Edición Nº 682

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18 | Opinión Libre

Socialismo de tú y yo

Desde nuestra pequeña trinchera

NoÊÈnÓÊUÊMartes 26 de Julio de 2011

La artillería del pensamiento

Lanzadas Edgar Lanz de

¡Salvar al euro y a la Unión Europea!

Leopoldo Alberto Cook

Marcos Roitman R.

leopoldocook@gmail.com

roitman@arrakis.es

L

a revolución nos compete a todos. Y es mundial. Cada quien puede actuar a su nivel, desde su trinchera. ¿Qué hacer? Me propongo llevar a cabo un plan de 500 días para contribuir desde mi modesta posición y prepararme para lo que viene. ¿Por qué 500 días? Porque es tiempo suficiente para cambiar como persona, y porque el mundo cambiará radicalmente en ese lapso. Debemos estar preparados para el parto de la nueva civilización. ¿Por qué es necesario? Porque la revolución es tarea de todos, no sólo del Presidente. Primero: mejorar como persona: adoptar un código de ética sencillo y positivo, así como meditar a diario para mejorar continuamente. Hay muchos códigos, cada quien puede adoptar el suyo, según sus sistemas de pensamiento, creencias, etc. Por ejemplo, tenemos los Evangelios de Jesús, los Cuatro Acuerdos (ser impecable con las palabras, no hacer asunciones, no tomarse nada personalmente, dar de sí lo mejor), el Código Reiki (ser agradecido por todo, no preocuparse, no caer en la ira, ser honesto en todo, respetar y amar a todas las criaturas), los principios del Yoga (inofensividad, veracidad, honradez, templanza, generosidad, limpieza de cuerpo y alma, positividad, sacrificio por otros, conocerse a sí mismo, dedicación a un ideal), las siete Reglas de Covey, las 15 de Cony Méndez, etc. Cualquiera es válida, si la asumimos con convencimiento. Igualmente, elevar nuestra conciencia: leer materiales espirituales y sociopolíticos, hacer servicio social y trabajo voluntario, simplificar nuestra vida. Y por supuesto, hacer un pequeño plan de vida, coherente con el modelo de sociedad que deseamos. Vivir y consumir endógena y sanamente. Participar en algún grupo para intercambiar ideas, conocer a otros que andan en lo mismo y poner en práctica con ellos algo de esto. Por último, escuchar con atención el mensaje de la voz interior del presidente Hugo Chávez y demás líderes íntegros, meditarlo, ponerlo en práctica a nuestro nivel. ¡Pensar global, actuar local y sentir totalmente!. Guatire / Edo. Miranda

E

El referéndum sindical

S

iendo el Derecho del Trabajo el más social de los derechos, tiene que dar respuestas y soluciones que involucran al trabajo como hecho social. Por ello, es una legislación inconclusa de carácter progresivo y avanzada, cuyo bien jurídico tutelado es la consecución de un Estado democrático y social de derecho y de justicia. El “referéndum sindical” es un medio de autocomposición de un conflicto colectivo de trabajo, cuando han fallado la negociación directa ínter-partes, la mediación, o desechado el arbitraje voluntario propuesto por la Junta de Conciliación. El referéndum laboral es una consulta directa a los trabajadores interesados en un conflicto colectivo no solucionado por los medios alternos. El conflicto puede ser por la negativa del patrono a negociar una nueva Convención Colectiva vencida, para solicitar el cumplimiento de cláusulas de una vigente y para obligar a tomar o dejar de tomar al patrono una actitud ante condiciones de trabajo que pretende alterar o modificar. El referéndum es un medio de participación directa y no excluyente de

Carlos Sainz Muñoz

carlossainzm@gmail.com

los trabajadores: para determinar al sindicato más representativo ante un conflicto ínter-sindical, para determinar qué sindicato es mayoría para obligar al empleador a negociar una convención o solucionar un conflicto de trabajo. Puede ser revocatorio en contra de cualquier dirigente laboral o para el caso de un delegado de un Comité de Salud y Seguridad Laboral que ha incumplido sus funciones, para consultar a los trabajadores sobre tomar o dejar de tomar una decisión sobre las propuestas para aprobar o no una Convención Colectiva, y poner fin a un conflicto colectivo. Es una institución democrática, participativa de carácter clasista y se decide mediante el sufragio directo y secreto, donde el referéndum es por, para y exclusividad de trabajadoras y trabajadores como legitimados activos. Constituye un medio para evitar una huelga y es una instancia para lograr una solución legitimada por la decisión legítima de la clase trabajadora. Caracas

uropa vive tiempos convulsos. La integración tan cacareada, como el resultado de una acción común en los órdenes económicos, político y sociales, tanto como culturales, se tambalea a pesar de haber aprobado, en diciembre de 2009, el famoso Tratado de Lisboa. En principio los voceros de la Unión dijeron que se trataba de una Carta Magna. Una Constitución supranacional. Para darle boato a la propuesta, los países deberían ratificar, en referéndum, la propuesta. España, como siempre tan europeísta, rompió amarras el primero. El resultado fue abrumador, 75 por ciento se decantó por el Sí. Aunque se soslayó un dato significativo. A las urnas acudió 42 por ciento del censo. ¡Un fracaso! Lo que dispara la alarmas es el voto negativo, es mismo año de 2005, en Francia y Holanda. Tres años más tarde, en 2008, Irlanda también se decanta por el No. Para evitar la debacle del proyecto, las cabezas pensantes de la Europa comunitaria, señalan la necesidad de repetir el referéndum. En octubre de 2009, con una participación inferior a 55%, se aprobaba el engendro. Europa respiraba tranquila. Sin embargo, se pasaba al Plan B. Para evitar otros fiascos y no molestar a Francia ni Alemania, mejor deshacerse de la moribunda Constitución y reanimarla bajo otro nombre menos pomposo, así nace el Tratado de Lisboa. Este proceso demuestra una UE construida a retales, desde arriba por mercaderes, banqueros, empresarios y partidos políticos de la vieja guardia. Como tal, es un proyecto débil. En política de seguridad sigue los designios de Estados Unidos aplicados en la OTAN y el Consejo de Seguridad de ONU. La crisis capitalista destapa la demagogia europeísta. Sin ir más lejos, recordemos que 11 de los 27 países miembros de la Unión no pertenecen a la Zona Euro. Las políticas de rescate y los planes de ajustes en Grecia, Portugal o Irlanda dejan a las claras que hay países de primera, segunda, tercera y hasta de cuarta clase. En este contexto, para salvar del colapso al Euro y la Unión, sus élites económicas y políticas han decidido recortar los actuales derechos sociales, políticos y, por ende, humanos de los cuales gozan los ciudadanos comunitarios. Plantearse un camino democrático para sortear la crisis como lo hace Islandia, sin ir más lejos, no entra en el campo de condiciones Madrid / España


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