Contar a Jesús

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turra. Por algo me adelanté a huir a Tarsis; porque sé que eres un Dios compasivo y clemente, paciente y misericordioso que te arrepientes de las amenazas...» (Jon 4,1). Se trata de un temor que abre a la confianza y que, en vez de alejarnos de Dios, nos acerca a Él.4 Las actuaciones de Jesús en el evangelio de Marcos provocan reacciones de temor, asombro, desconcierto, miedo, sobresalto... Después de la expulsión de un demonio en Cafarnaún «todos se llenaron de estupor» (1,27); al asistir a la curación del paralítico «todos se asombraron» (2,12); la mujer que tenía un flujo de sangre queda «asustada y temblando» (5,33); su enseñanza en Nazaret hace que la multitud le escuche asombrada (cf. 6,2) y después de la curación del sordomudo «estaban estupefactos» (7,37); los discípulos, al verle caminar sobre las aguas «dieron un grito, pues todos lo vieron y se espantaron» (6, 50); al ver su transfiguración «estaban llenos de miedo» (9,6); también lo están al oír que es más difícil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico se salve (10,26) y al verle emprender con decisión el camino de Jerusalén (10,32); también sus adversarios tenían miedo (11,12) y las mujeres que fueron a la tumba en la mañana de Pascua «salieron huyendo del sepulcro, temblando y fuera de sí, y depuro miedo, no dijeron nada a nadie» (16,8).

2.2. ... descubrir el texto... «Crucemos a la orilla de enfrente»: es la orilla de los paganos, los extranjeros, los diferentes, aquellos con quienes, según la tradición de Israel, no se debía tomar contacto. 4 Cf. F. Rossi DE GASPERIS, «Conferencia dictada en la Isla Mauricio en 1995».

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Como si fuera un presagio de todo lo que de amenazador tiene lo diferente, estalla una tormenta y ese fenómeno en el lago de Galilea puede ser terrible: en pocos minutos se levanta el viento y las olas se vuelven peligrosas para los tripulantes de una barca de pesca. El evangelio de Marcos pretende darnos a conocer la divinidad de Jesús y por eso dice de él lo que el AT dice de Dios. Jesús es el más humano de los hombres: se le acercan, le tocan, le buscan...; pero, al mismo tiempo, el que se aproxima a él entra en contacto con su santidad y experimenta temor, asombro y estupefacción. Eso explica los sentimientos de los discípulos al verle calmar la tempestad.

2.3. ... como Palabra para hoy Existen dos momentos en la vida de fe: un tiempo débil que no acierta a esperar que ese Jesús dormido pueda levantarse, increpar al viento y serenar el mar. Es esto lo que no comprendieron los apóstoles en fase de «fe débil». En cambio, la fe «probada», arraigada en la experiencia de que Dios convierte al perdido, sopla las cenizas del amor apagado, hace resurgir a la comunidad agostada, se mantiene firme en los vuelcos de la existencia como una secreta victoria sobre el mundo de la desesperanza y el temor5. Es verdad que con frecuencia gritamos de miedo ante las incertidumbres de lo que nos toca vivir, pero creemos a pesar de todo que, a bordo de la barca de nuestras aventuras, ha subido alguien que sostiene el timón y que nos llevará «a la otra orilla». ^ Cf. J. M. ROVIRA BELLOSO, Leer el Evangelio, Madrid, 1980, 204.

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