7 minute read

La tecnología del ozono. Una proyección histórica

Por la Dra. Mar Pérez Calvo. Director Técnico de Cosemar Ozono

Todo tiene una historia, y esto lo sabe Felipe Debasa mejor que nadie. Aventurero, historiador, abogado, profesor de universidad y director de una Cátedra de investigación y de un Máster oficial, su espíritu inquieto le lleva al viaje continuo, tanto en sentido literal como a nivel espiritual, en busca de conocimiento. Supongo que así es como llegó a algo tan aparentemente alejado de su ámbito como el ozono: de la Historia a la Química en esa dicotomía excluyente a la que nos fuerza el pragmatismo de la Educación imperante. Pero mejor que nos lo cuente él mismo:

¿Cómo llegaste al mundo del ozono, Felipe?

En Europa llevamos vidas tranquilas en las que normalmente no hay imprevistos. Pero en el pasado no era así, especialmente antes de que funcionara la Unión Europea. El siglo XX fue atroz y duro, con las guerras mundiales, los campos de concentración, el Telón de Acero, etc. Los historiadores (Azcona) sostienen que el pasado estaba plagado de acontecimientos fortuitos, esos que aparecen sin avisar y cambian la vida y la historia.

El siglo XXI comenzó con el efecto 2000 de los ordenadores, siguió con la gripe aviar, la crisis económica de 2008, la influenza mejicana y el ébola. Aunque todos podrían ser considerados acontecimientos fortuitos, su impacto en la sociedad en general fue escaso. Empero el que sí nos cambió a todos fue el COVID de 2019, que transformó la sociedad acelerando los cambios en la digitalización y obligó a muchas personas a reinventarse.

En mi caso, aproveché la pandemia para adentrarme en el mundo del ozono e investigar su historia. Esto me conectó con personajes que tenía trabajados como Nikola Tesla.

Una vez llegado, ¿qué te hizo quedarte? ¿Qué es lo que te apasionó de esta tecnología?

La vida académica de un profesor universitario se completa con más actividad que las clases. Una vez salimos del aula tenemos que investigar, realizar estancias en otros centros universitarios, tener producción científica y divulgar el conocimiento. En el caso de la investigación podemos firmar acuerdos con empresas e instituciones que apoyen e impulsen nuestra actividad.

Gracias a Cosemar pude quedarme en el ozono de manera científica y académica. Ya he presentado un trabajo en un Congreso Internacional y he enviado una publicación que lleva por título: Pandemias, Ozono y IV Revolución Industrial, que ha sido aceptada y que por tanto estará disponible a lo largo de 2023. Todo esto gracias a la colaboración firmada entre las Universidades UDIMA, Rey Juan Carlos y Cosemar.

En la universidad tenemos líneas de investigación bien definidas, y una de las mías es la transformación social a través de la tecnología. Cosemar me permitió quedarme en el ozono, analizar su papel transformador en la sociedad y establecer conexiones entre los impulsores de la época como Benjamín Franklin, o Nikola Tesla. Así afirmo que guardan relación con el ozono tanto el pararrayos como el vehículo de Elon Musk. Eso es lo que explico en las clases que imparto en el CPO que dirigen Ángel Sereno y Mar Pérez Calvo. También estoy aprovechando para rescatar el nombre de sus descubridores y pioneros, como Van Marun, Schönbein y Soret, que vivieron en los siglos XVIII y XIX. Los historiadores tenemos que trabajar con fuentes primarias y originales, y en este sentido manejo docu- mentación de época como cartas personales o documentación de las sociedades científicas del momento, así como publicaciones originales del siglo XIX. Aunque por la pandemia percibimos que el ozono es algo moderno y actual, Mordecai B. Rubin señala que: “entre 1839 y 1868 se lograron progresos increíbles” dentro de un empirismo “que también provocó pasos en falso”. Por tanto, hablamos de algo que se descubre hace casi 250 años y que tiene su época dorada hace más de 170 años. Como vemos, no es algo de antes de ayer, y por eso reivindico la colaboración de los historiadores con aquellos que crean valor añadido.

Desde tu perspectiva, ¿cómo crees que el ozono puede ayudar al mundo actual?

El ozono es una tecnología, y como toda tecnología tiene un gran potencial transformador. Ahora bien, cada tecnología plantea un dilema sobre su uso, aceptarlo o rechazarlo. En el caso del ozono he comenzado focalizando los siglos XVIII y XIX. Cuando analice el siglo XX estudiaré las causas que eclipsaron esta tecnología tras la II Guerra Mundial. No obstante, puedo ya señalar que su origen tiene que ver tangencialmente con los acuerdos de Bretton Woods de 1944 y el excesivo peso del complejo industrial militar norteamericano que se articula durante la Guerra Fría.

El ozono tiene la ventaja frente a otros compuestos químicos e industriales de que, tras su uso adecuado, no queda residuo contaminante. Proviene de la naturaleza y es extremadamente amigable con el medioambiente. Su manejo no requiere de habilidades físicas, pero sí de una grandísima formación. Sus usos son tan amplios que aún están muchos por implementar.

Por eso afirmo que hay un gran campo para la investigación y la innovación. Pongo como ejemplo que esta entrevista la estoy contestando mientras realizo una estancia de investigación en el sureste asiático cerca del ecuador, un clima tormentoso y excesivamente caluroso a la vez. Las habituales estancias con moqueta generan un peculiar olor poco agradable que yo identifico con esta parte del plantea. Y cada vez que llega a mi pituitaria pienso: “¡Cuánto podría hacer aquí el ozono!”, y máxime cuando además hay mosquitos. Pero esto me ha pasado en otros lugares como República Dominicana, Guinea Ecuatorial o, sin ir más lejos, en mi casa de aldea en la provincia de Lugo, donde resolví a mis vecinos un problema de insectos en las alacenas de las carnes secas. En mis estancias académicas he identificado al menos una decena de oportunidades donde el ozono se podría aplicar con una finalidad: hacer la vida más fácil a las personas eliminando además situaciones de riesgo sanitario.

¿Qué crees que hace falta en el sector del ozono para que esta tecnología se imponga cada vez más como solución en la agricultura, la potabilización de agua y la Salud Pública?

El sector del ozono necesita investigación, pero también mucha divulgación científica y trabajo grupal desde la empresa y la industria para formular un nuevo relato frente a los que ven en el ozono un riesgo a sus intereses y lo atacan impunemente. El ozono es, sobre todo, una tecnología sostenible y respetuosa con el planeta. El ozono es la solución a muchos problemas que aparecen en la agricultura y en la potabilización del agua. También ayuda a mejorar la salud pública en muchos aspectos y hay indicios de que su uso podría reducir el consumo de algunos medicamentos. Pero para ello hace falta muchos recursos económicos en investigación científica y en patentes, y la industria debe plantearse grandes actuaciones y desafíos en conjunto. La colaboración con la universidad, como el caso al que yo represento, es un pequeño paso al respecto.

Hay mucho margen para desarrollar pequeños artefactos que hagan la vida más cómoda en aspectos que todos los que sepan del tema tienen en la cabeza, pero todavía hace falta mucho trabajo administrativo.

Participas, como docente, en el Curso Profesional del Ozono incluido como Título Propio en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), en la que eres, asimismo director de una cátedra de investigación.

Después de haber cursado tú mismo el módulo de Sanidad Ambiental. ¿Qué opinión tienes sobre el CPO?

El ozono sin formación no sirve absolutamente para nada, y si la formación no es de calidad, además

En 1904 Nikola Tesla es el 1º en comercializar aceite ozonizado resulta peligroso. Tras haber sido alumno del CPO, afirmo que, si la industria continúa desarrollándose y no sufre un nuevo parón como el acaecido tras la II Guerra Mundial, los cursos como el CPO, serán algún día habilitantes para una profesión que estará certificada y regulada.

Durante la pandemia hemos visto personas sin escrúpulos que vendían tratamientos de ozono de forma temeraria, y otras que fruto de la desesperación lo aplicaban sin ningún tipo de rigor. Estas actuaciones, sumadas a la agresiva campaña de los competidores del ozono para desinformar sobre su uso, convierten en indispensables los módulos de Sanidad Ambiental como el CPO.

Como decimos, el CPO acerca la tecnología del ozono al campo de la Educación en un intento de darla a conocer como opción de negocio a estudiantes y emprendedores; a este respecto, en tu opinión, ¿qué posibilidades y qué sentido tiene que la universidad y la empresa vayan de la mano para generar valor social?

Algunas voces critican a la universidad por ser poco ágil, a lo que hay que responder, que, si la universidad tiene voluntad, la Ley ofrece marcos de colaboración público-privada e interdisciplinar. A lo largo de esta entrevista he dejado claro que pienso que el ozono tiene mucho recorrido todavía y que por tanto es una opción válida para los emprendedores. Empero, como cuando les pongo los exámenes a mis estudiantes y les digo que son ejercicios para pensar y no para vomitar conocimientos aprendidos de memoria, tras un CPO sobre ozono, el emprendedor necesitará sentarse a pensar en el modo de aplicar esos conocimientos. La reflexión le abrirá un sinfín de caminos que deberá explorar científica y empresarialmente.

Para terminar, ¿qué crees que puede hacer el sector del ozono para adecuarse a los tiempos?

Sin duda trabajar en la construcción del relato con acciones divulgativas, aulas experimentales, documentales e incluso , por qué, no, un canal científico y académico en YouTube.

Al igual que el galvanismo tiene su exponente cultural en la obra Frankenstein, el ozono debía tener la suya en una película o serie de Netflix sobre Tesla. Pero para eso hacen falta muchos recursos.

Lanzo el guante: ¿Para cuándo una serie histórica con una trama novelada con arco dramático, héroe y antihéroe, sobre el descubrimiento del ozono? Si algún productor o director lee esta entrevista, me ofrezco como asesor histórico.

Servirá también para demostrar otra de mis hipótesis: que los fundamentos de la sociedad actual y de la IV Revolución Industrial no están en el siglo XX, sino en la Revolución Científica en los siglos XVII y XVIII.

This article is from: