Cuba Nuestra 26

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Es difícil determinar con certeza la cantidad de personas reagrupadas como consecuencia de las órdenes dictadas por Weyler. Stephen Bonsal, agudo observador norteamericano a decir de Foner y al que también alude el historiador cubano José Manuel Cabrera , nos aporta datos difícilmente cuantificables por carecerse de fuentes fidedignas. Estimaba para diciembre de 1896 unos 400.000 cubanos no combatientes que catalogaba como reconcentrados en lugares escogidos o no con ese objetivo, pero en todo caso considerados como destino para “servir a una política de exterminación”. Otras fuentes yanquis sitúan el número de concentrados entre 500.000 y 600.000 cubanos. Igualmente son diversas las estimaciones sobre el número de fallecidos en estas concentraciones, difícil de cuantificar toda vez que no se llevaban registros de los muertos y sus causas. Carlos M. Trelles y Govín, historiador cubano, afirma que por estas causas murieron “no menos de 300.000”, incluyendo al parecer los residentes habituales de las ciudades, antes de la medida, y que no fueron reconcentrados como tales, y los que murieron “por incumplir la orden”. La mayor parte de las fuentes de la época están de acuerdo en la cifra de 50.000 desaparecidos sólo para la provincia de La Habana. El político y abogado español Álvaro de Figueroa, conde de Romanones, habla de 300.000 reconcentrados agonizantes y famélicos muriendo de hambre y de miseria alrededor de las poblaciones en las que fueron reagrupados. Y el célebre político e intelectual de ideas progresistas en la contienda por el poder en España, a principios del presente siglo, José Canalejas, afirmó “que aún antes de terminada la guerra cubana, entre los muertos caídos en el campo de batalla, por las enfermedades y la reconcentración decretada por Weyler, ascendían aproximadamente a la tercera parte de la población rural de Cuba”. A este respecto otro historiador cubano, José Cantón Navarro, ya citado, nos apunta que la monstruosa medida, no dio los resultados que España esperaba. Si bien es cierto que aniquiló gran parte de la población civil y causó estragos entre las filas insurrectas, también obligó a miles de hombres, cubanos o vinculados a Cuba, a tornar las armas contra la metrópoli, todo esto provocaba a su vez una ola de indignación contra España en muchos países del mundo. No obstante, afirma, el curso de la guerra siguió favoreciendo a las armas cubanas, cesando la reconcentración hacia marzo de 1898, ya sustituido Weyler y en pro de la política pacifista que imponen las circunstancias. Sin embargo pese a las pésimas condiciones de vida en los campos de concentración, los campesinos cubanos la consideraban menos peligrosa que 37

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