Unas semanas después de su nacimiento, Delia empezó a notar que en el cuerpo de Kor, no crecía lana y que tomaba un aspecto diferente, convirtiéndose en una nubecilla blanca, esponjosa y redondeada. Una verdadera nube caída del cielo que se había posado encima de las cuatro patas de su hijo.