Revista COSAS - Edición 591

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Ana Trelles y Julio Rodríguez con Lucas, nacido el 21 de febrero de 2015.

Ana recuerda que, entre los cambios experimentados por su organismo a causa de los tratamientos y las hormonas, estuvo el aumento de peso y, especialmente, los cambios emocionales: “Tenía las emociones descontroladas”, afirma.

Trelles se enteró de que estaba embarazada un día antes de su aniversario de bodas.

“Yo decidí ser madre porq ue me nació del alma, no por pres social. ¡Por algo lo decidí ión 40!”, afirma la periodista, a los quien hoy radica junto a su esposo y su hijo en España.

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en el que, devastada, me dije a mí misma que tenía que parar, que seguir era hacerme daño. Fue una actitud sana, de cuidado conmigo; pero mi doctor, Ernesto Escudero, y mi esposo, me convencieron de que lo intentara solo una vez más. Acepté muy desganada. Fue entonces cuando, finalmente, quedé embarazada. ¿Cómo fue para ti todo el proceso? Fue bien complicado, porque, si bien hay unos pasos claros que se deben seguir, luego, según cada mujer, eso va cambiando. Mi sensación personal era de ilusión, pero luego de tristeza profunda. Era un sube y baja atroz. Una vez lloré tanto que no pude salir al aire en un noticiero. Se me ocurrió la pésima idea de hablar por el celular (con audífonos) con el doctor para que me diera unos resultados, y la respuesta fue negativa. Yo estaba manejando camino al trabajo, y, cuando llegué al canal, era un mar de llanto. Mi jefa, Ana María Rondón, tuvo a bien llamarme y mandarme a mi casa, cosa que le agradezco hasta el día de hoy. Finalmente, llegó el día en el que te enteras de que estabas esperando a Lucas... Nadie me dijo que estaba embarazada. No tuve el clásico “felicitaciones, estas esperando”. No. Mi historia es la siguiente: luego de hacer mi último intento a regañadientes, como te conté, me vine a España porque era hora de tomar vacaciones. Mi esposo y yo llegamos a Madrid días antes del 30 de junio, fecha de mi cumpleaños número 42. El 1 de julio, es decir, al día siguiente, me tocaba hacerme la prueba de embarazo. Yo tenía mi plan B, que consistía en lo siguiente: apenas saliera negativo, me iría a la agencia de viajes a comprar pasajes para Holanda, un país que siempre quise conocer. Por recomendación de mi doctor, me compré un test de embarazo casero antes de ir a torturarme a un laboratorio. Justo después de hacerlo, casi me desmayo: se marcó la cruz positiva y yo no podía creerlo. Salí del baño como pude, con mi palito en la mano, y mi esposo estaba en la sala, así que lo llamé. “¡Julio!”, le dije, emocionada. Inmediatamente supo lo que estaba pasando; volteó a mirarme y me dijo: “Calma, esto es solo el comienzo”. Al día siguiente, día de mi aniversario de bodas, recogí el resultado: superpositivo. Desde ese momento, una energía nueva me invadió. Todo comenzó a cambiar de manera radical en mi vida. n


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