Como tumores o mariposas nocturnas, viven en mí los que ya no están. Duelen como los huesos en los días de humedad o las quemaduras en los días de sol. Armoniosos calambres trenzan mis músculos y me hacen bailar en la cama. Como lo juguetes de un niño que creció o la cuchara limpia del hambre, duele este dolor llevadero.
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