A12
Semanario
Correo del Caroní
Patrimonio cultural
Ciudad Guayana Del 15 al 21 de julio de 2016
Tópicos y Semblanzas n Américo Fernández
26
de julio de 1943. El Orinoco comenzó a penetrar en la ciudad y el 8 de agosto la situación era catastrófica, según esta nota del bachiller Ernesto Sifontes: “La gran catástrofe llegó inesperadamente esta madrugada a las 3 horas, pues el río socavando el terreno por debajo de la pared de defensa que hay en la Quinta Valeri, determinó un volcán de agua incontenible que a las nueve de la mañana formaba un gran chorro de ocho metros de ancho que atravesaba la calle y caía sobre la Laguna. Ninguna defensa fue posible ante la imponente catarata que a la hora dicha había derrumbado varias casas que se encontraban en su camino. Es probable que dentro de 48 horas las aguas, entre la laguna y el río, se hayan nivelado y el desastre entonces será colosal, igual al registrado en 1892, en que las aguas llegaron por El Porvenir hasta la esquina de la casa de los Aristiguieta situada frente al Cine Mundial”. La crónica del 10 de agosto de Sifontes agregaba que: “El enorme chorro por la zona de los Valeri ha ido en aumento y ha derrumbado muchas casas. Otro chorro, el de La Glaciere que corre por la calle Piar es más impetuoso. En la esquina del Royal Bank se ha formado un puerto donde descargan las curiaras. Las aguas alcanzan el Mercado Público y el nivel de la laguna continúa aumentando y esta mañana estaba sobre la acera del Culí Maray y en el paseo del Porvenir. Tal vez mañana invadan la Plaza del Abanico y terrenos de la Ciudad Perdida”. La crónica del 10 de agosto comentaba que “en el Mercado las aguas no se han unido, el río pasó sobre los malecones y tapó todos los bancos del Paseo. Palazzi Hermanos lleva su clientela embarcada desde el Resguardo si previamente lo llaman por el teléfono 352. El Banco de Venezuela se mudó a la casa de Malvina Rosales. Las oficinas de obras públicas fueron mudadas frente a Afanador y la Compañía Venezolana de Navegación, frente a casa de de Fragachán. Los damnificados que habían sido alojados en los bajos del Hotel Bolívar fueron evacuados nuevamente. La bomba de la desecación y las bocas de las cloacas quedaron sepultadas por la inundación y el Resguardo sirve de atracadero a las curiaras. Las aguas de la Laguna llegan a la Bodega Titán y aceras de la Plaza Abanico. A algunos árboles de la Laguna sólo se les ve la copia. Las culebras y toda clase de roedores y sanguijuelas son aguardadas en las orillas por muchachos que los acusan y matan. La calle Venezuela amaneció inundada desde la Ciudad Perdida hasta el naciente, tres metros bajo el agua”.
La gran crecida del Orinoco El Orinoco reanuda su ciclo en mayo y crece, crece sin cesar hasta agosto que es como decir el mes tope de sus aguas y de las angustias ribereñas.
El Orinoco reanuda su ciclo en mayo y crece, crece sin cesar hasta agosto que es como decir el mes tope de sus aguas y de las angustias ribereñas.
El Orinoco reanuda su ciclo en mayo y crece, crece sin cesar hasta agosto que es como decir el mes tope de sus aguas y de las angustias ribereñas. Pero la de 1943 no ha sido la mayor, sino la de 1912, según las crónicas de ese tiempo. Aquel año de la década final del siglo XIX fue así. Creció incesante como nunca, se desbordó en cada curva y recuperó predios milenarios casi perdidos; arrasó cementeras y bohíos, inundó núcleos urbanos hasta los techos y se dislocó como un animal incontenible el río. Vulneró sus controles, resquebrajó La Muralla, rompió el dique enladrillado de La Carioca. La Alameda era un chorro vuelto corriente impetuosa hasta internarse en la Laguna El Porvenir y restregarse contra Cerro Azul. La Colina del Vigía quedó sitiada con sus mil edificaciones por las aguas turbulentas y las calles de la parte plana paralelas al río quedaron prácticamente sepultadas. Toda la ciudad parecía como flotando después de un naufragio sorpresivo. Tavera Acosta, Agustín Codazzi, Rafael Gómez Picón y Ernesto Sifontes, quienes recogen en sus estudios las crecidas extremas registradas por el Orinoco desde la fundación de Angostura, sostienen que la mayor ocurrió en 1892, específicamente el 10 de agosto, cuando alcanzó una altitud de 19,14 metros sobre el nivel del mar y cubrió la Piedra del Medio por pri-
mera vez. Para recordar el suceso fue fijada en el inmueble que hace esquina con el Paseo Orinoco y la calle Dalla Costa, justo donde estuvo el Banco Royal of Canadá, una placa de mármol. Otras crecidas famosas recuerda la tradición oral que se registraron en 1844, 1854, 1864, 1872 y 1890. Según la tendencia el Orinoco exagera su crecimiento cada decenio y cada cincuenta años. En 1943, también el 10 de agosto y a medio siglo de la que tapó la Piedra del Medio, se registró otra crecida espantosa. Entonces, la ciudad parecía una Venecia, se podía navegar en curiaras por las calles y ese año sí toda la nación estuvo pendiente y el Presidente de la República, Medina Angarita, vino a la ciudad para apreciar personalmente los daños y número de damnificados de la inundación. Entonces existía la “Ciudad Perdida”, latrocinio de fama marinera en todos los puertos del país que arrasó el río por completo y sobre cuyos escombros el Mandatario Nacional ordenó la construcción del actual Grupo Escolar Estado Mérida. En la Esquina del Sordo, en los propios predios de la Ciudad Perdida hubo hasta hace poco una placa que marcaba el nivel alcanzado por el Orinoco en el 43, prácticamente tocaba el techo de la primera planta del edificio.