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Cuando la comida queda, salada, o quemada

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Generación

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Mi Abuelita siempre cocinaba muy rico. Pero un día, puso un pastel quemado delante de mi Abuelito. No un poquito quemado, sino negro como carbón.

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Esperé a ver qué iba a decir mi abuelito. Pero, él sólo comió el pastel y me preguntó cómo había sido mi día.

Luego, oí a mi abuelita que le ofrecía disculpas por su cena.

Nunca olvidaré la respuesta de él: “Querida, me gusta tu pastel”, luego le besó en la frente y ella le sonrió tranquila.

Más tarde, le pregunté si él le había dicho la verdad.

Él puso su brazo sobre mis hombros y dijo: “Tu abuelita tuvo un día difícil en el trabajo. Estaba cansada. El pastel quemado no me hizo daño. Pero... una palabra áspera la podía haber herido”.

Todos cometemos errores. No deberíamos castigarnos mutuamente por ellos, sino aprender de eso y apoyar a aquellos que amamos.

Créditos a quien corresponda

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