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Sin vagina, me marginan: Heroínas en tacones, por Edgar Genaro Deza Alejo.

Sin vagina, me marginan: Heroínas en tacones

escribe: Edgar Genaro Deza Alejo

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La figura de heroínas y héroes en el imaginario fílmico nacional está cimentada por personajes que exploran su identidad tanto de forma individual como colectiva, tienen como escenario la violencia política, lo andino, lo urbano y, últimamente, con mayor atención por los usuarios, la comedia. Ante este panorama, la figura de sexualidades disidentes va tomando un espacio en el repertorio de películas LGTB en el Perú, como el caso de Sin vagina, me marginan dirigida por Wesley Verástegui, y protagonizadas por Javiera Arnillas y Marina Kapoor. Una película aparecida en el 2017.

Sin vagina, me marginan es la historia de Barbie y Microbio, heroínas disidentes, quienes experimentan las varias formas de violencia y las enfrentan con tono burlón en la ciudad de Lima. Los espacios, personajes secundarios, léxicos e imaginarios homofóbicos son los marcos donde se desenvuelven ellas. Es una película del género de comedia que entretiene por la forma singular de relatar las experiencias de las protagonistas como la discriminación de la sociedad, la ausencia de la familia, la precariedad del trabajo, el acceso a la salud pública y la consolidación de una relación amorosa.

Wesley Verástegui, como director y guionista, refresca este panorama urbano o andino que varios creadores fueron construyendo durante los últimos 30 años. Verástegui decide experimentar con una imagen contemporánea de la sociedad peruana, la que usa coronas de plástico, labiales y tacos de colores intensos.

El ritmo acelerado, la música y las tomas de la cámara son una parte importante en la lógica de la película. Lo que sugiere que la comunidad trans vive diariamente como si fuera el último de su vida en un espacio donde las prácticas disidentes atraen la atención y la violencia hacia ellas.

Los tacos que no solo se limitan en embellecer la apariencia física de una persona, estos sirven para medir la calidad de la película, y Sin vagina, me marginan traza una línea muy alta en este tipo de género en el contexto nacional, el cual remarca ser única en su género. El deseo de Barbie es el eje central de la narrativa, ser una mujer hecha y derecha, máxima figura que motiva a la protagonista a lidiar con las tensiones sociales que atrae su sexualidad disidente.

Las protagonistas, quienes ocultan sus nombres bajo los apodos de Barbie y Microbio, se sumergen en la caótica ciudad capitalina, donde se enfrentan a las variadas representaciones de la sociedad que homofóbica, clasista y racista no se detienen en desanimar a las protagonistas, incluso en los espacios familiares donde se supone que son los mejores lugares de resguardo para cualquier persona.

Ante toda la parafernalia verbal y visual, hay momentos emotivos que dejan apreciar el lado humano de Barbie y Microbio, donde resaltan las prácticas naturalizadas hacia las ciudadanas LGTB como la exclusión, el abandono y el maltrato. El filme de Verástegui es, sin duda, una de las pocas películas serias sobre las sexualidades en el Perú, donde la voz sincera y sin censura, y acompañadas por las actuaciones de Javiera y Marina, tan atinadas, ácidas y jocosas, son la fórmula idónea para realizar esta película tan hilarante, social y emotiva.

Esta es una película que se necesita ver, no solo por la crítica ácida sobre la sociedad peruana y el maltrato hacia la comunidad LGTB, sino por la calidad estética, el uso certero de las tomas acompañadas con una buena música de fondo, el buen manejo de dirección, la creación del guion y una espléndida actuación de las actrices. Estas cualidades hacen que Sin vagina, me marginan sea un trabajo único e inolvidable en la filmografía nacional. / /