La conciencia en el cerebro - Dehaene, Stanislas

Page 248

parecía relevante: sin importar dónde ingresaba el pulso inicial a la corteza, la complejidad y la duración de la respuesta subsiguiente proveían un índice excelente de la conciencia (Casali, Gosseries, Rosanova, Boly, Sarasso, Casali, Casarotto y otros, 2013). Esta observación parecía muy compatible con lo que mi equipo y yo habíamos detectado con los estímulos sensoriales: la difusión de las señales en la red a escala cerebral, más allá de los trescientos milisegundos, indiza el estado consciente. Significativamente, Massimini luego intentó probar este estimulador en cinco pacientes vegetativos, cinco en EMC y dos con síndrome de cautiverio (Rosanova, Gosseries, Casarotto, Boly, Casali, Bruno, Mariotti y otros, 2012). Si bien estas cantidades son reducidas, la prueba tuvo un cien por ciento de efectividad: todos los pacientes conscientes mostraron respuestas complejas y duraderas al impulso cortical. En cuanto a otros cinco en estado vegetativo, se realizó un seguimiento de sus casos durante varios meses. Durante este período, tres de ellos pasaron a la categoría de “EMC”, conforme recuperaban lentamente algún grado de comunicación. Aquellos eran precisamente los tres pacientes en que las señales cerebrales recobraron complejidad. Y de acuerdo con el modelo del espacio de trabajo global, la progresión de las señales a las regiones prefrontal y parietal fue un índice especialmente correcto del nivel de conciencia de los pacientes. Detectar el pensamiento espontáneo Sólo el futuro podrá demostrar si la prueba del pulso de Massimini es tan buena como parece y se volverá una herramienta clínica estándar para medir el estado de conciencia en cada uno de los pacientes. Lo más apasionante es que parece funcionar en todos los casos, sin excepción. Pese a esto, la tecnología requerida todavía es compleja: no todos los hospitales tienen sistemas de EEG de alta densidad –esto es, que utilizan sesenta electrodos o más para mejorar la captación de ondas subcorticales– capaces de absorber los grandes shocks que genera la TMS. En teoría, debería haber una solución tanto más sencilla. Si la hipótesis del espacio de trabajo global es correcta, entonces incluso en la oscuridad, en ausencia de cualquier estimulación externa, una persona consciente debería mostrar marcas detectables de comunicación cerebral de larga distancia. Un flujo constante de actividad cerebral debería viajar entre los lóbulos prefrontal y parietal, y generar períodos fluctuantes de sincronía con regiones cerebrales distantes. Esta actividad debería asociarse con un estado de actividad eléctrica elevado, sobre todo en frecuencias media (beta) y alta (gamma). Este tipo de transmisión de larga distancia debería consumir mucha energía. ¿No podemos sencillamente detectarla? Sabemos hace muchos años que el metabolismo cerebral global, tal como lo mide la tomografía por emisión de positrones (PET), se reduce durante la pérdida de conciencia. Un escáner de PET es un detector sofisticado de rayos gamma de alta energía que pueden usarse para medir cuánta glucosa (una fuente química de energía) se consume en cualquier lugar del cuerpo. El truco consiste en inyectar al paciente un


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.