Cuentos para el andén Nº52

Page 10

andéndos

La resonancia Lidia Sanchis

ES agradable ir al hospital en sábado por la mañana. El aparcamiento está medio desierto a estas horas y no hay apenas movimiento de conductores desesperados buscando un hueco. El sábado es un día en el que sólo habría que ir al hospital a conocer a un niño que ha nacido o incluso a parirlo tú misma. Nadie debería morirse en sábado. Sólo nacer y reproducirse. En información pregunto dónde está la sala de resonancias. —Por esa puerta, a la izquierda, casi al final del pasillo. Un cartel con una flecha me indica el lugar y paso a la sala de espera. En la habitación sólo hay una persona, un hombre que observa fijamente la pantalla de su teléfono móvil, intuyo que esperando alguna respuesta. Saludo y me siento en el extremo más alejado de él. Encima del mostrador hay un letrero que dice que a los pacientes se les irá llamando por turno. Se les pide que esperen sentados. Me apetece completar la orden y escribir "y no se les ocurra hacer ninguna tontería". No lo hago, claro. Después de unos minutos la puerta de la sala de resonancias se abre y aparece una mujer. El hombre levanta por fin la vista del teléfono. —¿Ya está? —Sí. Ahora es ella la que saca el móvil del bolso y llama. —Papi, ya he acabado. ¿Dónde nos vemos? La mujer tiene unos cuantos años más que yo pero llama a su padre papi. Siempre me han reprochado que sea poco cariñosa. Y es que así no se puede. Una enfermera joven, rubia y con piercing, un arito en la aleta izquierda de la nariz, dice mi nombre. La corrijo.

10


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.