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A ocho años del sistema nacional anticorrupción
Yo sí creo que hay un tema cultural, lamentablemente, que ha provocado corrupción en todos los ámbitos y órdenes, tanto privado como público; no es un tema exclusivo del orden público y se alimenta de ambos lados y ha sido así
Enrique Peña Nieto
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Lo puedo decir ya: se acabó la corrupción, el bandidaje oficial; ya no van a seguir robando. Desde luego que no se acepta el influyentismo ni la corrupción; ya se acabó el moche Andrés Manuel López Obrador
Se han cumplido, este 2023, ocho años de que se implementó una reforma constitucional para combatir la corrupción, combate que existe desde hace muchos, pero muchos años.
Basta con recordar los tiempos del presidente Miguel de la Madrid, cuando se gritaba a los cuatro tiempos: “papelito habla”, con la intención de que los gobernados exigieran un documento ante las autoridades administrativas de sus trámites y que no fueran afectados en sus derechos y sorprendidos por chantajes.
Esta reforma constitucional del combate a la corrupción se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 27 de mayo de 2015, con la intención de perseguir y acabar con la corrupción, que estalló so-
Misa En La Ciudad Eterna
bre el caso más emblemático: la compra de la denominada “Casa Blanca” de Lomas de Chapultepec, en Ciudad de México, por el presidente de la nación de ese tiempo, proveniente de negocios oscuros entre un contratista y la Presidencia del país, lo que debió provocar la destitución y el enjuiciamiento penal del presidente, pero terminó en una reforma constitucional más.
Después de una diversidad de cambios a las leyes administrativas, derogación de algunas y la creación de otras –como el caso de la ley general de responsabilidades administrativas–, lo cierto es que no se generó un cambio, salvo que las autoridades, supuestamente, se cuiden más, pero sin evitar la corrupción.
Incluso, la sensación generalizada es que la corrupción en esta administración publica federal, contrariamente a lo señalado desde el Palacio Nacional, se ha incrementado y que, por cierto, no ha podido contenerse. Pareciera que resultó contradictoria esa reforma constitucional, que se trata de procesos complicados que involucran a una gran cantidad de autoridades; que al final se duplican las funciones. Todo ello en atención a que resultó ineficaz ese cúmulo de reformas legales y constitucionales.
Los dichos de que “el que no tranza no avanza”, “un político pobre es un pobre político” y muchos más son reflejo de que esa corrupción ha quedado perpetuada en las nuevas generaciones.
Basta con observar en las universidades que la gran masa de estudiantes a lo que aspira es a un puesto político, como para ver “qué pepenan”, sin interesar cuál es la función que se realiza en ese cargo público, a quién pueden servir sus conocimientos, trabajos, etcétera.
Lo cierto es que hoy estamos en una de las crisis más graves, que consiste en acostumbrarnos a toda esa serie de prácticas indebidas, pues hace 10 o 15 años había aún rincones de la administración pública federal que anteriormente ni se consideraban parte de la corrupción, pero que ahora han cundido por todas los sitios y en todos los rincones, sin que a alguien le inte- rese resolver estos problemas.
Si bien se siguen judicialmente las grandes corrupciones, como el caso de Segalmex, en esta administración publica federal, en la mayoría de casos de corrupción no sucede eso; por el contrario, se deja que pasen esas actuaciones.
Incluso, la corrupción callejera es exagerada; es decir, la del jefe de una oficina gubernamental, de los notificadores, verificadores, que ahora cuentan con rienda suelta para hacer lo que se les ocurre, con el escudo de una credencial, de una licencia o como se le quiera denominar.
Evidentemente no hay más limitante y el grito de guerra es “que cada quien haga lo que quiera”, lo cual demuestra que esa reforma constitucional no fue la salida para acabar con la corrupción.
Como es normal, nos equivocamos de camino, con esos sucesos de la Casa Blanca de Ciudad de México del presidente de la administración pública federal. El camino era otro: procesar penalmente al titular de la administración publica federal, más que una simple reforma constitucional.
La prueba está en que al no haber tomado ese camino ni fincar responsabilidad a ese funcionario hoy la corrupción es incontrolable y desde el pedestal más alto de la actual administración pública federal pasa desapercibida.
Mensaje De Uni N
En la catedral de la Angelópolis, Andrés Torres, vicario episcopal de la Arquidiócesis de Puebla, presidió la misa dominical, en donde exhortó a los feligreses a buscar la unidad en la vida diaria, pese a que la sociedad se encuentre polarizada


