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Tribuna

A2 Correo del Caroní

Ciudad Guayana lunes 9 de septiembre de 2013

Ranchitos

ellos Dicen

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“Por como está la situación, creo que todos deberíamos ir a votar. Es la única forma de que haya un cambio”. WILMARY ROJAS, habitante del sector Core 8, durante la visita del Comando Simón Bolívar

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“Prefiero jugar contra otro, para ser honesto. Sea cual sea, el cansancio no existe. Tienes que dejar todo ahí, y por mí no va a quedar. Voy a pelear por llegar bien preparado mentalmente, físicamente y tenísticamente”. RAFAEL NADAL, antes de jugar hoy la final del Abierto de EE UU

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“En 50 años he vivido tranquilamente en Villa Brasil, nunca han robado mi casa. Aquí lo que más falla es la luz, casi siempre se está yendo”. ALFREDO GARCÍA, jubilado de Sidor y residente de Villa Brasil

Nicolás el saboteador

A que sí se va / Milagros Socorro

/ Manuel Rojas Pérez

M

aduro es presa de la terrible certeza de que no cumplirá el período en el poder. Es lo que indican sus infortunadas declaraciones frente a esa cuota inicial del Apocalipsis que supuso el apagón del martes. La interrupción del servicio eléctrico en los estados más poblados y donde se concentra el grueso de la actividad económica (Zulia, Lara, Falcón, Táchira, Mérida, Trujillo, Yaracuy, Portuguesa, Cojedes, Aragua, Carabobo y parte de la Gran Caracas) ocasionó un caos de pérdidas materiales, deterioro de instalaciones industriales y comerciales, daños en la red de alumbrado público y semáforos; y, desde luego, un azote a la población, que padeció dificultades en centros de salud, en edificios de oficinas y apartamentos por la falta de ascensores, en las calles por la imposibilidad de uso del metro y ya no digamos los pequeños empresarios o, los llamados currantes solitarios, que carecen de plantas eléctricas en sus lugares de labor. Al regreso de este limbo, ¿qué hace el gobernante? ¿ofrece disculpas a la ciudadanía por los graves inconvenientes? ¿demuestra preocupación por saber qué pasó? ¿se rodea de un equipo de expertos y voceros serios, capaces de brindar alguna tranquilidad? En vez de eso, exhibe su insensibilidad ante los sufrimientos de la población y su disposición a engañar al país diciendo que el apagón era producto de “golpe eléctrico” asestado por la “extrema derecha” y que ya él estaba “al frente de la situación que extraña y abruptamente se ha presentado”. Mentía descaradamente y con la torpeza que es su marca. En el momento de su declaración, no tenía datos sólidos. Y mucho menos podía afirmar que el evento era “extraño y abrupto”, puesto que desde el 2009 está decretada la “emergencia eléctrica”, que incluye el castigo del racionamiento de energía la recurrencia de apagones en el interior del país. ¿O es que Maduro olvidó que también en Caracas se quiso imponer el racionamiento y que fue suspendido por el malestar que produjo y las patéticas escenas de ríos humanos caminando por las cunetas a falta de transporte subterráneo? Lo que sí debía conocer Maduro es el informe del Sistema Interconectado de Colombia (SEN), en el que se establece que Venezuela no había comprado suficiente energía al vecino para prevenir el apagón: concretamente, que las compras se ha-

bían suspendido los 3 días anteriores al martes, y que ese día sólo había llegado 0,89 GWh. El ingeniero José Aguilar le dijo a este diario: “Se pudo haber comprado 300 MW por hora, y sólo se compró un promedio de 37 MW por hora”. Y lo que está obligado a saber el país es el vertedero de corrupción sobre el que estamos parados y que es culpable de nuestras penurias con el servicio eléctrico. El cuento es largo y tiene ribetes de vergüenza nacional: sin las licitaciones de ley, el régimen de Chávez adjudicó a una firma advenediza (sin experiencia en el sector) una serie de contratos para construir generadoras eléctricas. Como es norma de la revolución, no se saben los términos de la negociación, pero hay indicios para calcular que se pagaron 3 millardos de dólares en sobreprecio a los chavoburgueses detrás de Derwick Associates, la compañía beneficiada que desde EE UU, donde opera, distribuyó sobornos multimillonarios a los funcionarios venezolanos que les habían dado los contratos y subcontrataron empresas estadounidenses para que hicieran el trabajo. En suma, el Estado fue estafado con miles de millones de dólares y el pueblo venezolano condenado a mil carencias. La paradoja es que el Gobierno se jacta de haber hecho ingentes inversiones (se habla de más 23 millardos de dólares) en este rubro, así como de tener un Estado Mayor Eléctrico conformado hace 5 meses para vigilar centrales de generación, líneas de transmisión, estaciones y subestaciones, además de que todos los cargos claves del Sistema Eléctrico están en manos de afectos al régimen, incluidos agentes cubanos. ¿De qué han servido unos y otros? No hay nada que indique un cambio en la situación. Muy por el contrario, la tendencia previsible es a peor. Maduro debió fajarse en la reversión de la catástrofe sembrada por Chávez y, en lugar de eso, se amarró a los viejos reflejos de Fidel Castro, magnicidio, derecha apátrida, amenazas de más represión. El jueves cantó su futuro: “No nos van a sacar de aquí, así apaguen mil veces la luz”, dijo. Pero la luz la apagó él mismo, exiliado en las sombras de la ilegitimidad, la ineptitud y la estulticia. Saldrá. Él lo sabe. Todos lo supimos el martes, en medio de aquel silencio lleno de augurios. @Milagros Socorro

Venezuela es un caos con Maduro y su banda / Marta Colomina

P

ara encubrir su culpa en el desastre del sistema eléctrico nacional incubado desde que Chávez asumió el poder con una caterva de ineptos fanatizados que sustituyeron a los meritorios técnicos heredados de los 40 años de democracia, el gobierno ha venido utilizando toda clase de excusas para desviar su incumplimiento hacia fenómenos naturales; animales y a “saboteadores” ajenos a la catástrofe eléctrica generada por la falta de inversión y mantenimiento durante 14 años de bonanza petrolera. Un régimen que controla todos los poderes y que hace 5 meses “militarizó” las instalaciones eléctricas culpa ahora a la oposición del demoledor apagón que esta semana dejó sin luz a 18 estados y paralizó Caracas como nunca antes se recuerda: quedaron fuera de servicio Tuy I, II y III que abastecen de agua al Distrito Capital y Miranda; miles de usuarios quedaron atrapados en el metro, aterrados, sin que apareciera autoridad ni plan alguno de contingencia, a sabiendas de que el peligro era inminente por los constantes apagones que están ocurriendo en la ciudad. Quedó claro, como reportó El Universal que “ni siquiera el metro dispone de un sistema de emergencia eléctrica: en las estaciones podía verse a la gente intentando encontrar su camino con la luz de sus celulares (...) En muchos hospitales fallaron las plantas eléctricas, incapaces de garantizar el servicio de las salas de terapia intensiva”. Lo que sucedió el martes, dice el exdirector de Protección Civil, Ángel Rangel, comprueba “que estamos gobernados por la improvisación: no hay coordinación, no hay quien oriente”. Imaginen -Dios no lo quiera- que tuviéramos que estar en manos de estos incapaces y corruptos, si ocurriera un sismo. Tanta propaganda sobre el falso éxito del Plan Patria Segura y el ministro del Interior no tiene establecidos planes de emergencia para cuando todo el país se queda sin luz y sin comunicación, a merced de la inseguridad, critica Ángel Rangel. Tan gravísima falla habría ocasionado pérdidas económicas por unos mil millones de dólares, según el experto Nelson Hernández. Como en Amuay, el régimen no responderá por esas pérdidas. Peritos de La Electricidad de Caracas explican que la ciudad tiene un sistema eléctrico subterráneo de anillos de alta calidad

Correo del Caroní N

La Casa de las Ideas

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pero muy descuidado: “Son cables de alta tecnología que tienen 40 años allí y 13 sin recibir mantenimiento”. El decano de Arquitectura de la UCV añade que “Caracas está sufriendo la falta de concertación entre los diferentes poderes. Recuerda que la Alcaldía Metropolitana, llamada a liderar la planificación de la ciudad, fue marginada por el poder central una vez que ganó el candidato opositor. Ni siquiera los drenajes son tratados de una manera global”. El inepto alcalde Jorge Rodríguez ante la gravísima falla eléctrica del martes, solo atribuible a la negligencia del gobierno al que pertenece y aún no superada, declaró que “detrás del apagón está el sabotaje de la derecha venezolana” y Elías Jaua, miembro connotado de la banda roja, cacareó que: “lo ocurrido fue un sabotaje opositor para desestabilizar al país”. Los hay más ridículos aún: “el apagón está conectado con un guión de saboteo de EE UU y Primero Justicia” (diputado Roa). La obsesión castrocomunista de estos 14 años ha destruido la institucionalidad y la libertad en Venezuela. Maduro, aún más que Chávez, ha perseguido a medios y periodistas y extendido la hegemonía propagandística de los medios públicos también a los privados. La prensa crítica de provincia está desapareciendo porque no recibe divisas para importar papel. El terrorismo judicial se acrecienta contra la oposición. Dicen tener ya 99 diputados para aprobar la Ley Habilitante con la cual Maduro podría legislar, sentenciar, apresar y confiscar a sus anchas. Pero las cosas no pintan bien para Nicolás y su banda. La última encuesta del IVAD revela que el pueblo no se come el cuento del “sabotaje” para justificar el caos del país: del 73% que confiesa ser afectado por los apagones, sólo el 3,6% cree en el “sabotaje”, mientras que el 62,8% culpa al gobierno. Tampoco se traga el pueblo que la “especulación” es la culpable de la inflación que devora su salario; ni que la escasez es a causa de los “acaparadores”; ni que el imperio ha desatado una guerra económica contra Venezuela; y mucho menos el esperpento del “magnicidio”. Ese disco se rayó: las encuestas demuestran que Maduro y su banda están siendo devorados por su propio caos. mcolomina@gmail.com

BLOQUE DE PRENSA VENEZOLANO Presidente - Director Dr. David Natera Febres

SOCIEDAD INTERAMERICANA DE PRENSA Jefe de Redacción Oscar Murillo Hernández

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l martes Venezuela entera vivió un momento de absoluta oscuridad. Literalmente. Un apagón afectó más de la mitad del país. Por lo menos doce estados se vieron sin luz por horas. El Área Metropolitana de Caracas se vio particularmente afectada. Mi historia fue como la de todos los venezolanos ese día: rabia contenida, molestias, largas caminatas, planes desechos por la falta de electricidad. Tuve la oportunidad de vivir el apagón en el municipio Chacao del estado Miranda. Luego de bajar 15 pisos de un edificio del casco de Chacao, presencié a la gente saliendo de sus oficinas y caminar largos trayectos por toda la avenida Francisco de Miranda o montados en autobuses repletos, como nunca, para llegar a sus casas. Con todo el que hablé se mostró molesto directamente con Nicolás Maduro. Una señora que descansaba en la Plaza Francia de Altamira, ya que caminaba desde La California y trataba de llegar a Plaza Venezuela, me dijo: “mijo, es que este gobierno no sirve para nada”. Es claro que la gente volteó de inmediato hacia Miraflores buscando culpables. El pueblo, muy rápidamente, reconoció al culpable del apagón, que es el mismo culpable de la inseguridad, la escasez y el alza de los precios. Es el gobierno, decían, el culpable de esto. Y tienen razón. Como Maduro tampoco es tonto, se dio cuenta que el pueblo lo señaló al instante para culparlo del apagón, e hizo como hacen los futbolistas y lanzó el balón afuera para desviar la atención. Maduro saltó a culpar del apagón a la oposición en general y a la extrema derecha en particular. Concretamente, Nicolás se excusó inventando otro embuste más: para él, la red eléctrica nacional fue saboteada. Uno pudiera creerle a Nicolás si no fuera porque los culpables de los últimos apagones han sido iguanas, árboles, rayos o roedores. Ante cada fallo del sistema eléctrico hay una excusa, cada vez más asombrosa. Ahora resulta que la oposición tiene unos poderes sobrenaturales para desmayar a los militares que custodian las plantas de red eléctrica para entrar y sabotear el sistema. Porque lo que a Nicolás en su desespero se le olvidó, es que la infraestructura del sistema eléctrico está militarizado desde hace años (si, años), justamente, para evitar saboteos. Peor aún quedó la mentira de Nicolás cuando su propio ministro de Energía Eléctrica lo desmintió. Jesse Chacón salió declarando la misma tarde del apagón que la causa del mismo había sido un problema del sistema en el estado Guárico. Habló de una falla del sistema. Nunca dijo que era una falla por un saboteo opositor. Luego, el gobierno presentó dos versiones de un mismo hecho, lo cual hace ver la enorme fractura que tiene. El nuevo embuste de Maduro no se lo come nadie. Todos sabemos, todos, que la culpa del apagón no es ningún saboteo sino la manifiesta ineficiencia del peor gobierno que ha tenido la historia de Venezuela. Decíamos que el gobierno de Chávez era malo, pero éste como que lo dobló en lo negativo. Este gobierno de inútiles es absolutamente incapaz para mejorar la calidad de vida de los venezolanos. Todos los problemas del venezolano, sin excepción, se han incrementado. No hay papel toalé, no hay harina, no hay mantequilla, no hay luz. Los precios de los alimentos, cuando hay, se han ido a las nubes. El mismo mercado que hace 15 días se hacía con mil bolívares hoy se hace con 2 mil. Cada vez es más difícil salir de nuestras casas por el temor a que nos atraquen, nos secuestren o nos maten. Las calles y autopistas están llenas de huecos. Los conductores y peatones no respetan las señalizaciones de tránsito ya que la autoridad es inexistente. En las oficinas públicas nacionales solo funciona la matraca, el rosqueo o el amiguismo. La basura se va comiendo a los municipios donde el PSUV gobierna, como sucede en el municipio Libertador de Caracas. Que lo diga cualquier vecino de La Candelaria, La Vega, El Valle o Caricuao. En algo sí concuerdo con Nicolás: están saboteando su gobierno. La cosa es que el saboteo lo hace él mismo, con su ineficiencia, con su nula capacidad de gobernar y gerenciar. El saboteador del gobierno es Maduro. www.manuelrojasperez.com

Son los autores los exclusivos responsables del contenido de sus escritos, así como quienes noticiosamente declaran, emiten boletines, y manifiestan sus ideas en el contexto del periódico en cada una de sus ediciones. Editorial RODERICK, C.A. / CORREO del CARONÍ no se hace responsable ni solidario de tales opiniones.


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