La divina comedia dante alighieri

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y el humo del arroyo tal niebla les hace que del fuego salva el agua y las orillas. Como los Flamencos entre Gante y Brujas, temiendo las olas que se les avanzan levantan diques para que el mar se aleje; y al igual que los Paduanos a lo largo del Brenta para amparar sus castillos y pueblos antes que el Carentana el calor sienta; de tal manera estas riberas, aunque no eran tan altos ni tan gruesas, cualquiera fuese quien las construyera. Ya de la selva nos habíamos alejado tanto que no podía verla desde donde estaba aunque me hubiera vuelto a mirar atrás, cuando de almas encontramos una hilera cada una, viniendo por la ribera, mirándonos como suele en la noche mirarse uno al otro bajo la luna nueva, y para así vernos aguzaban la vista como mira el viejo sastre al ojo de la aguja. Escrutados así por esa tal familia de uno fui conocido, que me tomó por el ruedo y me gritó: ¡Maravilla! Y yo, cuando zafé de su brazo, fijé tanto la vista en su cocido aspecto, que aún a pesar de su abrasado rostro pude reconocerlo en mi intelecto; e inclinando hacia su faz la mía respondíle: ¿Vos aquí, maestro Brunetto? Y él: Hijito mío, no te desplazca si Brunetto Latino contigo un poco se retrasa y deja al tropel que vaya. Y yo le dije: Cuanto pueda os lo ruego; y si queréis que juntos nos sentemos lo haré, si place a aquel que va conmigo. Hijito mío, dijo, si alguno de este rebaño hace alto un instante, luego por cien años queda sin defensa bajo el fuego que lo hiere. Mas sigue adelante, que yo iré a tu lado, y luego alcanzaré a mi manada, que va llorando sus eternos daños. www.FreeLibros.me


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