El Santo Christo Ibérico. Koldo Chamorro

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KOLDO VOLABA Clemente Bernad

No somos pocas las personas que oímos a Koldo Chamorro

siempre consideró —con razón— una auténtica heroicidad,

relatar cómo en varias ocasiones llegó a volar. Elevarse va-

teniendo en cuenta las enormes dificultades para sobrevivir

rios metros del suelo para, desde allí arriba, con esa nueva

económicamente y la desventaja respecto a quienes no plan-

perspectiva, fotografiar tal o cual cosa desde un ángulo in-

tearon así su ejercicio de la fotografía.

sólito. Unas veces fue por causa de algún tifón despistado en cualquier paraje perdido de la ahora tan de moda España va-

Koldo mantuvo desde aquellos años una excelente rela-

cía, que por aquel entonces estaba aún más desértica; otras,

ción con fotógrafos europeos y norteamericanos, y recibía

consecuencia de algún complejo ejercicio de meditación

cuantiosa información tanto directa como a través de li-

contemplativa que salió mejor de lo previsto y que provocó

bros, catálogos, revistas, etc., de la que muchos otros fotó-

la levitación más inesperada. El caso es que Koldo volaba y

grafos españoles carecían. Por eso su cultura visual ya por

que cuando quería encontrar su particular e intransferible

aquel entonces era abundante y su curiosidad como fotó-

punto de vista no tenía más que concentrarse en ello o bus-

grafo insaciable, experimentando en todos los terrenos y

car el remolino adecuado.

entendiendo la fotografía como una aventura que le permitía jugar con un lenguaje polivalente y abordar ciertas

Sus antecedentes sociales, políticos y culturales fueron inha-

cuestiones que quería comprender e investigar. Ahí está

bituales, sobre todo por haber pasado su infancia en Guinea

el embrión de su interés por el ensayo fotográfico como

Ecuatorial, incrustado en las estructuras de la presencia co-

herramienta conceptual para narrar y para estructurar su

lonial española durante el franquismo, lo que le permitió

mundo particular. Sin embargo, Koldo nunca entendió el

presenciar de primera mano cómo se las gastaba el régi-

ensayo fotográfico como una simple estructura a través de la

men en un contexto absolutamente diferente al del resto

cual desplegar un guion ya escrito previamente, sino como

de los adolescentes de su edad. Es seguro que su estancia en

un auténtico experimento abierto sin ruta, sin límites y sin

África le aportó muchos de sus rasgos personales, así como

fronteras, determinado por la historia que deseara narrar

su llegada con dieciséis años de edad a la oscura, franquista y

en cada momento, pero también por su propia presencia en

tradicionalista Pamplona. La Pamplona de los años sesenta.

la misma, lo cual le permitía incorporar todos aquellos elementos que considerase útiles para el discurso. En este

A Koldo le gustaba contar que llegó a conocer de niño a W.

marco conceptual Koldo encajaba diversas soluciones na-

Eugene Smith cuando este realizó en 1954 el ensayo foto-

rrativas como el reportaje monográfico o el poema visual,

gráfico sobre el doctor Albert Schweitzer en Lambaréné (Ga-

resolviendo unas u otras a través de metodologías variadas,

bón) y que, a pesar de su corta edad, pudo sentir el poder que

entre las que el llamado reportaje fotográfico fue para él sin

tenía la fotografía para contar historias y para vivir experien-

duda la más querida y la que defendió siempre con ardor

cias intensas. Sea como fuere, el virus de la fotografía se lo

y con pasión.

inoculó un amigo de su padre al regalarle —aún en África—

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una cámara fotográfica Agfa con la que comenzó a explorar

El acto fotográfico de Koldo era complejo e inclasificable,

su entorno inmediato. En 1974 recibió junto con Manel Es-

fruto de sus múltiples intenciones y de la variedad de re-

clusa una beca de la Dotación de Arte Castellblanch, que le

gistros que buscaba extraer de cada situación. Cuando tra-

permitió asistir a varios talleres de los Encuentros de Arlés,

bajaba, desplegaba una metodología próxima a la conocida

que marcarían su carrera fotográfica. Desde entonces en-

como fotografía callejera, basada en su innegable espíritu de

caró la fotografía como profesional a tiempo completo, sin

cazador de imágenes, dentro de los cánones de la no fic-

ejercer ningún tipo de actividad complementaria, algo que

ción, a través de un cuidadoso pero espontáneo ritual de 5


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