Ciencia, naturaleza y arte: Tres muestas que dieron qué hablar, por Nicole Giser

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Ciencia, naturaleza y arte: Tres muestras que dieron qué hablar Por Nicole Giser

Terminó una vez más en el Cultural San Martín Noviembre Electrónico, el evento gratuito que reúne, cada año, a artistas que exploran entre el arte y la ciencia a través de la tecnología y el formato digital. En su 8va edición, fueron Joaquín Fargas, Juan Miceli, Lorena Paz y Darío Sacco algunos de los artistas que exhibieron sus obras en los salones del centro. Del 22 y hasta el 30 de noviembre, el lugar abrió sus puertas a las 15.00 para recibir a personas de todas las edades para jugar, aprender y conmoverse. En la sala 3 se ubicó “Robotika, The Nannybot”, un proyecto que empezó a formarse en 2009, cuando el ingeniero Joaquín Fargas y la artista visual Elia Gasparolo se cuestionaron acerca del futuro que se aproximaba: ¿el ser humano garantiza la supervivencia de la propia especie? Se preguntaron, y poco tiempo más tarde dieron vida a Robotika, una robot dotada de inteligencia artificial para cuidar bebes. Sobre esa pregunta giró la obra, y fue el público el encargado de pensar la respuesta. La muestra propuso generar conciencia en los humanos sobre un futuro tecnológico, donde el medio ambiente y la energía nuclear podrían terminar con la especie humana y su cuidado, y donde aparecen la inteligencia artificial o los robots como entidades fundamentales. Se trató de una instalación y performance de una nanny que, a través de sensores, chequeaba el pulso, la temperatura y el ritmo respiratorio de un bebé. Y con su cámara, conectada a un programa de reconocimiento facial, percibía los gestos del niño. Esto le permitió accionar reconfortando al bebé según sus necesidades, como cantándole canciones o historias para dormir. “Hicimos una convocatoria de bebes reales y parecía una locura para las instituciones, que siempre prometen ser vanguardistas. Hubo un bebé real en brazos de Robotika y la dinámica entre los dos fue impresionante”, expresó Fargas, “Robotika estaba ahí, no estaba con el celular”, agregó. “No queríamos una humanoide”, aseguró Gasparolo. La información que recopilaba Robotika a través del pequeño humano en sus brazos, le permitía evolucionar y cumplir con su razón de ser: preservar la raza humana y su desarrollo. “El arte pasa a ser solo diseño y diversión cuando toca solo los sentidos, pero no llega a la mente”, sostuvo Fargas. En el mismo salón se encontraba “Fósiles y restos parlantes del futuro”, del artista Juan Miceli y la


socióloga Lorena Paz, que idearon la obra el año pasado con ayuda de una beca del Fondo Nacional de las Artes. Una video-instalación interactiva proyectada pero no en una pantalla, sino en la tierra. La producción indagaba sobre las formas humanas en el pasado, la de los fósiles en el futuro y si estarán unidos o mezclados con restos de artefactos y tecnología. Una réplica de la realidad: pedazos de plástico, celulares y otros deshechos fueron arrojados al medio ambiente y giraban alrededor de seres vivos. En la muestra, estos rodeaban a un pájaro posado sobre una piedra. Piezas de cerámica flotaban por encima. “Yo entiendo así al arte. Nunca está en la sala ni en el taller, está flotando en el medio”, expresó Miceli. Los objetos cerámicos parecían partes del cuerpo, como una nariz o una boca, y encajaban en las caras de las personas. Miceli quiso trabajar, con ellas, el concepto de “unificación”, y de “universal”, y la relación entre los dos. “Todo se puede tocar”, invitó. Como en la mayoría de las exposiciones del evento, esta también surgió de preguntas sobre lo que vendrá, como ¿qué será de nosotros en el futuro? Y a través de códigos QR ubicados en distintas zonas del lugar, el público podía obtener registro sonoro de la opinión de sociólogos, paleontólogos, psiquiatras o artistas que responden la interrogante. “Todo flota porque no es una muestra apocalíptica. Los fósiles flotan, ya no responden pero se pueden tocar. Aunque todo termine, algo va a volver a salir”, explicó Miceli. Como tercera obra imperdible del evento, estuvo “Colonia”, una bio-instalación sonora de Darío Sacco, en el Sótano Beat. Perteneciente a la exposición “Entre el arte robótico y la biorobótica”, donde más de uno de los proyectos fue ideado por egresados de la Diplomatura en Arte y Robótica


de la UMSA (Universidad del Museo Social Argentino). La producción de Sacco se compuso de deshechos y materia en desuso, que alimentaban la luz y el movimiento en la instalación, y así generaban un sonido remitente al de una selva o un bosque. La tierra y las bacterias generadoras de energía. Las obras del sótano fueron creadas por “artistas que trabajan con la capacidad de reinterpretar la naturaleza y la biología para traducirlas en algún tema social", explicó Daniel Álvarez Olmedo, director de la Diplomatura. En este caso, la deforestación y otras formas destructivas en las que los humanos accionan sobre el medio ambiente.


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