poderoso señor que se convirtiese en su mecenas. Este oficio le reportaba en 1808 un sueldo anual de 600 pesos, una cantidad algo menor a la que habían recibido otros maestros desde el siglo XVII.8 Resultaba casi seguro que esta suma fuera insuficiente para aderezar a un

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hombre en busca de estatus y fortuna en la corte limeña. Es por ello que su protector escribió a su similar del Perú, Fernando Abascal (1743-1821), pidiendo una mejor colocación y sueldo para su recomendado: Buenos Ayres, Mayo de 1808 Mi apreciable amigo y Señor: Confiado en su amistad me veo en el caso de repetir mis inoportunidades recomendarle particularmente á Bolonesi [sic] quien como Vmd. sabe está empleado de Maestro de Capilla en esa Capital, con la tenue asignación de 600 ps. lo que en ese Pays no basta para la subsistencia en consequencia de esto le estimaría infinitamente á dicho mi recomendado una colocación en la que tuviese un sueldo mas ventajoso. Perdone Vmd. mi estimado amigo esta incomodidad y no dude del sincero afecto de su apasionado. Santiago Liniers.9 Mientras las gestiones que hacía el virrey Liniers surtieran algún efecto, Andrés empezó a servir en la casa de José González y Fuente (†1825), IV Conde del Villar de Fuentes y de Fuente González, donde tocó diariamente desde las 7 hasta las 11 de la noche durante cinco años.10 Aunque esta fue ocasión para granjearse el favor de un miembro de la aristocracia local, su relación terminó con un litigio en el fuero eclesiástico.11 Como músico en la catedral, Bolognesi tuvo una diligente labor, reorganizando las actividades líricas del coro, sistematizando y trascribiendo las partituras de las piezas musicales existentes en la misma.12 Una de las tareas que más prestigio le procuró fue la dirección de la primera ópera que se estrenó en Lima, evento que generó el beneplácito del virrey Abascal y le procuró gran estimación de la corte limeña.13 El 13 de junio de 1814 Andrés Bolognesi contrajo matrimonio con Juana Cervantes Pacheco (1783-1856), hija de Gerónimo Cervantes y Holguín y de María Teresa Pacheco Carpio, los que componían una familia criolla distinguida de Arequipa que se encontraba radicada en la capital.14 El matrimonio Bolognesi Cervantes tuvo siete hijos: Margarita, Francisco, Rosa, Manuela, José de las Nieves, Juana Manuela y Mariano Andrés. De estos, los primeros cinco nacieron en Lima: Margarita, en 1815; Francisco, en 1816;15 Rosa, en 1818; Manuela, en 1819; y José de las Nieves, en 1821. En cambio, Juana Manuela, de 1824, y Mariano, de 1826, nacieron en Arequipa. De los siete hijos de Andrés y Juana, solo cuatro alcanzarían la edad adulta. Manuela falleció al nacer, mientras que José de las Nieves falleció en marzo de 1823, al poco tiempo que la familia se estableció en Arequipa. Por su parte, se sabe que Rosa ya había fallecido para la década de 1830.16 La cercanía a la corte del virrey a través de su posición en la catedral de Lima granjeó a Andrés Bolognesi algunas conexiones importantes. De hecho, el padrino de Francisco fue Pedro Zárate Navia y Bolaños (†1823), marqués de Montemira.17 Zárate era parte de la poderosa nobleza criolla y ostentaba el grado de mariscal de los Reales Ejércitos de su Majestad y regidor perpetuo del cabildo de Lima. En julio de 1821, cuando el último virrey José de la Serna (1770-1832) abandonó la ciudad, la dejó bajo la administración del marqués. A la llegada de

Escudo Bolognesi. “Bolognesi”, Instituto Genealógico Italiano (Roma, 1954). Colección Ana María Bolognesi. Acta de independencia con firma de Andrés Bolognesi. Biblioteca de la Municipalidad de Lima.


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San Martín a la vieja capital, tanto Montemira como Bolognesi firmaron el acta de adhesión a la Independencia. Tal como ocurrió con buena parte de la aristocracia local, es posible que Bolognesi, al igual que muchos hombres que protestaron su lealtad al rey, inclinase su apoyo a la causa patriótica por un anhelo de paz y seguridad18, no obstante, en estas cambiantes circunstancias, aparentes motivos políticos habrían motivado a la primera Junta Gubernativa (1822-1823) a reducir a prisión a Andrés por un breve período. Este hecho ha conducido a autores como Pons Muzzo a considerar que el viaje hacia Arequipa realizado primero por Juana Cervantes y sus cuatro hijos limeños a fines de 1822 o principios de 1823 y luego por Andrés en junio de 1823 fuera con motivo de encontrarse más cerca del virrey La Serna con quien tenían algún contacto19. Sin embargo, resulta también plausible que este tuviera por objeto alejarse de la peligrosa situación de la capital y buscar mejores oportunidades para el joven matrimonio en un lugar donde Juana tenía redes familiares. Habiendo desaparecido con la Independencia la corte limeña y con ella sus antiguos protectores, es muy probable que Andrés no tuviera el espacio y los medios para dedicarse a su profesión. La condición económica del país no era halagüeña y los cambios políticos producto de los constantes golpes de estado no ofrecían fijeza a quienes pudieran depender del patronazgo de un poderoso que protegiera las artes. Por esta razón, la posición económica del matrimonio Bolognesi Cervantes no era boyante y ello pudo haber motivado a Andrea a dedicarse al comercio de coca y cascarilla en la provincia puneña de Carabaya, asociándose con Pedro y Antonio Gastiaburú, José Ruesta y Rafael Helmes.20 Este primer Bolognesi no volverá a ofrecer sus dotes como músico sino en ocasiones esporádicas, como lo fueron los conciertos que dio en Arequipa el año de 1833 en la iglesia de Predicadores con ocasión de la celebración de la novena de Nuestra Señora del Rosario. De él se dijo que “parecía haber usado de una vara mágica para levantar de su violonchelo aquellos armoniosos tonos que dejaron encantados los sentidos de los concurrentes…”.21 Andrés fallecería solo un año después, el 27 de agosto de 1834. A pesar de no tener una posición económica holgada, la familia Bolognesi Cervantes gozaba de amplia respetabilidad en Arequipa. Prueba de lo primero fue el proceso que inició Juana Cervantes ante el rector del Seminario conciliar de San Jerónimo de Arequipa para solicitar una beca para Francisco en 1830. Este venía estudiando en el colegio

La catedral de Lima en tiempos de Andrés Bolognesi. “Vista de la Catedral de Lima después de la erección de sus torres finalizada el año 1801...”. En José Manuel Bermúdez, Fama póstuma del excelentísmo e ilustrísimo señor doctor don Juan Domingo González de la Reguera… dignísimo XVI arzobispo de los reyes (Lima, 1805). Biblioteca Nacional del Perú.

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de la Independencia, pero fue deseo de sus padres que ingresase al seminario donde recibiría “una educación cristiana, y al mismo tiempo ilustrada”. Sin embargo, sus medios alcanzaban para pagar solo cien de los 200 pesos que anualmente costaban los estudios. Baste decir que esta solicitud fue aceptada y Francisco estudió en el mencionado seminario, mostrando bastante aprovechamiento en las matemáticas.22 En el mismo proceso, algunos vecinos de Arequipa dieron testimonios elogiosos acerca de la posición y carácter moral de la familia Bolognesi Cervantes. Pedro Jiménez Abril, profesor de música de la universidad de San Agustín23, afirmó que “es de notoria conducta y honradez en esta ciudad y aceptación en la capital de Lima donde residieron”24; mientras que José Gevarcio Lastarria, antiguo defensor de menores en el período colonial25, testificó que “por notoriedad sabe son personas desentes en su clase y nacimiento”.26 Ambos testimonios, además de la respuesta afirmativa del seminario, muestran la respetabilidad y prestigio que tenía la familia dentro de círculos intelectuales y de autoridades civiles y eclesiásticas arequipeñas del temprano período republicano.

Los hermanos Bolognesi Cervantes

En las condiciones antes mencionadas, Francisco ya hecho adulto tuvo que dejar sus estudios en el seminario para trabajar. Su padre Andrés, como queda dicho, había fallecido en agosto de 1834 y, por ser el hermano varón mayor, le correspondió asumir la manutención de su madre y de sus hermanos. Es este período en el que entra a trabajar como tenedor de libros de una de las casas comerciales más importantes de la ciudad, la de Le Bris y Violer.27 En junio de 1839 contrae nupcias con María Josefa de la Fuente y Rivero (1807-1883), hija de una familia importante en Arequipa. Su matrimonio se hizo en el oratorio de Eusebia de la Fuente y Aragón, como era costumbre de las familias acomodadas de la época.28 Resulta interesante saber que en la partida matrimonial, María Josefa firmó

Perspectiva de la calle de Afligidos. Dibujo por Léonce Angrand, mayo de 1838. En La obra peruanista de Léonce Angrand (1834, 1838, 1847) (Lima, 2010) “La Marquise de Liliput.” Pieza musical compuesta por Mariano Bolognesi en 1876.


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Francisco Bolognesi en uniforme de coronel de artillería, modelo francés de c. 1808. Nótese la granada en la bandolera. E. Garreaud, s/f. Biblioteca Nacional del Perú.

con el apellido Rivero y no el de la Fuente, indicándose además que esta era hija natural de Felipa Rivero, no mencionándose el nombre de su padre fallecido.29

Mariano Bolognesi en uniforme de estado mayor, s/f. Colección Ana María Bolognesi.

De este matrimonio nacieron los cuatro hijos arequipeños: Francisco, Rosa, María Trinidad y Margarita. De su primer hijo, Francisco Bolognesi de la Fuente, poco se sabe. Nació en 1839 y se dedicó a la abogacía en Arequipa. Fue fundador y secretario de la Hermandad del Santo Sepulcro en la ciudad del Misti, y todo indica que no logró hacer fortuna. Cuando murió en 1878, de una enfermedad al hígado, era soltero y su entierro fue de cruz baja, no dejando testamento “por pobre”.30 Rosa falleció soltera a los cuarenta años, en 1881, mientras que María Trinidad, por su parte, falleció a muy temprana edad, en 1843.31 La última hija, Margarita (1845-1903), se casó en Arequipa con Melitón Cáceres Anadón, compositor de música premiado en Arequipa y tesorero de la Beneficencia

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Pública de la misma ciudad. Este matrimonio tuvo tres hijos: Ismael, Victoria y Rosa Cáceres Bolognesi. Todos ellos fallecieron solteros y sin descendencia.32 La historia de los hermanos Francisco y Mariano Bolognesi Cervantes cambió repentinamente en 1854. Ese año se produce la revolución contra José Rufino Echenique (1808-1887), acaudillada por Ramón Castilla (1797-1867). Francisco y Mariano tomaron parte en la guerra y se hicieron conocidos y estimados por el mismo caudillo tarapaqueño. Entre 1854 y 1858, ambos hermanos participaron en las acciones de armas que permitieron el ascenso y la permanencia de Castilla en el poder. Sus rápidos ascensos de teniente coronel y sargento mayor a coronel se dieron por sus acciones militares y datan de esas épocas. Su cercanía al primer mandatario permitió a Francisco ser su ayudante de campo33 y luego a Mariano ser su edecán.34 En este contexto, Mariano Bolognesi obtuvo un matrimonio ventajoso, desposándose en 1856 con Rosa Coloma y Salazar (18371872), hija del general José Ildefonso Coloma y Maldonado (1804-1850), prócer de la independencia, diputado y prefecto de Arequipa, y de Juana Salazar y Sáenz de Ayala, perteneciente a uno de los grupos familiares más prestigiosos del virreinato peruano.35 Cuando se desposó, Mariano ostentaba el cargo de edecán del presidente de la República. Este matrimonio permitió a Mariano cultivar relaciones con importantes personajes de mediados de la centuria. Así, por ejemplo, el general Francisco Diez Canseco (1821-1884), cuñado del presidente Castilla, sería padrino de su matrimonio en 185636, mientras que José Gálvez Egúsquiza (1819-1866), sería padrino del bautismo de su hijo José Bolognesi en 1863.37 Además de ello, Mariano buscó reafirmar los vínculos con la familia de su esposa eligiendo como madrina de su hija María Josefa a su bisabuela María Josefa Sáenz de Ayala de Salazar y de madrina de óleo a Cristina Bustamante y Salazar. Este vínculo unirá a los Bolognesi Coloma con la familia Bustamante y Salazar, y será útil como veremos más adelante. De este matrimonio Mariano tuvo cinco hijas mujeres, Ana (1857-1897), Juana (1862-1893), Rosa (n.1868), María (n.1869) y Josefa (s.d.), y un hijo varón, José Jesús (1862-1909).38 Mariano fue sin duda el más polifacético de todos los hermanos Bolognesi Cervantes. Además de militar, fue músico como su padre, y también pedagogo. Respecto de su posición en el ejército, como queda dicho participó en la revolución contra Echenique e hizo la campaña del norte y el sur contra Manuel Ignacio Vivanco (1806-1873) en 1858. En virtud de sus servicios en estas campañas ascendió de sargento mayor en 1854 a coronel graduado en 1858.39 En las dos décadas siguientes, su condición fluctuó cíclicamente de actividad a sin colocación e indefinido. Así, en 1859, cuando el presidente Castilla desconoció la Constitución de 1856, el coronel Mariano, solicitó su baja del ejército, no sin antes dejar constancia de su desaprobación respecto de dicha medida: ¿Cuándo á un individuo la Nación le ha puesto una espada en la mano dándole el honorífico título de militar ó custodio de las leyes; cuando ese militar ha jurado defender hasta derramar su última gota de sangre las garantías sociales, la Constitución, y que vé llegar el momento en que ese sagrado depósito á él confiado es destrozado, hollado y convertido en sarcasmo á la libertad y al sano juicio, por el que debiera ser el primero en dar ejemplo de subordinación y respecto á la ley, cual debe ser su conducta? (…) Por mi parte, como ciudadano libre dejo una espada que si no la he de manejar en defensa de la lei, me deshoraria llevarla en la cintura…40

Servicio para té adquirido en Inglaterra por el coronel Bolognesi. La marca “J B & S” podría referirse a los fabricantes James Ballantyne and Sons, Glasgow o Jonathan Bell and Son, Sheffield. Colección Ana María Bolognesi. Cubiertos de servir y cuchillos pertenecientes al coronel Bolognesi. Nótese el detalle de las hojas con escenas de paisajes. J B & S, Inglaterra. Colección Ana María Bolognesi. Licorera de cristal y porta licorera de plata pertenecientes al coronel Bolognesi. Nótese las iniciales grabadas de Francisco Bolognesi. Colección Ana María Bolognesi.


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La separación del ejército llevó a Mariano a dedicarse a la música y la educación. Ya había creado la marcha patriótica Tunante (1853) y Aurora del 5 de enero (1855), dedicada esta última Francisca Diez Canseco de Castila (1812-1906). En 1861 ofrecía lecciones de música bajo un método de enseñanza colectivo para niños y al año siguiente escribe un Compendio de música elemental, además de estrenar en el Teatro Principal de Lima la composición poética musical La americana.41 En 1862 es reincorporado al escalafón42 y en 1864 se desempeña como instructor de la Guardia Nacional en Locumba y luego en similar ocupación en el Callao.43 Es el contexto de los prolegómenos de la guerra contra España durante el gobierno de Juan Antonio Pezet (18091879). En 1865 es nombrado ayudante de la delegación peruana en Washington hasta diciembre de ese año, mencionando el plenipotenciario José Antonio García y García palabras elogiosas sobre su desempeño debido a su “porte caballeroso y la circunspección con que se ha conducido en este país”.44 Mariano llega a Lima estando en funciones el nuevo presidente Mariano Ignacio Prado (1826-1901) (g.18651868), quien lleva a cabo los aprestos para la guerra contra la escuadra española. Puso fin a esta conflagración el combate del Dos de Mayo (1866), en el cual participó Mariano. En esta guerra no combatiría Francisco, en tanto se encontraba de regreso de su segunda comisión en Europa. La relación de Mariano con el nuevo gobierno parece áspera por sus servicios al presidente caído, por lo que solicita su pase a la condición de indefinido luego de encontrarse varios meses sin colocación. El derrocamiento de Prado en 1868 le da la oportunidad de ofrecer nuevos servicios al estado y es nombrado en 1870 director de la academia de música del colegio Guadalupe, cargo que ejercerá hasta agosto de 1874.45 En un contexto totalmente diferente, durante el segundo mandato de Prado (1876-1879), Mariano fue destinado en una comisión para estudiar en Europa los métodos de esas naciones para uniformizar la enseñanza primaria en el ejército. Como se sabe, desde el gobierno de Manuel Pardo (1834-1878) (g. 1872-1876) ya se había instituido la enseñanza del castellano y de rudimentos de la cultura occidental en los cuerpos del ejército compuestos en su mayoría por soldados indígenas quechua y aymara hablantes.46 Al estallar la Guerra del Pacífico (1879-1883), Mariano fue destinado como artillero, sirviendo en la batería “21 de Diciembre” en el Callao en 1880 y en la campaña de Lima en 1881 fue destinado a la batería “Bolognesi”, en Chacra Alta. Luego de la guerra fue colocado definitivamente en la situación de indefinido y luego de servir en diversos puestos públicos civiles, pasó a ser ayudante de la Cámara de Senadores desde 1886 hasta su muerte en 1899.47 En el período que va de 1860 a 1892, Mariano aumentó su producción intelectual, dejando una variada bibliografía: Introducción a la soliminificación (1861), Prontuario militar (1864), Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra (1880) y Explicaciones provisionales sobre la enseñanza colectiva con el nuevo método de lectura (1892).48 Con respecto a las hermanas de Francisco y Mariano, sus matrimonios reflejaron el influjo que tuvieron comerciantes, profesionales y aventureros extranjeros en Arequipa. Margarita se desposó con Theodore Morinière Mayurí y Edmond, pedagogo francés quien sería contratado por Ramón Castilla para dirigir el “Instituto de Arequipa” y años más tarde el “Liceo Dos de Mayo.” La fecha probable de este matrimonio no debió ser después de 1836.49 Juana Manuela, por su parte, se casó en 1847 con el naturalista Hugh Algernon Weddell, natural de Painswick, Inglaterra, y autor de un tratado sobre la quinina, negocio en el que incurrió Francisco.50 Estos matrimonios con hombres de letras y de ciencias no sorprenden, pues resulta claro que desde fechas tempranas la familia Bolognesi mantenía vínculos con el mundo cultural e intelectual arequipeño. Por otra parte, se sabe que ambas hermanas terminaron viviendo en Francia y convendría dedicar unas líneas sobre su relación con Francisco y Mariano. Estos nunca perdieron el contacto con sus hermanas radicadas en el extranjero. Por ejemplo, cuando Francisco fue enviado por segunda vez a Europa, le escribió una carta a Juana Manuela, durante su paso por París en los primeros días de agosto de 1864. En la carta se lee que luego de estar enfermo en Londres, donde estuvo cerca de dos meses:

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Juana Manuela Bolognesi de Weddell, hermana del héroe. Nadarz, París. Colección Ana María Bolognesi. Hugh Weddell. 1868. G. Numa, París. Colección Ana María Bolognesi. Iniciales de Francisco Bolognesi grabadas en tarjetero de plata (detalle). Colección Ana María Bolognesi.

(…) me determiné á venir á París para pasar muy temprano á San Petersburgo adonde tengo una cita para precenciar unas pruebas de Artillería, cuyos efectos, me interesa conocer, estaré de regreso, si mi salud me lo permite, el 15 del corriente. Desearía mucho darte un abrazo si á esa fecha estuvieses en esta capital en compañía de Wedell á quien quiero también serrarle la mano muy cordialmente (…) Saluda á mi sobrina y tu manda á tu afectuoso hermano que te quiere bien y desea tu felicidad.51 No es posible saber si el encuentro entre ambos se realizó, pero lo que no deja duda la carta es que Francisco mantuvo vínculos con su hermana. Una situación similar debió suceder con Mariano, pues este viajó a Europa en 1877 como hemos visto anteriormente. En esta comisión, pasó por París, ciudad de la que se ausentó por algunos días, quizás para ver a Juana Manuela.52 Resulta interesante comprobar que estos vínculos tampoco se perdieron con su hermana mayor Margarita Bolognesi de Morinière como lo muestra el poder especial que esta extendió el 15 de noviembre de 1881 ante el cónsul de Burdeos en favor del mismo Mariano.53

El legado de la guerra: la generación de los soldados

Desde mediados de la década de 1850 Francisco Bolognesi Cervantes tuvo un segundo compromiso que no formalizó con la arequipeña Manuela Medrano Silva, razón por la cual no existe un acta matrimonial de esa unión. Fueron hijos de ambos Federico Pablo, Enrique, Augusto y César Bolognesi Medrano. El mayor de ellos nació en 185654, poco tiempo después del ingreso del héroe al ejército y de su vinculación con el gobierno de Castilla, mientras que de César, el menor, se sabe que falleció aun siendo niño (1866-1874). De los cuatro hermanos Bolognesi Medrano, se conoce algo más de la vida de Enrique y Augusto gracias a las memorias de Ismael Portal, amigo de ambos en su adolescencia. Cuando los conoció, en 1875, el coronel Bolognesi se encontraba radicado en Lima en la casa llamada de la Medalla. Por esos años, Enrique tenía 16 y Augusto 13, y estudiaban como externos en la Escuela superior media y colegio de instrucción media del francés Bautista Garnier.55 Una memoria del propio Ismael Portal nos permite conocer la vida del héroe puesto en condición de indefinido en la década de 1870 y el ambiente familiar en la casa de la calle de la Medalla por esos años:


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Era una casa pequeña, antigua y de un solo piso. En el patio veíanse algunas plantas, y hacia la izquierda, en una ventana de la sala, un anciano de fisionomía severa, de cutis blanco y algo terso aún, barba conocida vulgarmente por la palabra “candado”, y cubierta la cabeza por un gorro de terciopelo azul con bordados de oro y coposa bola de seda pendiente á un lado. Este caballero leía con interés un voluminoso libro.56 Parece ser que el ascendiente y el prestigio de su padre influyerón sobremanera en Enrique y Augusto, pues ambos abrazaron la carrera de las armas y estudiaron en el recientemente reformado Colegio Militar.57 Los dos se especializaron también en el arma de artillería. Cuando la Guerra del Pacífico inició y Francisco Bolognesi se reincorporó a la vida militar, Enrique había acabado recientemente sus estudios militares con el grado de caballero cadete de artillería58, siendo ascendido inmediatamente a subteniente por el contexto de la guerra. Fue destinado al ejército del sur durante el segundo gobierno de Mariano Ignacio Prado y combatió en la batalla de Tacna (26 de mayo de 1880), mientras su padre esperaba en Arica su infausto destino. En esa batalla la alianza militar con Bolivia concluyó y los peruanos tuvieron que continuar la guerra por sí solos. Enrique, quien ya ostentaba el grado de capitán obtenido en abril,59 logró salvar un cañón de su batería de las manos del enemigo como triste consuelo de la derrota, por lo que tuvo que replegarse a Arequipa.60 Fue en esta ciudad donde tuvo noticias de la heroica muerte de su padre y la toma de la plaza de Arica por las fuerzas chilenas. Con los restos del ejército del sur recorrió un largo trayecto hacia Lima, ciudad a la que llegó los primeros días de noviembre de 1880.61

Manuela Medrano, madre de Augusto, Enrique y Federico Bolognesi Medrano, a los pocos días de la muerte deFrancisco en Arica. E. Garreaud, 26 de junio de 1880. Colección Ana María Bolognesi.

En Lima aguardaba su hermano Augusto, quien había obtenido el despacho de subteniente de infantería al egresar del Colegio Militar en junio del año anterior62 y se encontraba destacado en una batería en el puerto del Callao.63 Sobreviniéndose la amenaza de la invasión enemiga a la capital, cuenta Ismael Portal que los tres hijos varones de Bolognesi se presentaron ante el jefe supremo Nicolás de Piérola (1839-1913), solicitando colocación para combatir contra las fuerzas chilenas. La entrevista fue facilitada por el secretario personal de

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Piérola, Enrique Bustamante y Salazar (1842-1907), personaje emparentado con sus primos Bolognesi Coloma. Esto debió suceder entre los meses de noviembre (cuando se produjo el desembarco del ejército chileno en Pisco) y diciembre. Según Ismael Portal, el mismo Enrique llegó en noviembre a Lima, luego de la fallida campaña del sur. En la entrevista, Piérola le dijo a Federico “Usted debe estar un poco más lejos del fuego que sus hermanos, para que conserve la raza y cuide usted, además de su familia”. Solo pocos días antes, Federico Pablo había desposado a su prima Ana Bolognesi Coloma, en noviembre de 1880.64 A Enrique, que había solicitado combatir en cualquier colocación pero en la vanguardia, el dictador manifestó “me complazco en decirle que encuentro en la apostura de usted mucho de la de su padre” y lo envió a la batería de montaña del cerro Santa Teresa, es decir, en la vanguardia de la línea de San Juan. Por su parte, Augusto quien había estado sirviendo en las baterías del Callao, fue remitido a una de las baterías de la línea de San Juan.65 Como se ve, Federico obtuvo la protección de Nicolás de Piérola, quien además lo recomendó para que sirviera en la secretaría de Relaciones Exteriores. Fue nombrado amanuense desde el mes de junio de 188066, sin embargo, cuando se produjo la campaña de Lima, se presentó al servicio siendo colocado con el grado de teniente en las baterías del cerro El Pino, en la misma posición en la que aguardó el combate Manuel González Prada (1844-

Enrique Bolognesi Medrano en uniforme de capitán de artillería con granadas flameantes en el cuello, c.1880. Fue parte de la brigada de artillería de campaña y murió en la defensa de Lima. Museo de los Combatientes del Morro de Arica. Augusto Bolognesi Medrano en uniforme de teniente de infantería a los 17 años de edad c.1880. La gola metálica, prenda característica de los cuerpos de infantería, lo identifica como parte del batallón Ica N°15. Murió en la defensa de Lima. Museo de los Combatientes del Morro de Arica.


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Federico Bolognesi Medrano. Sirvió como teniente de reserva en las baterías del cerro El Pino durante la defensa de Lima, 1880. Colección Ana María Bolognesi. José Bolognesi y Coloma, hijo de Mariano Bolognesi, en uniforme de teniente coronel la Casa Militar del Presidente de la República, c.1900. Al igual que sus primos Bolognesi, participó en la defensa de Lima integrando el batallón provisional Lima N°4. Perteneció al arma de caballería y fue edecán de los presidentes Eduardo López de Romaña y José Pardo. Se retiró con el grado de coronel. Museo de los Combatientes del Morro de Arica.

1918). Federico fue el único que sobrevivió a la campaña de Lima, pues, como se sabe bien, Augusto fue herido gravemente en la batalla de San Juan y retirado del combate, mientras que Enrique, herido también en el mismo enfrentamiento, combatió en Miraflores dos días más tarde, donde recibió una herida mortal. Enrique y Augusto fallecerían en casa de su tío Mariano poco después de la entrada de las fuerzas chilenas en la capital.67 De los hijos de Mariano Bolognesi, el único varón, José Jesús Bolognesi Coloma, también se dedicó a la carrera de las armas. Al igual que sus primos, hijos de Francisco, su ingreso al ejército se produjo durante la infausta Guerra del Pacífico. Obtuvo su primer despacho como subteniente en el batallón provisional de línea “Lima” Nº 4, al mando de Augusto Althaus en julio de 1879. Participó en la defensa de Lima combatiendo en la batalla de San Juan el 13 de enero y, a diferencia de sus primos, salvó la vida en tal enfrentamiento, sin embargo, cayó prisionero por las fuerzas chilenas que lo condujeron al buque Inspector Nº 9 en el cual estuvo recluido con otros combatientes hasta fines de marzo del mismo año. Luego de su liberación quedó sin colocación por cerca de tres años, al cabo de los cuales fue llamado al servicio por el gobierno de Miguel Iglesias (1830-1909) (g.1883-1885). Habiendo sido ascendido a teniente durante la dictadura de Piérola, le fue conferido el grado de capitán en la campaña que enfrentó a Iglesias con las fuerzas constitucionalistas de Andrés Avelino Cáceres (1833-1923) entre 1884 y 1885.68

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La derrota de Iglesias significó un duro revés en la carrera de José, en tanto la Junta Calificadora del nuevo gobierno desconoció los despachos otorgados por la administración derrotada y los efectuados por la dictadura. Aunque la misma Junta concedió darle el grado de teniente por su acción en San Juan, su antigua lealtad lo dejó sin colocación entre diciembre de 1885 y julio de 1886, fecha esta última en la que fue destinado a la gendarmería de Lambayeque, quedando sin colocación nuevamente cerca de dos años entre 1887 y 1889, cuando fue incorporado a la gendarmería de La Libertad.69 Para los oficiales decimonónicos el ser destacado a la gendarmería significaba una reducción dentro del prestigio militar. Pasados varios años en esta situación, José fue llamado al servicio en 1890, cuando fue destinado al regimiento de caballería “Cazadores Nº 2”, en el cual sirvió hasta 1894.70 En ese año se desató la revolución acaudillada por Nicolás de Piérola contra la segunda elección de Andrés A. Cáceres, contexto en el que José Bolognesi fue dejado sin colocación en setiembre.71 Mientras la guerra civil se hacía más cruenta y las tropas de Cáceres terminaban siendo acorraladas en la capital, José decidió integrarse a las fuerzas coalicionistas de Piérola ostentando el puesto de ayudante del secretario general en campaña, Enrique Bustamante y Salazar.72 En virtud de ello, este Bolognesi acompañó a Piérola en su entrada a Lima, combatiendo en las jornadas del 17 y 18 de marzo de 1895 que obligaron al general breñero a dejar Palacio de Gobierno. En ese combate, José fue herido y parece ser que causó buena impresión al caudillo arequipeño, pues ya habiéndolo ascendido a capitán y luego a sargento mayor, sus heridas en combate le valieron el ascenso a teniente coronel.73 Cuando Bustamante Salazar fue enviado como ministro plenipotenciario a Ecuador, José lo acompañó con el puesto de agregado militar. En esa colocación, José presenció el terrible terremoto que asoló el país norteño e informó sobre los movimientos de los insurgentes ecuatorianos que se movilizaban desde el Perú.74 Por esas fechas, los gobiernos de Eloy Alfaro (1842-1912) en Ecuador y de Piérola en Perú trataban de combatir los esfuerzos armados de sus respectivos opositores políticos. En los amplios territorios del departamento de Piura y de la provincia ecuatoriana de Loja pululaban partidas revolucionarias de ambos países que se apoyaban mutuamente.75 Resulta plausible que se hubiera enviado a José Bolognesi, por sus conocimientos militares a este país, para que diera cuenta de estos movimientos. Durante su estadía como agregado militar en el Ecuador, José se casó con Genoveva Zaldumbide Arteta, dama de una familia importante en la antigua élite ecuatoriana, prima de Carlos Freile Zaldumbide (1856-1928), quien sería vicepresidente durante el gobierno de Eloy Alfaro y luego presidente de la República en 1911. La boda de los Bolognesi-Zaldumbide se produjo al poco tiempo de ser nombrado agregado militar, el 24 de octubre de 1896. Este matrimonio era el segundo que unía a los Bolognesi Coloma con importantes linajes ecuatorianos, pues Juana Bolognesi, hermana de José, había contraído matrimonio en mayo de 1879, con Antonio Matías Elizalde y Pareja (1851-1919), hijo del general Antonio Elizalde y La Mar (1795-1862), quien había sido prócer de la independencia del Ecuador, además de senador y ministro de estado.76 Mientras ello sucedía con José, por las mismas fechas, Federico Pablo Bolognesi, se había retirado a la vida privada y se encontraba radicado en el Callao, trabajando en la sección de fletes de la Compañía Sudamericana de Vapores.77 En dicha localidad, debió contar con el respeto y el beneplácito de sus convecinos, pues para diciembre de 1894, fue elegido como miembro de la junta directiva de la Sociedad de Beneficencia Pública del primer puerto, ostentando el cargo de inspector del Hospital Guadalupe.78Aunque contase con prestigio, aquellos años no fueron económicamente favorables para Federico Pablo, pues en las memorias de su hijo Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, se indica que su hogar “pobre pero alegre, era centro de reunión en el Callao, en donde siempre se

Mariano Bolognesi Cervantes, s/f. Colección Ana María Bolognesi. Augusta Bolognesi y Bolognesi, 1884. E. Courret. Colección Ana María Bolognesi. Federico Bolognesi y Bolognesi retratado en uniforme de zuavo. El uso de este traje militar de origen argelino se extendio en Europa y América desde la segunda mitad del siglo XIX, gracias al prestigio de los zouaves o batallones de infantería ligera del ejército frances que sirvieron en el norte de Africa. Fotografía s/f. Garreaud y Cia. Colección Ana María Bolognesi. Federico Bolognesi Medrano, 1902. Colección Ana María Bolognesi.


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hacía música selecta y constantes reuniones.- Mi padre era chelista […] no es de admirar que quisieran compensar [mis padres] con alegría, las estrecheces económicas”.79 Federico Pablo decidió en 1897 radicarse en Paita para dedicarse al ramo del comercio, como lo habían hecho su padre Francisco y su abuelo Andrés.80 Lamentablemente, a los días de su arribo al puerto norteño falleció su esposa, Ana Bolognesi Coloma, con quien había tenido ocho hijos, Augusta, Enrique, Ana Rosa, Francisco, Victoria, Federico Roberto, Elena y Graciela.81 En Paita, Federico fundó una agencia de aduanas, llamada Bolognesi-Mackehenie, representando a la Compañía Sudamericana de Vapores y a la W. R. Grace, empresa que en diciembre de 1899 despachaba los artículos que se enviarían a la Exposición Universal en París.82 Pocos meses antes Federico había sido designado agente consular provisional de Francia en el puerto de Paita83, resultando plausible que los vínculos con su prima Elena Weddell Bolognesi, esposa del importante militar Léon Fernand Quevillon, tuvieran alguna importancia en este nombramiento.84 En un informe que el ministerio de Relaciones Exteriores solicitó al prefecto de Piura sobre Federico Pablo, se informó que “[h]aciendo extricta justicia este despacho informa que el Sor Federico Bolognesi, a quien provisionalmente se le ha encargado la agencia consular de Francia en este puerto, es persona honorable de conducta irreprochable y antecedentes sumamente honrosos, cualidades que lo hacen acreedor á merecer la confianza en él depositada”.85 Como agente consular, Federico Pablo ofreció su concurso a los miembros de la misión geodésica francesa, destinada a una medición del arco ecuatorial que se realizó en 1901.86 Luego Federico fue nombrado cónsul de Panamá también en el puerto de Paita.87 La historia de los hijos varones de Francisco y Mariano concluye en los años de la República Aristocrática (1899-1919). En el caso de José Bolognesi, este decide renunciar de su puesto de agregado militar y regresa al país en 189788, luego de lo cual es nombrado ayudante de campo del Nicolás de Piérola –como lo había sido Francisco Bolognesi del presidente Castilla--, cargo que ejercería hasta febrero de 1901, fecha esta última en la que es nombrado edecán presidencial de Eduardo López de Romaña (1847-1912), como lo había hecho su padre Mariano. Este cargo fue asumido por José hasta su muerte en 1909 y en virtud de él estaría presente en la solemne inauguración del monumento a Francisco Bolognesi en 1905, acompañando al entonces presidente José Pardo y Barreda (1864-1947).89 José Bolognesi dejó viuda y cinco hijos, de los cuales tres fallecieron solteros y solo Inés Bolognesi Zaldumbide obtuvo un matrimonio ventajoso casándose primero con Luis Vasconés Bueno, quien sería ministro de Hacienda en Ecuador, y luego, en segundas nupcias, con el diplomático brasileño Argeu Guimaraes, quien habría de ser diputado.90 Con respecto a la vida de Federico Pablo, todo indica que su situación económica empezó a mejorar en Piura. Este departamento, desde fines del siglo XIX experimentó un significativo proceso de modernización, en tanto era un puerto de exportación importante en el norte del país y las primeras décadas del siglo XX fueron un período muy favorable para la exportación de materias primas.91 Para el negocio de Federico Pablo, su posición como agente consular traía beneficios pecuniarios, en función del movimiento comercial que estuviera bajo su cuidado.92 En noviembre 1916, al celebrarse el centenario del natalicio de su augusto padre, Federico marchó nuevamente a Lima, sin embargo, la muerte le sobrevino rápidamente, pues falleció en enero del año siguiente. Cuenta Ismael Portal que

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por esos años Federico contaba ya con 60 años y su salud era de cuidado; a su juicio, la impresión de las mismas celebraciones debió afectarlo, precipitando su fallecimiento en enero de 1917.93 Con la muerte de Federico se cierra la tercera generación de los hombres públicos nacidos del linaje Bolognesi.

La cuarta generación: Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi

Con la muerte de José Bolognesi Coloma, el apellido Bolognesi desapareció por cerca dos décadas como primer apellido de hombres ligados al estado. Este no dejó de ser importante en los espacios profesionales como la Cancillería, donde la familia Goytisolo Bolognesi logró una importante posición. Esta familia provenía de la unión de Enrique Goytizolo Donaire y de Rosa Bolognesi Coloma, hija de Mariano y hermana de José. Enrique Goytizolo fue “amigo de

toda la vida”94 de Federico y este último fue testigo de su matrimonio con Rosa, en 1887.95 Tuvieron cuatro hijos de los cuales Enrique (n. 1890) y Ricardo (n. 1906) lograron obtener importantes cargos en el ministerio de Relaciones Exteriores. Enrique Goytizolo Bolognesi, además de ser embajador en Caracas, Quito, Montevideo, Santiago, Bruselas y La Haya, fue nombrado secretario general del ministerio de Relaciones Exteriores en 1935 y luego ministro del mismo ramo en 1939. Ricardo, por su parte, se desempeñó como cónsul general del Perú en Chicago y como consejero del Servicio Diplomático.96

Elena o Hélene Weddell Bolognesi fue la hija del botanista británico Hugh Weddell y Juana Bolognesi Cervantes. Establecida en Francia desde la década de 1850, se casó con el general Léon Fernand Quévillon y fue retratada en 1888 por el famoso escultor Antoine Bourdelle (1861-1929), quien fue amigo de la pareja mientras vivieron en Le Havre. “Mme. Quévillon”, 1888. Escultura en mármol. Musée Bourdelle, París.


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El linaje directo del héroe continuó en los hijos de Federico Pablo Bolognesi Medrano. Como se mencionó, tuvo con su prima Ana Bolognesi Coloma ocho hijos, tres varones y cinco mujeres. De los primeros, Enrique y Francisco fallecieron muy niños, quedando en 1898 Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi como único varón.97 Ya en Piura, Federico Pablo contrajo nuevamente matrimonio con Clotilde Cañote en 1900, naciendo de esta unión trece hijos, de los cuales se conocen los nombres de doce: Enrique, Augusto, Alberto, María, Francisca, Estuardo, Susana, Pedro, Graciela, Alejandrina, Fernando y Jorge.98 De la amplia descendencia de Federico Pablo fue sin duda el más notorio Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, quien nació en 1892 y parte de su infancia la vivió en el Callao. Estudió sus primeros años como interno en el colegio de los Sagrados Corazones, siendo luego inscrito en el colegio nacional de San Miguel, en el cual estudió hasta 1908. Al terminar sus estudios, inició una carrera comercial que luego de un par de años tuvo que posponer, cuando se produjo un connato de guerra con el Ecuador y se movilizó el ejército peruano. En 1910 Federico Roberto se alistó como voluntario y llegó a ocupar el grado de sargento de reserva. Desaparecido el peligro del conflicto, Bolognesi y Bolognesi se dedicó al trabajo creando su propia empresa. En 1914 contrajo matrimonio con Amalia Garrido-Lecca, con quien tuvo a su primer hijo Carlos Roberto en 1915.99 A la muerte de su padre, Federico Roberto asumió todas las responsabilidades familiares. Se convirtió en cabeza de familia de tres de sus hermanas, e inicialmente de la esposa del segundo compromiso de su padre, Clotilde Cañote, y de doce de sus medios hermanos. El gobierno de José Pardo y Barreda (1915-1919), considerando la delicada situación de la familia, otorgó becas de estudios para cinco de sus hermanas menores, las cuales se educaron en

Léon Fernand Quévillon (1847-1910), el esposo de Elena Weddell Bolognesi, retratado en uniforme de commandant (mayor) de estado mayor y luciendo la Légion d’ Honneur, alcanzó el grado de general de brigada en el ejército fránces. 1891. Yrondy, París. Familia Bolognesi en la Cripta de los Héroes. c.1908. Puede distinguirse (de izq. a der.) al compositor arequipeño Melitón Cáceres, su esposa Margarita Bolognesi de la Fuente y a Federico Bolognesi Medrano. Museo de los Combatientes del Morro.

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Lima.100Algunos años antes, como hemos visto, Bolognesi y Bolognesi había fundado su propia empresa, pero luego del deceso de su padre tomó la dirección de la agencia de aduanas, la que contaba con un capital de S/. 5,901.97 en 1913.101 Los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fueron sumamente favorables para las actividades de exportación y, para el caso de Piura, el inicio de las actividades de la International Petroleum Company (IPC) aumentaron de manera sustancial el tráfico comercial. Bolognesi y Bolognesi logró ser nombrado agente consular de Francia en Piura en 1925, tal como lo había sido su padre.102 En sus memorias Federico Roberto menciona que dicho cargo le permitió obtener una importante renta que luego capitalizaría: (…) las entradas consulares se incrementaron en forma tal, que constituyeron para mí, renta abundante y el incremento se debió á embarques de carburantes á Panamá, por la I.P.C. y a la iniciación del servicio de la Compagnie Générale Transatlantique, a la costa del Pacífico, con escala en Paita. Otro hecho que me produjo entrada extraordinaria, de importancia en esos momentos, fue la venta de un eje y unas poleas, que existían en la bodega durante muchos años, incomodando sitio y que el ingeniero Rómulo Burga me compró para el taller de mecánica que tenían establecido en Piura los Sres. Duncan Fox & Co.103 En 1920 inicia un negocio de carbón y, en 1928, con el arriendo de la hacienda Chochoya, amplía sus negocios a la producción de algodón. Compró la hacienda Pucusulá en el valle de la Chira, y adquirió una desmontadora de algodón en el mismo departamento.104 Este último negoció debió de ser muy positivo para Bolognesi y Bolognesi, en tanto las desmontadoras concentraban la cosecha de los productores adyacentes para luego comercializarla y obtener con ello un diferencial. Si se suma a ello que, desde en la década de 1900, el negocio del algodón se hizo crecientemente rentable y que este producto lideró la recuperación de las exportaciones peruanas en el período posterior a la crisis de 1929105, se puede comprender la fortuna que logró amasar el nieto de Bolognesi.

Familia Bolognesi delante de la pintura La Respuesta. De izq. a der. Juan Leppiani, autor de la obra, Federico Bolognesi Medrano, Margarita Bolognesi de la Fuente y Melitón Cáceres. Museo de los Combatientes del Morro. Federico Bolognesi y Bolognesi a los 22 años. M. Moral, Lima. Colección Ana María Bolognesi.


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Desmotadora de algodón en la calle Cuzco en Piura, fundada por Federico Bolognesi y Bolognesi. c.1928. Colección Ana María Bolognesi.

Al cabo que fue consolidando su posición económica, su importancia dentro y fuera del departamento aumentaba. En1929, fue nombrado cónsul de Panamá en Piura106 y un año más fue elegido presidente de la Sociedad de Beneficencia de la misma ciudad. Asimismo, en 1930 se verifica su incorporación al prestigioso Club Nacional107, franqueándole el ingreso a la alta sociedad limeña. Sin embargo, el giro de la fortuna en lo material se vería ensombrecido por la pérdida de su primer y único hijo varón, Carlos Roberto, en 1924,108 y por la muerte de su esposa Amalia diez años más tarde. Deseoso de tener nuevamente familia, Bolognesi y Bolognesi contrajo segundas nupcias con María Loret de Mola Escobar en 1936, con la cual tuvo como única hija a Ana María.109 Ese mismo año fue invitado a postular como senador por Piura y adquiere el diario La Industria, el cual sería de su propiedad hasta 1946.110 Para fines de la década de 1930, Federico ya era un magnate y una persona influyente en el norte, ello explica que haya sido invitado por Manuel Prado Ugarteche (1889-1967) a postular al Congreso nuevamente en 1939, saliendo elegido como senador. Fue vicepresidente en la Cámara Alta y, asimismo, presidente de la comisión de Presupuesto. Desde su curul defendió los intereses de los empresarios algodoneros contra la ley que promulgó el gobierno a las sobreutilidades a la exportación de la fibra. Para la dación de esta norma, Prado había manifestado las urgentes necesidades del país en el orden de defensa y en gasto social.111Bolognesi y

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Bolognesi planteaba, por su parte, que estos impuestos eran “ciegos y antieconómicos”, en tanto no tomaban en cuenta el aumento sostenido de los costos de producción, las condiciones climatológicas, ni los límites establecidos al precio internacional del algodón en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Consideraba además sumamente injusto dicho impuesto, pues solo había sido destinado a los exportadores sin afectar a otros sectores económicos. Estas medidas traían como consecuencia el desincentivo de los productores algodoneros, por lo que su derogación no solo “vigorizará su economía y sobre todo, entronizará el principio de la igualdad tributaria, que en un régimen democrático, es el mejor estímulo para el cumplimiento de los grandes principios.”112 Todo indica que esta posición polémica frente a la política tributaria del gobierno le granjeó cierto distanciamiento con el presidente Prado113, situación que lo motivó momentáneamente a alejarse de la política cuando concluyó su mandato como parlamentario en 1945.114 Su alejamiento de la política permitió la consolidación de su actividad empresarial, diversificando sus negocios y aumentando su ya importante fortuna. En el rubro de las finanzas llegó a ser vicepresidente de las Compañías Unidas de Seguros y fundó y ocupó la presidencia del directorio del Banco Unión. Así también ostentó la dirección de la aerolínea Fawcett desde 1935 y luego su vicepresidencia. Finalmente, su agencia de comercio exterior, la base sus negocios, creció de manera espectacular, alcanzando un capital de cerca de 11.8 millones de soles en 1953.115 En 1950, cuando Manuel A. Odría (1896-1874) postuló a la presidencia, contaba con el apoyo del sector agroexportador, en virtud de las políticas liberales que desde el golpe de estado de 1948 su gobierno venía implementado.116 No resultó entonces extraño que Odría invitara a Federico Roberto a integrar su fórmula como vicepresidente de la República, sobre todo si se considera su conocida admiración por Francisco Bolognesi. Además, su gobierno no encontró mejor forma para inspirar la unidad política en un contexto en el que se encontraba fuertemente enfrentado con el Partido Aprista Peruano y el Partido Comunista, sino a través de la celebración del patriotismo del héroe de Arica.117 Así, el gobierno de Odría declaró a Francisco Bolognesi como patrono del ejército y le dedicó una serie de homenajes en 1951. En la develación de la imagen de Bolognesi en el cuartel

Ana María Bolognesi y Federico Bolognesi, bisnieta y nieto del héroe de Arica, 1942. Colección Ana María Bolognesi. Federico Bolognesi y Bolognesi, su esposa Maria (Mamie) Loret de Mola y su hija Ana María Bolognesi Loret de Mola. Miraflores, 1955. Colección Ana María Bolognesi.


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general del ejército, el 9 de diciembre de ese año, el gobierno invitó al flamante vicepresidente a dar unas palabras en honor de su abuelo: Agradezco profundamente en nombre de los descendientes del Coronel Bolognesi, héroe de Arica, la oportunidad que se me ofrece de hacer público en este acto evocativo y emocionante, la gratitud de sus familiares (…) por este extraordinario empeño que habéis puesto por refrescar el recuerdo y revivir en la memoria de todos los peruanos, la épica hazaña que un puñado de titanes, comandados por mi abuelo, realizara en el histórico peñón de Arica, el 7 de junio de 1880. (…) Arica, es el triunfo del espíritu sobre la arrolladora fuerza del número y de los elementos; convirtió el desastre en jornada de gloria, que queda como lábaro sagrado y de elección sublime, demostrando al mundo que nada vale la vida, cuando el honor de la Patria y la gloria de la Bandera confiada a las virtudes del soldado se halla en juego.118 En el pináculo de su vida política y económica, Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi fue nombrado embajador ad honorem para el estudio de las relaciones económicas entre el Perú y otros países, viajando a Europa para estudiar la posibilidad de insertar los productos peruanos en el mercado del viejo continente.119 Es de recordar que el primer quinquenio de la década de 1950 fue un período muy favorable para las exportaciones peruanas, especialmente por la coyuntura de la Guerra de Corea (1950-1953). Concluida esta debió ser tarea del embajador Bolognesi el contactar nuevos mercados ante la eventualidad que la demanda por los productos peruanos se redujese. En Europa, Bolognesi pasó por Francia y por Italia, entrevistándose en este último lugar con Su Santidad el Papa Pío XII (1876-1958). En 1958, Federico Roberto falleció, dejando como heredera de su importante fortuna a su única hija, Ana María Bolognesi Loret de Mola, quien en 1960 contrajo matrimonio con el ingeniero químico de origen francés José Ramón Raguz Zener (1930-2008). Entre las propiedades de la familia Raguz-Bolognesi a fines de la década de 1960 se contaban las haciendas Cerezal, Buenaventura, Pucusalá y Josefita, en Piura, las cuales sumaban 482 hectáreas.120 Estas pertenecieron a la familia hasta dicho periodo, pues, como se sabe bien, la reforma agraria se inició en este departamento, siendo dichas tierras expropiadas y entregadas a los trabajadores de las mismas.121 Luego de la pérdida de sus propiedades, Ana María Bolognesi dejó el país, radicándose en Europa con sus hijas, Ana Mamie (n. 1961) y Selina Raguz Bolognesi (n. 1963). Al cabo de varias décadas, la señora Bolognesi Loret de Mola y Ana Mamie retornaron al país y residen actualmente en Lima. Tanto Ana Mamie como Selina llevan el prestigioso apellido de su distinguido tatarabuelo.122

Federico Bolognesi y Bolognesi, entrando al Senado con el presidente Manuel Prado Ugarteche. (arriba) y en campaña para la primera vicepresidencia de la república en la lista del general Manuel A. Odría (abajo). Colección Ana María Bolognesi.

La familia Bolognesi ha tenido un importante significado en la historia y en la vida pública del Perú de los siglos XIX y XX. Andrea o Andrés Bolognesi, afamado músico de fines del período colonial, llegó al país para labrarse un promisorio futuro dentro de una corte y los círculos de poder que podían proteger las artes. Sin embargo, las turbulencias de la independencia y el temprano período republicano hicieron naufragar su proyecto personal. Ya

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casado y radicado permanentemente en Arequipa, legó a su familia un reducido capital pecuniario, pero sobre todo un importante capital cultural que era propio de los ambientes con los que él tenía contacto. Por ello no es sorprendente que sus hijas Margarita y Juana Manuela se casaran con intelectuales extranjeros, ni que sus hijos varones destacaran por su preparación, tanto en el ejército, como en otras actividades, empresariales en el caso de Francisco, y culturales en el caso de Mariano. Por sus capacidades, estos últimos ingresaron al ejército durante la revolución liberal liderada por Ramón Castilla en 1854. Gozaron del favor de este caudillo y obtuvieron rápidos ascensos como artilleros, tal cual era la usanza de la época, no obstante, se distinguieron en esta arma por sus conocimientos e integridad personal. Estas cualidades les permitieron ser responsables de diversas comisiones, de armas para Francisco, y educativas y culturales en el caso

Federico Bolognesi y Bolognesi en distintos momentos de la audiencia con S.S. Pío XII. Haciendo su entrada frente a la Guardia Suiza. Durante la audiencia papal. De izq. a der. Jorge Llosa Pautrat, primer secretario de la Embajada del Perú, Federico Bolognesi y Bolognesi, S.S. Pío XII, María Loret de Mola y Ana María Bolognesi Loret de Mola.


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de Mariano, que diferentes gobiernos les delegaron entre las décadas de 1860 y 1870. No fueron tiempos fáciles para los hermanos, pues en diversas ocasiones fueron destinados a las listas pasivas, esperando reincorporarse a las filas del ejército. Por esta razón, gran parte de sus vidas transcurrió en digna modestia. Y aunque Mariano logró casarse con la hija de una añosa familia de la nobleza colonial, antes que fortuna, este enlace con la familia Coloma le procuró contactos en la estrecha élite peruana decimonónica. La Guerra del Pacífico para el linaje Bolognesi significó, como para muchos hombres de la época, un antes y un después. Para Francisco, la guerra trajo su muerte y apoteosis como héroe patrio, siendo similar el destino de Enrique y Augusto, dos de los tres hijos limeños del coronel que vivían al momento de iniciarse el conflicto. El único sobreviviente, Federico Pablo, heredó la condición austera de su padre, pero su caso, no fue el de un hombre

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público. En el período de la posguerra hasta su deceso Federico se dedicaría al comercio, como lo habían hecho su padre y abuelo, tal vez con mayor éxito, no sin pasar por un importante período de dificultades. Para Mariano, la Guerra del Pacífico cierra su trayectoria militar, mientras que para su hijo José significa el inicio de su propia vida ligada a las armas, la cual no sería ascendente sino hasta la revolución acaudillada por Piérola en 1894-1895, logrando convertirse en edecán presidencial. Habiendo fallecido Federico Pablo y José en las primeras décadas del siglo XX, el apellido Bolognesi por ambas líneas se centró en Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi. Este nieto del héroe heredó la tradicional actividad comercial de sus antepasados, sirviéndole esta de base para adquirir una importante fortuna que, sumada a sus dotes personales y al prestigio de su apellido, le permitieron convertirse en un importante político ligado al sector exportador. El pináculo de su carrera empresarial y política se produjo a mediados del siglo XX, cuando, siendo ya un importante empresario, fue elegido vicepresidente del país durante el gobierno de Manuel A. Odría. Su muerte sobrevino poco tiempo después y con ella termina la vida pública y de servicio al estado de los Bolognesi en el siglo XX.

Federico Bolognesi y Bolognesi con la dotación del BAP Bolognesi; a su izquierda se encuentra el comandante del buque, capitán de navio César Biellich. Callao, setiembre 1928. Colección Ana María Bolognesi.


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Notas 1.

2.

3.

Para la elaboración de este artículo debo especial gratitud a Ana María Bolognesi Loret de Mola y Mamie Raguz Bolognesi, distinguidas descendientes del héroe de Arica, quienes tuvieron la gentileza de recibirme y permitirme revisar su valioso archivo familiar. Agradezco también al ministro de Defensa, Pedro Cateriano, al comandante general del ejército, Gral. Ronald Hurtado, y los generales José Vigil y Orestes Vargas por las facilidades brindadas para acceder a los fondos del archivo histórico del ejército. James Jensen de Souza Ferreira, “Familias italianas en el Perú (Bolognesi, Canevaro, Guinassi, Barberi, Ayulo),” Revista del Instituto de Investigaciones Genealógicas 17 (1990), 68; José Quesada Macchiavelo, “La música en el Virreinato”, La Música en el Perú (Lima: Patronato Popular y Porvenir Pro Música Clásica, 1985), 101-102; Manuel Zanutelli, Francisco Bolognesi (en la paz y en la guerra) (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2014), 20. Sobre la presencia italiana en Perú durante el final del período virreinal puede verse Sandro Patrucco, Italianos en la Lima Borbónica (1700-1800): su presencia e inserción en la sociedad virreinal. Tesis para optar el grado de Magíster. (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005). Gustavo Pons Muzzo, El Coronel Francisco Bolognesi y el expansionismo chileno (Lima: Editores e Impresores San Francisco, 1987), 13.

Bolognesi, 19-21; Fortunato Turpo Choquehuanca, Coronel Bolognesi. Su biografía documentada. Histórico Encuentro Nacional de Historiadores (Arequipa: Centro de Ediciones UNSA, 2008),3853 y 75 -98. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, Foja de Servicios del coronel graduado Francisco Bolognesi, fol. 1. 16. Turpo, Coronel Bolognesi., 144-152; Manuel Zanutelli, Francisco Bolognesi, 24 y 37; Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 16-18. En el testamento de Juana Cervantes se menciona que tres de sus siete hijos habían fallecido a tierna edad. Turpo, Coronel Bolognesi, 129. 17. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 15. 18. Timothy Anna, La caída del gobierno español en el Perú: el dilema de la Independencia (Lima: IEP, 2003), 188-89 y Paul Rizo-Patrón, Dote, linaje y poder: la nobleza de Lima de 1700 a 1850 (Lima: PUCP, 2000), 238-39. 19. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 17-18. 20. Zanutelli, Francisco Bolognesi, 37. 21. Citado por Zanutelli, Ibíd., 38. 22. Turpo,Coronel Bolognesi, 93-98; Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 23. 23. J. G. Paredes, Calendario y Guía de Forasteros de Lima, para el año de 1833. Por el cosmógrafo mayor D. J. G. Paredes (Lima: Imprenta de J. M. Masías, 1832), 54. 24. Turpo, Coronel Bolognesi, 95. 25. Lastarria participó en los juicios contra los implicados en Arequipa en la revolución de Pumacahua, en 1814. Colección Documental de la Independencia. Tomo 3, Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX. Vol. 8º La revolución del Cusco de 1814 (Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1974), 94.

4.

Enrique Miranda, coord., La Epopeya del Morro de Arica (Lima: Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, 1980), 9.

5.

Andrés Sas,. “La vida musical en la Catedral de Lima durante la Colonia”, Revista Musical Chilena 16 (81-82) (1962), 32-35.

6.

Eduardo Torres, El Acorde Perdido. Ensayos sobre la experiencia musical desde el Perú (Lima: PUCP, 2010), 95-96.

7.

Ibíd., 93.

27. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 23.

8.

Sas, “La vida musical en la Catedral de Lima”, 32.

28. Zanutelli, Francisco Bolognesi, 42.

9.

Archivo General de Indias, Documentación del Virrey Abascal, Diversos, 1, A.1808, R.1, N.2, D.3.

29. Turpo,Coronel Bolognesi, 159.

10. Sobre el Conde del Villar de Fuentes y Fuente González puede verse Alberto Rosas-Siles, “La nobleza titulada del Virreinato del Perú”, Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas 21 (1995), 383, 521-22. 11. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 14. 12. Sas, “La vida musical en la Catedral de Lima”, 34-36. 13. Mundial 14, Lima 28 de julio de 1920, s/f. 14. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 68. 15. Ha existido cierta controversia respecto del lugar de nacimiento de Francisco Bolognesi, si fue en Arequipa o en Lima. Los que defienden la tesis arequipeña toman en consideración la declaración del mismo Francisco en su Foja de Servicios, de ser natural de la Ciudad Blanca, así como la presentación que hizo Víctor Polay para su ingreso a la logia masónica “Virtud y Unión” en julio de 1860. Sin embargo, en la actualidad existe un amplio consenso que coloca el lugar del natalicio del héroe en Lima, respaldándose esta postura en documentos como su partida de bautizo, la solicitud de su madre Juana Cervantes al seminario Conciliar San Jerónimo de Arequipa y el acta de su matrimonio con María Josefa de la Fuente.Pons Muzzo, El Coronel Francisco

26. Turpo, Coronel Bolognesi, 96.

30. El hecho de que el entierro se hiciera con cruz baja, refuerza la idea de que Francisco no contaba con muchos recursos, pues este tipo de entierro era de menos solemnidad que la de cruz alta y por ello costaba la mitad del mismo. Ibíd., 164 y 166. 31. Ibíd., 158. 32. Jensen,“Familias italianas”, 69-70. 33. Pons Muzzo, Francisco Bolognesi, 30. 34. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, solicitud de Mariano Bolognesi de copia certificada de expediente de su matrimonio, fol. 1. 35. Juana era hija del general Juan de Salazar y Carrillo de Córdova (fl.1806-1844), perteneciente al poderoso clan de los Salazar. El general Salazar fue caballero de Calatrava, capitán del Regimiento de la Concordia Española y cónsul del Real Tribunal del Consulado. Posteriormente sirviendo a la nueva república llegó a ser jefe de Estado Mayor General, ministro de Guerra y Marina, prefecto de Lima y vocal de la Suprema Corte Marcial. Cfr. Manuel de Mendiburu, Biografías de Generales Republicanos, ed. Manuel Moreyra Paz-Soldán (Lima: Instituto Histórico del Perú, 1963), 264-67. Por su parte, Josefa Sáenz de Ayala y Guisasola era hija

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de Diego Sáenz de Ayala, ministro principal de la Real Hacienda y tesorero de las Cajas Reales de Lima, y Josefa Guisásola y Orrantia. Cfr. Guillermo Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1993), 1: 301. 36. Turpo, Coronel Bolognesi, 144. 37. Archivo Central Permanente del Ejército (en adelante ACPE), Foja de Servicios de Mariano Bolognesi, fol. 101. 38. Jensen,“Familias italianas”, 70-72. 39. ACPE, Foja de Servicios de Mariano Bolognesi, fol. 13. 40. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, copia de artículo publicado en la prensa, de fecha 13 de julio de 1859. 41. Carlos Milla Batres (Dir.), Diccionario Histórico y Biográfico del Perú. Siglo XV-XX, vol. 2 (Lima: Editorial Milla Batres, 1986), 118-119. 42. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, papeles del coronel Mariano Bolognesi. 43. ACPE, Foja de Servicios de Mariano Bolognesi, fols. 9 y 16. 44. Ibíd., fol. 17. 45. Ibíd., fols. 19-20, 37, 56-57 46. Ley del 20 de noviembre de 1872. 47. ACPE, Foja de Servicios de Mariano Bolognesi, fols. 71-72 48. En la polifacética biografía de Mariano Bolognesi también se puede observar su papel en el cambio de la nomenclatura de las calles de Lima. Bolognesi propuso en 1860 reemplazar los viejos nombres coloniales de las calles por los de los departamentos y provincias del país que simbolizarían espacialmente en la capital de la República las diversas partes del territorio nacional. El proyecto fue aprobado por la Municipalidad de Lima un año más tarde y empezó a regir desde 1862, fecha en la que Mariano elaboró un nuevo plan para la ciudad. Juan Bromley, Las viejas calles de Lima (Lima: Municipalidad Metropolitana de Lima. Gerencia de Educación, Cultura y Deportes. Edilibros, 2005), 100-102. A Mariano también lo encontramos como redactor principal del periódico semanal El Hijo del Pueblo, popular, literario y político, semanal, el cual empezó a publicarse efímeramente en 1864 y luego en 1868. Mariano Felipe Paz Soldán, Biblioteca Peruana (Lima, Imprenta Liberal administrada por M. Fernández, 1879), 33. 49. Esta conjetura se debe a que la fecha de nacimiento de su segundo hijo fue en octubre de 1837, y no se conoce la fecha del natalicio del primero. Jensen, “Familias italianas”, 68.

Capital, y así que se sepa su paradero le será encaminada dicha carta.” Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores. 8-18-M.S.C.P del Perú-París 1877, fol. 7.

72. Como hemos visto, José Bolognesi se encontraba emparentado con la prestigiosa familia Salazar por su abuela materna.

53. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores. 8-18 D.S.C.P Burdeos 1884, fol. 8.

74. Archivo del ministerio de Relaciones Exteriores. 5-12 S.D.P. Ecuador 1896, fols. 68 y 165-168.

54. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 1.

75. Velásquez, “La reforma militar”, 414.

55. El hecho que Enrique y Augusto estudiaran en una escuela de comercio indica que Francisco Bolognesi aspiraba que sus hijos se dedicaran a la actividad comercial, como él mismo y su padre. Ismael Portal, Bolognesi y sus hijos. Familia de héroes. Publicación hecha con motivo del primer centenario del inmortal defensor de la plaza de Arica, celebrado el 4 de Noviembre de 1916 (Lima: Oficina Tipográfica de “La Opinión Nacional”, 1917), 11-12. 56. Ibíd., 13. 57. Carmen Mc Evoy, La Utopía Republicana. Ideales y Realidades en la Formación de la Cultura Política Peruana (1871-1919), (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997), 160. 58. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, Decreto del Presidente de la República, Mariano Ignacio Prado, del 2 de abril de 1879. 59. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, Foja de Servicios de Enrique Bolognesi. 60. Portal, Bolognesi y sus hijos, 53. 61. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, pasaporte entregado Enrique Bolognesi extendido por José de la Torre, jefe del Estado Mayor del 2do. ejército del sur, 21 de julio de 1880; Ismael Portal, Bolognesi y sus hijos, 62-63. 62. Museo de los Combatientes del Morro de Arica, Decreto del Vicepresidente de la República, Luis La Puerta, del 21 de junio de 1879. 63. Portal, Bolognesi y sus hijos, 64. 64. Zanutelli, Francisco Bolognesi, 169. 65. Ibíd., 64. 66. En respuesta a la solicitud que Federico escribió a la cancillería por unos pagos no reconocidos, el subsecretario Juan Beingolea informó que Federico Bolognesi “fue agregado á la Sección de mi cargo por Sor. Secretario del Ramo, con conocimiento según entiendo, del Jefe Supremo de la República, mientras se le acordaba su colocación”, Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores. 0-9.Solicitudes 1880, fols. 108-109.

73. ACPE, Foja de Servicios de José Bolognesi, fol. 32.

76. Jensen, “Familias italianas”, 72-73. 77. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 7, párrafo A. 78. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores. O-2. Relaciones públicas 1894, fols. 11-12. 79. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memoria de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 3. 80. A los pocos días de su llegada, falleció su esposa, dejando ocho hijos entre los cuales se encontraba Federico Roberto, de quien hablaremos más adelante. 81. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, Memoria de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 2. 82. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 7-13, Delegaciones y Comisiones, 1899, fol. 186; archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 8. 83. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 6-14.S.D.E. Francia 1900, fols. 115-116. Oficio de la Legación de Francia en el Perú del 22 de octubre de 1900. 84. Archives Nationales, site de Paris. Foja de servicios de Quevillon, León Fernand, Nº L2248051, fol. 5. 85. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 2-0.E. Prefectura de Departamentos jul-dic 1900, fols. 37-38. 86. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 6-14. S.D.E. Francia 1901, fols. 50-51. Federico, como agente consular, ofreció 120 mulas que eran necesarias para el transporte del bagaje de la mencionada misión. 87. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 9. 88. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 0-9 Solicitudes 1897, fol. 11. Indica en su solicitud José que se excusaba de este cargo por cuestiones de salud. 89. “A la gloria de Francisco Bolognesi”, en Prisma. Revista Ilustrada de Artes, Letras. Edición extraordinaria, Lima diciembre de 1905, 39.

67. Zanutelli, Francisco Bolognesi, 166.

90. Jensen, “Familias italianas”, 72.

50. Hugues Algernon Weddell, Histoire naturalle des quinquinas: ou, monographie du genre cinchona, suivie d’une description du genre cascarilla et de quelques autres plantes de la meme tribu (Paris: Victor Masson 1849).

68. ACPE, foja de servicios de José Bolognesi, fol. 6.

51. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, carta de Francisco Bolognesi a Juana Manuela Bolognesi de Weddell, París, 4 de agosto de 1864.

71. Es probable que se recelara de la lealtad José por haber combatido en las fuerzas de Iglesias en 1884-1885, pues como se sabe, cuando Piérola se enfrentó contra Cáceres diez años más tarde, jefes y oficiales iglesistas como Juan Martín Echenique y Eduardo Jessup, lo hicieron luego de parte de Piérola. Cfr. David Velásquez,“La reforma militar y el gobierno de Nicolás de Piérola. El ejército moderno y la construcción del Estado peruano” (Tesis de magíster, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2013), 144.

91. Nils Jacobsen y Alejandro Diez, Montoneras, “La comuna de Chalaco y la revolución de Piérola. La sierra piurana entre el clientelismo y la sociedad civil, 1868-1895”, en A. Escobar y R. Falcón, coords., Los ejes de la disputa: movimientos sociales en América Latina, siglo XIX (Madrid y Frankfurt: Iberoamericana, Vervuert, 2002), 68-75.

52. En un oficio dirigido al ministro de Relaciones Exteriores el cónsul peruano en París, escribía el 16 de julio de 1877, que “en cuanto a la carta para el Señor Coronel Don Mariano Bolognesi la tengo aún en mi poder por haber salido ese Caballero de esta

69. Ibíd., fols. 5-6 y 93. 70. Ibíd., fol. 94.

92. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 9. 93. El sepelio de Federico Pablo fue costeado por el gobierno de José Pardo y Barreda. Portal, Bolognesi y sus hijos, 88. 94. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico


Bolognesi

Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 7. Afirma Federico Roberto que su padre pasó los últimos momentos de su vida con la familia Goytizolo Bolognesi. 95. Archivo Central de Ministerio de Defensa, Foja de Servicios de Mariano Bolognesi, fol. 111. 96. Jensen,“Familias italianas”, 71. 97. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 2. 98. Defunciones 1917 enero, Registro Civil de Lima, 1874-1996. Disponible en: https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH266-11776-144422-82?cc=1430936; Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fols. 8-9. En sus memorias, Federico Roberto menciona el nombre completo de doce de sus trece medios hermanos, los Bolognesi Cañote. 99. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fols. 1, 5 y 8. 100. Ibíd., fols. 8-9. 101. El Mercurio, Lima, 30 de mayo de 1953, 3. 102. Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores, 6-14 Francia 1925, fol. 64. 103. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 10. 104. Ibíd., fol. 11. 105. Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram, Perú:1890-1977. Crecimiento y políticas en una economía abierta (Lima: Mosca Azul Editores, 1985), 75-90 y 260-267. 106. Archivo Central del ministerio de Relaciones Exteriores, 6-20-A 1929 Panamá, Nº 8117. Of. de 26-08-1929. 107. Demetrio Olavegoya, Memoria presentada por el Presidente del Club Nacional Demetrio Olavegoya a la Junta General del 11 de julio de 1931 (Lima: Empresa Editora de “El Callao”, 1931), 13. 108. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fols. 10-11 109. Jensen, “Familias italianas”, 71; archivo familiar de Ana María Bolognesi, memorias de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, fol. 11. 110. Pueblo (Callao, 5 de junio de 1950), 1. 111. Federico R. Bolognesi, En Defensa de la Industria Algodonera y otros problemas de vital interés para el desarrollo de Piura. (Lima. 1945?), 5; Gonzalo Portocarrero, De Bustamante a Odría. El fracaso del Frente Democrático Nacional 1945-1950 (Lima: Mosca Azul Editores, 1983), 32-36. 112. Bolognesi, En Defensa de la Industria Algodonera, 5. 113. En su libro de 1945, Federico Roberto mencionaba que tenía una “estrecha vinculación con el Gobierno que preside el doctor Manuel Prado, pues, en mi labor parlamentaria, he gozado, en todo momento, de las especiales consideraciones del Jefe del Estado, de tal manera, que las expresiones que yo haya vertido o vierta en el desempeño de mis gestiones, no han tenido ni tienen otra finalidad que la de una honrada labor de cooperación con el Gobierno; cualquiera otra interpretación que en un momento, quiso darse a mis palabras, fue malévola y antojadiza.” Ibíd., 3.

114. Archivo familiar de Ana María Bolognesi, recorte de La Esfera: El diario nacional, Caracas, 20 de agosto de 1954, 1. 115. El Mercurio, Lima, 30 de mayo de 1953, 3. En la entrevista que se le hizo en este periódico, el redactor mencionaba que “[e]l mejor homenaje filial que el señor Federico Bolognesi y B., ha podido rendir a su señor padre, fundador de la firma don Federico P. Bolognesi y M., lo constituye este engrandecimiento de la oficina creada por él en el puerto de Paita en agosto de 1897, y convertida, por el tesón y la laboriosidad de su hijo en la fuerte y poderosa organización comercial y agrícola que existe en estos momentos.” Ibíd. 116. Gianfranco Bardella, Un siglo en la vida económica del Perú, 1889-1989 (Lima: Banco de Crédito del Perú, 1989), 37778. El gobierno de Odría favoreció al sector agroexportador, especialmente norteño, no solo con una política económica de libre mercado, sino con obras de irrigación en la costa, como la del río Quiroz. Cfr. Thorp y Bertram, Perú 1890-1977, 351. 117. En el Decreto Supremo Nº 1 GM, del 2 de enero de 1951, por el que se declaraba a Francisco Bolognesi como patrono del ejército, el gobierno incluía en los considerandos que “el culto y exaltación de las virtudes patrióticas constituyen el fundamento en que se apoya la educación moral del ciudadano y del soldado […] es preciso que esos valores sean permanentemente actualizados, de modo que las glorias pasadas mantengan su fulgor de su brillo”. Refiriéndose al mismo Bolognesi, el decreto mencionaba que fue suyo un “superlativo acto de heroísmo, [que] ha colmado los fastos de la Historia, constituyendo su abnegada y legendaria actitud, uno de los más grandes valores espirituales que ha podido legarse al País.” En una entrevista que dio al diario Ultimas Noticias, Federico Roberto mencionó cómo ingresó a la fórmula presidencial de Odría: “No podía negarme a acompañar al General Odría. Estimo patriótico prestarle todo el concurso posible al hombre que en 18 meses de gobierno ha demostrado capacidad y tolerancia bastantes para haber salvado al país del caos […]. Pongo pues al servicio del país, el nombre que llevo, en mi afán de contribuir a la concordia, a la unión de todos los peruanos. Si el nombre glorioso de Bolognesi puede servir para unir, estoy presto a servir a la República en aras de un ideal de unión, de cohesión de nuestra gran familia.” Últimas Noticias, Lima, 22 de mayo de 1950, 2. 118. Discurso de Federico Roberto Bolognesi y Bolognesi, en Homenaje al Patrono del Ejército Peruano Coronel Francisco Bolognesi. Álbum Conmemorativo de las actuaciones realizadas en los organismos militares de la República (Lima: Ediciones del Ministerio de Guerra, 1952), s/n. 119. Resolución Suprema Nº 77, ministerio de Relaciones Exteriores, del 24 de febrero de 1954. 120. Carlos Malpica, Los dueños del Perú, 15ta ed. (Lima: Persistiremos E.I.R.L., 2014), 194. 121. José Matos y José Manuel Mejía, La reforma agraria en el Perú (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1980), 339-342. 122. Ana Mamie se encuentra casada con el economista Roberto Abusada, siendo ambos padres de Roberto y Emilia. Por su parte, Selina, radicada en Londres desde hace 40 años, contrajo matrimonio con Ernesto Yagüe, con quien tuvo también dos hijos, Elena y Benjamín.

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