Resident evil - la ciudad de los muertos

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—Ésta es la hija del alcalde. Se suponía que yo tenía que protegerla, pero he fallado de forma patética... Claire buscó algunas palabras de consuelo, deseando decirle que tenía suerte de estar vivo, que no había sido culpa de él... pero las palabras murieron en su garganta, junto a la piedad que sentía, cuando él continuó con su lamento. —Mírela. Era una auténtica belleza, con una piel prácticamente perfecta. Pero todo eso se pudrirá dentro de poco... y, en una hora o menos, se convertirá en una de esas cosas. Lo mismo que los demás. Claire no quiso sacar conclusiones precipitadas, pero el tono insatisfecho de su voz y la hambrienta mirada llenada de deseo en sus ojos le puso la carne de gallina. El modo en que miraba a la joven muerta... Te lo estás imaginando todo. Es el jefe de policía, no un lunático perverso. Además, es la primera persona con la que te has encontrado que puede proporcionarte alguna información. No desaproveches la oportunidad... —Debe de existir algún modo de impedirlo... —sugirió Claire con un tono de voz amable. —Sí. Con una bala en la cabeza... o decapitándola. Levantó por fin la vista del cuerpo, pero no miró a Claire. Se fijó en las criaturas disecadas y colocadas en el borde su mesa, y su voz adquirió un tono resignado pero hasta cierto punto alegre. —Y pensar que la taxidermia era mi afición favorita. Eso se acabó... Las alarmas internas de Claire saltaron en un frenético clamor. ¿La taxidermia? ¿Qué demonios tenía que ver aquello con el cuerpo humano muerto que había encima de la mesa? Irons la miró finalmente, y a Claire no le gustó ni un pelo. Su mirada oscura y lacrimosa estaba fijada en su cara, pero él no parecía verla realmente. Ella pensó por primera vez que él no le había preguntado cómo había llegado hasta allí y que no había comentado nada en absoluto sobre el humo que se había ido filtrando hasta su oficina. Y el modo en que hablaba de la hija del alcalde... No había auténtica pena en su voz por la muerte, sólo autocompasión y una especie de retorcida admiración. Tío, tío y tío... No es que esté fuera de contacto con esta realidad, es que está en otro puñetero planeta. —Por favor —pidió Irons en voz baja—. Me gustaría estar a solas. Se hundió en la silla, cerró los ojos y dejó la cabeza apoyada en el respaldo acolchado, como si estuviera exhausto. Y así, con aquella facilidad, ella había sido despedida del lugar. Aunque tenía un millón de preguntas por hacerle, muchas de las cuales él podría responder sin duda, creyó que quizá lo mejor sería salir pitando de allí, al menos, en ese momento... Oyó un suave crujido a su espalda y a la izquierda, tan bajo que no estuvo segura de haberlo oído realmente. Claire se giró con el entrecejo fruncido y advirtió que había una segunda puerta en el despacho. No se había dado cuenta de su existencia hasta aquel momento, y el suave crujido había salido de allí. ¿Otro zombi? O quizás alguien que se está escondiendo... Miró de nuevo a Irons y comprobó que ni siquiera se había movido. Aparentemente, no había oído nada, y ella había dejado de existir para él, al


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