La conciencia en el cerebro - Dehaene, Stanislas

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“ceguera inatencional”, se demuestra con facilidad en el laboratorio. En un experimento (Mack y Rock, 1998), los participantes miran al centro de la pantalla de una computadora; pero se les dice que presten atención a la zona superior. Se les avisa que pronto aparecerá una letra allí y que deberán recordarla. Se entrenan en esta tarea con dos demostraciones. Luego, en la tercera, en simultáneo con la letra periférica, aparece una forma inesperada en el centro. Puede ser una gran mancha oscura, un dígito, o incluso una palabra, y puede permanecer casi un segundo. Pero resulta sorprendente que dos tercios de los participantes no logren verla. Informan haber visto la letra periférica, y nada más. Sólo cuando se vuelve a mostrar la prueba, y para su completo asombro, notan que se perdieron un evento visual muy importante. En resumen, la inatención engendra la invisibilidad. Para ver otra demostración clásica, consideren el extraordinario experimento de Dan Simons y Christopher Chabris (1999) conocido como “el gorila invisible” (figura 6). Un video[10] muestra a dos equipos –uno usa camisetas blancas y el otro, camisetas negras– mientras practican básquetbol. Se les pide a los espectadores que cuenten los pases que hace el equipo vestido de blanco. Ese video dura unos treinta segundos y, con un poco de concentración, casi todo el mundo cuenta quince pases. Más tarde, el investigador pregunta “¿Vieron al gorila?”. ¡Claro que no! Se retrocede en el audiovisual, y allí está: un actor vestido de gorila entra en medio de la escena, se golpea el pecho varias veces a la vista de todos y se va. La mayoría de los espectadores no logra detectar al gorila la primera vez que ve el video: jura que nunca hubo uno. ¡Están tan seguros de sí mismos que acusan al experimentador de haber mostrado una película diferente la segunda vez! El simple acto de concentrarse en los jugadores que utilizan camisetas blancas hace que un gorila negro se desvanezca en el olvido. En la psicología cognitiva, el estudio del gorila es un hito. Más o menos al mismo tiempo, los investigadores descubrieron docenas de situaciones similares en que la inatención lleva a la ceguera temporaria. Las personas resultaron ser pésimos testigos. Manipulaciones muy sencillas nos pueden volver inconscientes incluso de las partes más evidentes de una escena visual. Kevin O’Regan y Ron Rensink descubrieron “la ceguera al cambio” (Rensink, O’Regan y Clark, 1997),[11] una sorprendente incapacidad para detectar qué parte de una imagen se borró. Dos versiones de una imagen, con o sin eliminación de un elemento, alternan en la pantalla a lapsos de un segundo por vez, aproximadamente, con sólo un breve blanco entre ellas. Los espectadores juran que las dos imágenes son idénticas incluso cuando el cambio es grande (un jet pierde el motor) o muy relevante (en una escena en que alguien está conduciendo, la línea central de la calle cambia de discontinua a continua).


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