
4 minute read
FeLipe FLoreS núñez Pág
Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Advertisement
Los desafíos de Morena
Surgido como un movimiento social en una coyuntura histórica propicia ante los abusos y excesos de los gobiernos del PRI y el PAN, Morena está muy lejos todavía –aun ostentando el poder– de configurarse como un auténtico y poderoso partido político.
En plan propositivo se diría que está en vías de madurez, que en ese trance hay margen para errores y hasta excesos, que en el tránsito de concretar su consolidación en 2024 Morena tiene aún tiempo para enmendarse.
Ojalá que así fuera, por el bien de la vida política, por un necesario reacomodo de fuerzas competitivas y por abonar a una mayor y mejor democracia, pero tal parece que así no será.
En una ruta prospectiva, hoy es inimaginable suponer lo que podría acontecer en los siguientes y no menos importantes episodios que Morena deberá afrontar, tras la sucia elección de sus consejerías durante el pasado fin de semana.
Ciertamente, tales sucesos no son el mejor referente, ni conceden posibilidad alguna para suponerle buenos augurios.
Pareciera entonces que las batallas por venir en su vida interna, seguirán dejando heridos en el camino.
En la agenda morenista figura todavía la declaratoria de validez de la elección congresista, para lo cual tendrá que resolver un buen número de recursos impugnatorios. Del desarrollo y los resolutivos de este trance, que vendrán desde la cúpula, dependerá mucho el devenir. No todos quedarán conformes.
Resueltas las Consejerías, días después vendrá la elección definitiva de los cuadros directivos en el país, proceso que prevé nuevas disputas.
Luego se designará al nuevo presidente nacional; otras escisiones.
Ya en la víspera de 2024 vendrá, nada menos, la elección de candidatos; la marabunta.
A la presidencia de la República.
A los gobiernos estatales, incluyendo Puebla.
A las senadurías.
A las diputaciones federales y estatales.
En todos los casos surgirán discrepancias, confrontaciones, traiciones, fuegos cruzados.
Muchos saltarán del barco.
No reconocer ni aprender la lección, tras los recientes disturbios, es tanto como condenar a que se repitan.
Por las reacciones vistas, tal parece que nada grave ocurrió. Eso al menos lo insinúa el propio líder moral y fáctico del Movimiento de Regeneración Nacional.
Tras el vasto cochinero que incluyó robo y quema de urnas, descarados acarreos, compra de votos y perverso uso de programas sociales, el presidente Andrés Tras el vasto cochinero que incluyó robo y quema de urnas, descarados acarreos, compra de votos y perverso uso de programas sociales, el presidente Andrés Manuel López Obrador se mostró más que complaciente. “Fue una buena jornada democrática”, dijo.

Manuel López Obrador se mostró más que complaciente.
“Fue una buena jornada democrática”, dijo.
Y hasta felicitó a los organizadores, Mario Delgado y Citlalli Hernández.
Si acaso, López Obrador reconoció que hubo algunas conductas, como el acarreo e inducción al voto, pero minimizó al sugerir que “son normales” y eso ocurrió “en muy pocas casillas”.
“No fue generalizado, pero hay que mejorar cada vez más estos procesos para que no haya violaciones”.
Un leve coscorrón para quienes incluso cometieron delitos.
Y hasta una advertencia, quizá, del nivel de solapamiento que pudiera concederse para futuros procesos selectivos, de adentro y de afuera.
Fueron pocas, aunque muy válidas, las voces discordantes, como la del senador Ricardo Monreal, quien incluso consideró que Morena debería ofrecer una disculpa a sus militantes fundadores y a quienes participaron de buena fe en el proceso interno, por la forma en que se desarrollaron los comicios.
Ya identificado por no coincidir a ciegas con los altos mandos, Monreal propone hacer una reflexión ahora sobre el futuro de Morena. “No conviene enterrar simplemente el episodio e intentar que todo se borre con el trayecto de las horas. No.”
“Para mí no hay molestia, hay tristeza, porque no luchamos para eso, porque nosotros fuimos víctimas de prácticas que siempre combatimos y no podemos admitir que se trasladen a Morena. No debemos admitir, por ningún motivo. Hay que luchar y hay que generar condiciones para recuperar el origen y la esencia de nuestro Movimiento”.
En ese mismo tono se ha expresado el diputado federal poblano Alejandro Carbajal Hidalgo, quien coincidió en ofrecer disculpas a la verdadera militancia de la izquierda por permitir “el agandalle” en el proceso de renovación de consejeros estatales.
A su juicio, fue evidente el acarreo de personas y la compra de votos por parte de quienes buscaron hacerse del control del partido, lo que provocó que los verdaderos militantes y simpatizantes se quedaron a un lado, sin oportunidad de formar parte del Consejo estatal.
Bueno, hasta el siempre fiel e incondicional a la 4T Gibrán Ramírez, uno de los fundadores, se enlistó entre los inconformes y dispuestos a impugnar ante la autoridad electoral.
El politólogo dijo que la elección interna “fue una competencia de quién defrauda más: el acarreo, la competencia, la compra del voto, son causales suficientes para que se anule y lo vamos a pelear jurídicamente”.
Desde luego que no habrá disculpa alguna. El que ganó, ganó, así sea con las triquiñuelas que los morenistas auténticos tanto repudiaron.
Así el panorama, las aguas en Morena empezaron a enturbiarse. De no serenarlas, el diluvio será incontrolable. Un tsunami.
Bien cabe ahora la convocatoria para avanzar con unidad en aras de mantener y hasta acrecentar el poder. El desafío luce difícil, complejo, casi imposible.
Morena está ahora ante la oportunidad de acreditar que puede ser un partido de grandes ligas y, para ello, está obligado a recurrir a las finas armas que concede la buena política, que implica curar heridas, concertar y negociar.
De otro modo seguirá lejos, muy lejos de configurarse como un auténtico, democrático y poderoso partido político.

