Contralinea 354

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OPINIÓN

Seguridad alimentaria frente a transgénicos Monsanto, que entró a España en 1970, ha conseguido renovar la exportación del maíz MON-810 a pesar de la decisión de la Comisión Europea. La laxitud de la legislación española, la falta de un plan agrícola claro y el apoyo ciego del gobierno, demuestran la estrecha relación entre el país y la poderosa multinacional. Blanca Ruibal, responsable de agricultura de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra, advierte que el 67 por ciento de los experimentos con transgénicos que se realizan al aire libre en Europa tienen lugar en España: “existe una gran opacidad en torno a estas prácticas. Nunca se sabe dónde están ubicados los cultivos experimentales a pesar de que hay una sentencia del Tribunal Europeo de Justicia que obliga a los gobiernos a comunicar dónde se encuentran. En España se oculta la información”. Cuando Monsanto u otras empresas solicitan realizar experimentos al aire libre para probar sus productos, la mayoría de los países europeos se niega. España no, lo que lo ha convertido en un laboratorio perfecto. Tal es la docilidad del Estado español que Estados Unidos le presionaba y utilizaba para que favoreciese en Bruselas, Bélgica, la introducción de los transgénicos, como desvelan unos cables diplomáticos revelados por WikiLeaks. Una de las tesis más esgrimidas por las compañías que comercializan con organismos modificados es que su uso puede contribuir a combatir la escasez de alimentos en el planeta. El multimillonario fundador de Microsoft y accionista de Monsanto, Bill Gates, llegó a afirmar que los cultivos transgénicos son la solución para En los últimos años, Hungría ha destruido campos de acabar con el hambre en el mundo: un argumento que no se sostiene cuando vemos que la mayor parte de los maíz genéticamente modificado; y Grecia y Alemania OGM que se comercializan no se destinan a la alimenhan prohibido estos cultivos tación, sino a la producción de piensos para animales. En Argentina, principal productora de soya del mundo, más del 90 por ciento de la producción es transgénica, repartida en más de 19 millones de hectáreas más, las semillas transgénicas no permiten su reproducción de monocultivo que antes se dedicaban al ganado, a verduras y hortalizas. Miles de y se han de adquirir nuevas antes de cada cosecha, lo que campesinos empobrecidos que antes vivían de labrar la tierra han emigrado con sus supone un enorme gasto que no termina de convencer a familias desde que Monsanto se estableció allí. Lo mismo sucedió en India con el algodón, o en Kenia, donde una variedad de los agricultores a pesar de su delicada situación. Lo cierto es que los transgénicos nunca han arrai- boniato transgénico introducido por Monsanto resultó ser menos productivo que gado en Europa. En los últimos años, Hungría ha des- el boniato convencional. La información está derribando los muros de las oligarquías empresariales y pertruido campos de maíz genéticamente modificado; Grecia y Alemania han prohibido estos cultivos, y Fran- mite conocer las consecuencias de los transgénicos para la salud y el medio ambiente. cia ha vetado el uso de cualquier semilla modificada. Se La decisión de la Unión Europea viene precedida de masivas movilizaciones en México, calcula que en el mundo hay 170 millones de hectáreas Argentina, Chile o Puerto Rico, protagonizadas por una ciudadanía organizada e inforplantadas con OGM y que apenas 100 mil se encuen- mada que denuncia un abuso que atenta directamente contra la soberanía alimentatran en Europa. La mayoría de ellas se ubican en Espa- ria, una línea roja que nunca se debió sobrepasar en favor de beneficios económicos ña, el único país de la Unión Europeaque cultiva privados.3 transgénicos a gran escala, según Greenpeace, con el 90 por ciento del maíz modificado. *Periodista Víctor Martínez Navarro*/Centro de Colaboraciones Solidarias

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gricultores, plataformas ciudadanas y organizaciones de la sociedad civil celebraron hace unas semanas la decisión de Monsanto de retirar las solicitudes de comercialización en la Unión Europea de sus semillas genéticamente modificadas. Tras enfrentarse a sus protestas y a interminables trabas burocráticas, la multinacional líder en producción de organismos genéticamente modificados (OGM) se encontró también con la oposición de la Comisión Europea, recelosa ante los riesgos que esta práctica puede suponer para la salud y el medio ambiente. Y es que muchas de las semillas que Monsanto planeaba exportar tienen modificaciones genéticas que les permiten resistir a los herbicidas convencionales. Su cultivo conlleva un uso mayor de herbicidas y más potentes, que a menudo también son comercializados por la propia multinacional. Ade-

30 DE SEPTIEMBRE DE 2013

CONTRALÍNEA


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