L
Cartas a San José Querido San José:
os años me han enseñado a quererte mejor. Es cierto que en los relatos del Evangelio se te nombre pocas veces, pero eso basta para comprender la grandeza de tu misión y para atisbar la profundidad de tu fe, tu humildad, tu sentido de responsabilidad. Varón ilustre por la sangre, no viviste en palacios ni fuiste cortesano; en la sencillez bíblica la nobleza no está aliada con el poder ni el dinero. Tenías un oficio, de carpintero decimos nosotros, pero eras mucho más, herrero con seguridad, fabricante de pequeñas artesanías probablemente. Tu taller tuvo que tener una buena reputación por tu seriedad, por lo minucioso de tu trabajo, porque no fuiste nunca un tramitador, eso tan corriente en nuestros “maestros chasquillas” que hacen las cosas a medias y que nunca se sabe si las harán a tiempo. Cuánto tendríamos que aprender de ti, San José, en el orden del trabajo realizado con dignidad, hecho bien y con amor, sabiendo que el trabajo humano es la colaboración del hombre al octavo día de la creación. Por algo la Iglesia te hizo el patrono de los trabajadores y bautizó con tu nombre la fiesta del trabajo, símbolo por largos años de una odiosa lucha de clases.
STAFF
Representante Legal: Mons. Héctor Vargas Bastidas Director: Pbro. Rogelio Henríquez Sepúlveda Administración: Agrupación de Hombres Católicos Periodista: Marcela Urrutia Moscoso Secretaria Administración: Virna Santos Salinas Diseño y Diagramación: Mario Ramírez Arriagada Correo electrónico: periodistaobispadotco@gmail.com web: www.obispadodetemuco.cl Comunicaciones Obispado Temuco @obispadotco Edición Nº 70 / www.obispadodetemuco.cl
2
Revista Buen Pastor
Te veo en tu taller, sereno, concentrado, amable con los visitantes echando un parrafito con ellos, aunque no parece que hayas sido muy hablador. Discutiendo a veces con alguno que quería aprovecharse de tu bondad para no pagar lo justo. Me imagino que más de un disgusto tuviste cuando tu mensajero Jesús llegó diciendo que el vecino Jonás o la vecina Raquel no le habían cancelado porque “estaban ocupados” o porque –pretexto ciertamente- le encontraban fallas al trabajo ejecutado. Si le hemos oído tantas veces a los pobres que esperan el pago de algunos “pololitos” para comer, y los hacen volver dos o tres veces sin pensar en los sacrificios que les imponen. Así es la vida del pobre y tú, José querido, te la sabes de memoria.
Extracto de “Cartas a San José“ de Monseñor Guido Rodríguez Letelier.