Radio y televisión, más medios

Page 1

Por Oscar Durán Ibatá1 <Radio y Televisión> mucho más que simples medios Un aporte académico para la formación de estudiantes en medios audiovisuales del Caribe colombiano.

Resumen El siguiente texto es una invitación a estudiar a la radio y a la televisión más que como medios, como disciplinas de una ciencia. El nuevo discurso del saber comunicativo coincide con nuevas realidades locales, regionales y nacionales, que reiteran esta necesidad. De esta manera, intenta, además, hacer sugerencias en la orientación de programas profesionales, técnicos y tecnológicos en el Caribe colombiano, basados en los medios audiovisuales, que propenden por la estructuración de individuos sensibles a las tendencias comunicativas, idóneos en el manejo de los dispositivos y creativos en el contexto de la sociedad de la información y los avances de la tecnología.

Palabras Clave: Sociedad, Cultura, Nuevas Tecnologías, Comunicación, Información, Pedagogía y Conocimiento.

Introducción Los avances tecnológicos y el nuevo orden mundial, constituyen la urdimbre de escenarios donde las llamadas ciencias de la información o ciencias de la comunicación han venido desarrollándose como resultado del encuentro entre las ciencias sociales (especialmente la lingüística y la semiótica), las humanidades, las artes y las tecnologías de la información. Se trata de un sistema de conocimientos que, en diálogo con otras disciplinas, configura el contenido de lo que ya puede llamarse comunicología: la ciencia que intenta explicar e interpretar los procesos comunicacionales en todas sus manifestaciones. Hoy por hoy, sin embargo, la comunicación trasciende el mecánico concepto telegráfico de actividad transmisora, para instalarse en el sentido de la ciencia, es decir, poner en común o participar en. Y “si comunicar es poner en común, cualquier proceso comunicativo presupone, simultáneamente, la existencia y la producción de un código compartido y de una diferencia” (Grimson, 2001). Para que cualquier elemento imaginado pueda devenir efectivamente en un significante, entonces, es imprescindible que haga sentido en el interior de una determinada estructura de significación. 1

Docente Investigador del Programa de Comunicación Social-Periodismo, Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá.


Es un hecho cultural, a propósito, que las mayorías se han incorporado y se han apropiado de la modernidad, sin dejar su cultura oral, y lo han hecho no de la mano del libro, sino desde los géneros y narrativas, los lenguajes y los saberes, de la industria y la experiencia audiovisual (Quiroz, 2004). He ahí una estructura de significación determinada que, inherente a la comunicación, requiere de escenarios específicos y conocimientos del mismo tenor. Por lo mismo: Lo que entonces necesitamos pensar es en la profunda compenetración que hoy se produce en América Latina entre la oralidad que perdura como experiencia cultural primaria de las mayorías y la vitalidad tecnológica, esa forma de oralidad secundaria que tejen y organizan las gramáticas tecnoperceptivas de la radio, el cine, el video y la televisión (Barbero & Rey, 2000). En otra dimensión, se trata, como lo ve Rodrigo Argüello (1995): De una aceptación del gobierno de los órganos más vitales del cuerpo. También la vista y el oído son órganos de tacto más que la mano, principalmente en la ciudad. Indican el espacio y el movimiento en tres dimensiones, donde todo lo que ocurre corresponde exclusivamente a la cinética (…). Fisiológicamente y según el plan de organización de los seres vivos, el oído y la vista tienen misiones puras, y por eso los órganos están constituidos según la maravillosa técnica de los instrumentos estéticos. De ahí surge el relato visual y la estética del lenguaje como formas efectivas de comunicación. Esos desafíos y percepciones los debe recoger cualquier programa académico que tenga como función principal, la formación técnica, tecnológica o profesional en medios audiovisuales como la Radio y la Televisión, pues en esencia, su objetivo estará orientado en propender por la estructuración de individuos sensibles a las tendencias comunicativas, con manejo idóneo de los medios audiovisuales y capacidad crítica, mente abierta y espíritu creativo en el contexto de la sociedad de la información y los avances de la tecnología. A través del saber teórico práctico, proporcionado por las nuevas teorías y corrientes y a partir del liderazgo o la integración a equipos de producción y realización, los productores y realizadores de radio y televisión deberán coadyuvar en la inserción consciente de la sociedad en los procesos de oralidad y visualidad. Un egresado de un programa de esta naturaleza, en efecto, deberá tener la capacidad de emprender procesos, aportar estrategias y participar en proyectos, en consonancia con la influyente y dominante presencia de los nuevos lenguajes comunicativos, valorando y estimulando la producción y el consumo cultural. Jesús Martín Barbero y Germán Rey (2000), hacen ver que “vivimos hoy desconcertantes paradojas: por un lado somos testigos de la abundancia comunicativa, la amplia disponibilidad de información y la explosión de imágenes, y, por el otro, de un deterioro de la educación formal, un empobrecimiento de la experiencia y un


debilitamiento de lo público, entendido como espacio de participación activa de la ciudadanía”. El estudiante de radio y televisión que se forma desde la academia, tiene pues, la misión de hacer converger el mercado, la estética y la racionalidad tecnológica con la sociedad a la que sirve, pues a través de los saberes específicos deberá ser un constructor de lo público. En síntesis, los contenidos y la investigación en medios audiovisuales, tienen el propósito de formar individuos que estén en capacidad de crear, diseñar, producir y realizar información referente y mediadora en empresas informativas y organizaciones sociales, bajo la adecuada interpretación humanística y la proyección social de sus trabajos.

Descripción de la situación actual “Al principio fueron las rotativas que en forma acelerada imprimían las noticias que eran transmitidas por telégrafos o télex, sin embargo el medio escrito impedía de alguna forma la comunicación inmediata del suceso. Luego fue la radio la que recogió el interés de las gentes en los años cincuenta. ¿Quién no recuerda las emisiones radiales informando al mundo el final de la Segunda Guerra Mundial, o la rendición de Japón, o las últimas palabras de Allende, o a Alberto Lleras conjurando el golpe de Estado desde un micrófono? Sin embargo, a la radio le hacía falta el enorme poder de la imagen. Y ese vacío fue llenado con creces por la televisión”. (Ministerio de Comunicaciones, 1995). De esa evolución mediática se encargaron en la época las salas de redacción empíricas y autodidactas de Colombia. Las primeras facultades de Comunicación sólo surgirían en los años 60, cuando el país había visto nacer (y desaparecer en la inmensa mayoría de casos) cerca de 1.500 periódicos, una veintena de emisoras radiales y el primer canal público de televisión. “La radiodifusión colombiana, en efecto, empezó en la década de 1920 cuando surgieron pequeños grupos de radioaficionados en las principales ciudades del país. El 5 de septiembre de 1929, gracias a las gestiones del Ministerio de Correos y Telégrafos, se iniciaron las transmisiones radiales con la Emisora HJN, que inicialmente funcionó en el Capitolio Nacional. Ese mismo año el ingeniero barranquillero Elías Pretelt Buitrago fundó la HKD que posteriormente se llamaría "La Voz de Barranquilla" y el Gobierno otorgó permisos temporales a otras dos emisoras en Bogotá y Tunja”. P. pp. (s.f.) Extraído el 17 de marzo de 2009 desde http://www.asomedios.com/Asomedios/paginas/documento.aspx?idr=1594

La televisión, por su parte, nació en el año 1954 bajo el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla. La primera emisión se hizo el 13 de junio desde el Palacio Presidencial y enseguida se emitió el Noticiero Internacional Tele News. Con el tiempo los medios fueron demandando la profesionalización de las actividades que realizaban. En virtud de esa demanda entre 1960 y 1993 se multiplicaron las


facultades de Comunicación Social y Periodismo, de la mano de las políticas gubernamentales de privatización de la educación superior. Mientras el Ministerio de Comunicaciones registraba en el país en el 2006 alrededor de 1.300 emisoras (656 comerciales, 167 de interés público y 469 comunitarias; 832 en FM y 460 en AM) y 900 sistemas públicos y privados de televisión (entre ellos cinco canales nacionales, siete canales regionales y un centenar de canales locales y comunitarios), Afacom (Asociación de Facultades de Comunicación Social) reportaba el funcionamiento de por lo menos 70 programas de pregrado de Comunicación Social y Periodismo. Posteriormente, aparecen los primeros programas en formación en medios como la radio y la televisión, que surgieron en la década de los noventa, cuando el país, adicionalmente, estrenaba una nueva Constitución Política que ampliaba el axioma de la libertad de prensa al Derecho a la Información, y reconocía, así, la importancia de los flujos de información en la democratización de cualquier sociedad, al tiempo que defendía las libertades de pensamiento, expresión y opinión, prohibía taxativamente la censura de prensa, propugnaba por la libre iniciativa privada para fundar medios de comunicación y elevaba a rango constitucional la rectificación de informaciones falsas o atentatorias de otros derechos fundamentales. “En ese momento, la comunicación se planteaba como una ínterdisciplina que tenía por vocación la articulación de métodos y herramientas provenientes de diversas áreas de conocimiento, lo cual le permitía ubicarse como un dominio de estudio, más o menos común, alrededor del cual se conformaba el campo sociocultural. Su dinámica mediadora se manifestaba, como lo sigue haciendo genéricamente hoy, en el lenguaje, el repertorio de esquemas simbólicos construidos y organizados históricamente para una sociedad o grupo, en virtud de los cuales los individuos se comunican entre sí y dotan de sentido sus comportamientos y sus relaciones”. (Jiménez, 1999, citada por Giraldo, 2004). Desde esta perspectiva, Giraldo (2004) supone que la comunicación resulta inseparable de la cultura y ésta, a través de aquella, penetra todos los aspectos diferenciados de la sociedad. El objeto de la comunicación, como lo ve Sodré (2002), es la vinculación humana. De manera complementaria, la comunicación, entendida de manera mediática, se perfilaba como un objeto y espacio de negociación entre las instancias supranacionales, nacionales, sectoriales, regionales y locales, ya que, de un lado, era instrumento de los procesos y políticas productivas y comerciales, y de otro lado, guardaba estrecha relación con los objetos de negociación dentro de los sistemas sociales y organizacionales. Pero la comunicación transitaría de la cultura de masas a la cultura mediática, en la que el ciudadano, rehabilitado como sujeto y objeto de la comunicación, crea nuevas relaciones y acepta otro tipo de sociabilidad. En ese contexto, los mass media y las tecnologías de información y comunicación (TIC) constituyen “nuevos repertorios simbólicos o, lo que es lo mismo, nuevos lenguajes, nuevas formas discursivas que propician, a su vez, otras reglas vinculativas. Entre relación y vínculo se halla la intersubjetividad, esa habilidad humana para aprender el papel de los contextos en los que se dan estos lenguajes, para comprender la


transformación de las referencias simbólicas que surgen en la relación con los medios…” (Giraldo 2007). Visto de otra forma, la comunicación era mucho más que medios, pero los medios y las TIC´s le interesaban por los significantes de sus procesos de producción y puesta en común que, al mismo tiempo, dan lugar a la idea de una comunicación expresiva, centrada en el receptor. Para recoger esa tendencia, surgieron los campos o énfasis en los programas de Comunicación Social y Periodismo. Descripción de la situación deseada El nuevo discurso del saber comunicativo coincidió con nuevas realidades locales, regionales y nacionales, que reiteran la vigencia de estudiar a la radio y a la televisión más que como medios, como disciplinas de una ciencia. Con la Constitución de 1991 cambió el contexto de país. El Estado, superando el paradigma de la estructura de bienestar, modificó su modelo de desarrollo, en procura de: una economía abierta que conduciría a la inserción de Colombia en un nuevo orden mundial; una sociedad fundada en la participación, la democracia, la descentralización y los derechos ciudadanos, y una comunidad con talante urbano; un país inserto en la llamada era de información, en el marco de la cual la actividad dominante de las empresas y las organizaciones, es el conocimiento. Todo esto coloca la comunicación mediática en el centro de las decisiones sociales. El artículo 102 de la Constitución declaró al espectro electromagnético como un bien imprescriptible de la Nación y el artículo 75 sujetó ese recurso natural no renovable, al control y gestión del Estado para garantizar el pluralismo informativo y la competencia. Todo, en el marco de la prevalencia del interés general sobre el particular que consagra el artículo primero, lo que en el caso de producción radiofónica y televisiva (que usan el espectro) subraya su trascendental carácter público y su rol de actividades especializadas. El reconocimiento constitucional del carácter del espectro, que desde la sociología funcionalista de la Comunicación, (Lasswell, 1946, citado por Herrera, 2005), le había atribuido tres funciones a los medios de comunicación: vigilancia del entorno, transmisión de la herencia social y creación de consensos, convitieron a los medios en una institución social que por lo menos contribuye al desarrollo de las democracias, a la sazón de lo que Habermas intuyó en su tesis de la “esfera pública burguesa”. Pero si bien la radio colombiana nació en los años 30 y la televisión data de los años 50, sólo hasta ahora emergía una aproximación a la función mediática de reconstrucción de lo público. Con la aparición de la radio, el cine sonoro, la televisión y el internet, se iniciaron, en cada caso, amplios procesos de transformación que han determinado la manera de actuar y de expresar de generaciones enteras. Ello, inclusive, ha permitido la incorporación de nuevos esquemas de comunicación que revolucionan o, en el menor de los casos, complementan las estructuras lineales de la lengua escrita. Hoy tenemos un discurso audiovisual, que permite, a su vez, una nueva dimensión cultural, sustentada


básicamente en la capacidad simbólica e imaginaria del hombre moderno. “Imaginar – dice Malrieu- es tomar una cosa por otra, sustituir un objeto por otro, efectuar una transferencia de una representación con sentido sensible a una percepción o una imagen perteneciente a otro dominio. Así es que la imaginación no es ya identificación y reconocimiento, como la percepción, sino simbolización”. (Arguello 1995). E imaginar desde lo audiovisual significa agrupar una serie de conocimientos y de profesiones, para crear mensajes desde diferentes formatos, lenguajes y medios mediante la articulación de la palabra, la imagen y el sonido. Integrada en ese escenario comunicativo, la simbolización finalmente es un fenómeno trascendente de lo público, que permite construcción y reconstrucciones de identidad. En la Costa Atlántica ha habido recientemente “una modernización superficial y el predominio de condiciones precapitalistas que condicionan necesariamente lo que se ha llamado una “cultura” de la pobreza en medio de la más rica y brillante de las expresiones culturales regionales”. (Abello & López 1998). Con una población estimada en siete millones de habitantes, que representa casi el 20% de la población total del país, es hoy la región con mayor estado de miseria y de indigencia. Con excepción del Atlántico, todos los departamentos del Caribe superan la media nacional. De hecho Bolívar, que hace una década presentaba condiciones excepcionales de desarrollo, tiene uno de los peores indicadores de pobreza nacional (42% de la población), apenas por debajo de Sucre y Córdoba, con 49,7% y 47,3%, respectivamente.

En ese contexto se requiere un sistema educativo que complemente su oferta con carreras particulares de títulos habilitantes que, en concordancia con las realidades socioeconómicas de la región y en diálogo permanente con el sector productivo, permita la rápida inserción de los jóvenes al mundo del trabajo. Pueden ser programas que se articulen a las carreras profesionales o ciclos cortos de formación como los “community colleges” americanos. En todo caso, tienen que articularse con los desafíos económicos que plantean procesos como la urbanización de las ciudades y la inserción de las empresas a los mercados internacionales; la incorporación de componentes tecnológicos a los procesos, y la instalación de las empresas en el sector terciario de la economía. La globalización, finalmente, justifica todo este esfuerzo, pues en el caso de la televisión, se conduce a través de un canal con su multiplicidad de actores (públicos, privados, locales, regionales, nacionales y multinacionales, con servicio abierto o restringido). La aldea global que predijo Marshall MaCluhan, finalmente se hizo realidad a partir de una televisión que nos sacó de los barrios y nos volvió ciudadanos planetarios. Pero el profesor Samuel Huntington, de la Universidad de Harvard, sostiene que en la era de la guerra fría había dos civilizaciones en conflicto. Al caer los muros – agrega- aparecieron siete u ocho civilizaciones que colocan al mundo al borde de una confrontación multinacional. ¿Cómo se evita? Reconciliando y respetando la identidad local. La tesis, que leída rápidamente podría sugerir un retroceso en la mundialización, le permitió a investigadores como García Canclini y Jesús Martín Barbero, sugerir una perspectiva de “glocalidad”, que acomoda una circunstancia a la otra. Y, como en el paradigma de la globalización, el vehículo para hacer realidad la conjunción, es de nuevo mediático.


Las facultades o programas que utilicen a los medios como mecanismos de formación, deben persistir en sus contenidos humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato, pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el manejo de expresión debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre a la transmisión de mensajes, como el zumbido al moscardón. Análisis de la radio y la televisión como herramientas de la información La influyente Fundación Nuevo Periodismo, creada por el Nobel Gabriel García Márquez, realizó el análisis de más de 100 trabajos de radio e igual cantidad de televisión e Internet en la versión Séptima del Premio Nuevo Periodismo 2007. Los trabajos, de la mayoría de países de Latinoamérica, fueron evaluados por reconocidos jurados, que en radio presentaron el siguiente diagnóstico: 1. Hay fallas comunes estructurales, como la tendencia a editorializar y la generalización de los hechos, así como con lo formal cuando se trata de los descuidos en la redacción, la falta de ortografía oral y la dificultad al utilizar la música y los sonidos ambientes. 2. Se confirma que hay desaprovechamiento de elementos radiofónicos y periodísticos. 3. Urgente abrir nuevos espacios para que el periodista de radio se enfrente al ejercicio de la escritura. Se considera que ese esfuerzo se traducirá en orden y claridad mental, que se verán reflejados en trabajos mejor estructurados y mejor narrados. 4. No hay buenas propuestas de innovación. Es necesario avanzar en la búsqueda de formas novedosas de narrar, que contribuyan al desarrollo del periodismo radial y que vayan siempre de la mano con los intereses del oyente. 5. Existe una pequeña tendencia, pero contundente, para crear nuevas narrativas con la utilización de varios elementos radiofónicos. 6. Hay exploraciones con sonido ambiente, diferenciación entre información y ambientación, más posibilidades en cabina y aprovechamiento mesurado de las fuentes. Sin embargo, una gran cantidad de trabajos son esquemáticos y no utilizan las herramientas para enriquecer el contenido con música, efectos o sonido captado en directo. En televisión, por su parte, el jurado encontró que se desaprovechan los recursos, aunque algunos trabajos introducen nuevas formas de contar utilizando los sonidos, las voces, la composición visual y las mil posibilidades que ofrece la tecnología de las cámaras y los equipos de edición. Incluso, el informe dice, que hay una tendencia a vincular el lenguaje cinematográfico al trabajo periodístico, concluyendo que se abusa de la imagen, de la voz del reportero, y admitiendo que son muchos los trabajos sensacionalistas.


Así mismo, el informe dice que hay desaprovechamiento de los personajes, de los lugares e incluso de las historias. Los jurados encontraron también, que hay relatos mal estructurados e incompletos que ganan en extensión pero no tienen profundidad. Consideraron que se cuenta mucho pero casi no se informa, por lo que los temas se quedan cortos y no reflejan su importancia. Las narraciones, mientras tanto, son pobres en elementos técnicos, no utilizan los recursos de la radio, la televisión o de internet. Finalmente, sentenciaron que parece que hace falta conciencia sobre la narrativa propia de cada medio y creatividad. Sobre estas consideraciones y teniendo en cuenta lo que ocurre en nuestra cotidianidad, se encuentra algo parecido en la radio comercial de la Costa Atlántica: En F.M. los productos sonoros son más competentes pero, en gran parte, son realizados y producidos en Bogotá. El nivel de la producción radiofónica en A.M. está en crisis, dada por la falta de innovación sonora, el desaprovechamiento de todas las posibilidades sonoras que ofrece el medio. La premura en la divulgación de las últimas y más recientes noticias, implica, en la mayoría de los casos de emisoras de la banda A.M., altos niveles de irresponsabilidad y escasa investigación. En general hay baja calidad en las nuevas propuestas radiofónicas, lo cual se refleja en la tendencia a originar y producir programas carentes de creatividad, planos en su producción y arrítmicos o desequilibrados, lo cual genera la crisis en la audiencia. El 73% de los trabajadores del medio radial, son empíricos o autodidactas. Las potencialidades para investigar sobre este tema en la radio y la televisión, se configuran por: una interesante oferta mediática que en el futuro se fortalecerá con el ingreso de nuevos sistemas radiofónicos y televisivos; la preferencia de los ciudadanos por la radio y la televisión frente a la prensa y, en contraposición, por una crisis en los contenidos que exigen el estudio y análisis de estos medios, de manera profunda y seria. Escenarios de investigación en radio y televisión Estas potencialidades están dadas por la riqueza, natural, multiétnica y pluricultural de la región, y la estratégica posición económica en que la internacionalización y la globalización han dejado a ciudades costeras como Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, pues permitirían la creación y estudio de campos de desempeño de los futuros directores, productores y realizadores de radio y televisión, entendiendo aquellos como insumos de la producción y realización de mensajes y posibilidades de contratación: Economía. La región se reconoce por tener la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, que además convierte a Colombia en el cuarto productor del mineral. Gracias a la riqueza de la Costa Atlántica, Colombia es el cuarto productor de níquel del mundo y líder mundial en la investigación y desarrollo de la yuca. Dos de las ciudades bolivarenses, Cartagena y Mompox, fueron declaradas patrimonio histórico de la humanidad. La riqueza étnica de la región está configurada, amén de la diversidad de mezclas, por una docena de tribus indígenas y de asentamientos negros que conservan sus tradiciones ancestrales en el territorio.


Riqueza natural. Entre sus activos naturales, la región posee la costa más grande sobre el Caribe y dispone de un inventario de 430 especies de alga –el mayor número en el Caribe Tropical-, entre otros. Tres de los más importantes puertos marítimos del país, están instalados en la región en virtud de su infraestructura natural. Potencial humano. Hombres y mujeres del Caribe han resaltado el nombre del país en la literatura (Gabriel García Márquez, el más destacado escritor del siglo XX), en el deporte (figuras como Carlos Valderrama, Edgar Rentería, Cecilia Baena, Antonio Cervantes), en la música (los grammy de Shakira, Carlos Vives), en el arte (Alejandro Obregón, Héctor Rojas Herazo). Aplicabilidad de las potencialidades y recomendaciones para el aula El joven que decida estudiar, aprender y conocer a profundidad la radio y la televisión, a la luz de la formación que pueda obtener, debe generar conocimiento nuevo y reestructurado: -En la ejecución de aspectos artísticos, tecnológicos y de gestión, relacionados con la integración de textos, sonidos y tratamiento de imágenes análogas y digitales. -En la gestión de empresas y proyectos periodísticos, culturales y de entretenimiento. -En la dirección de fotografía en audiovisuales de mediano y gran presupuesto. -Presentación de programas de mediano formato, en radio y televisión. -En la realización de comerciales para radio y televisión. -En la programación de radio y televisión. Es importante que el alumno y el profesor ejerciten conjuntamente la imaginación, la creatividad, el debate, la crítica, la argumentación y la síntesis. La idea es trascender los esquemas convencionales de estudio de lo conocido, el desarrollo simple de las destrezas, la memorización y la repetición de métodos y, en cambio, exigir que el trabajo cotidiano de la comunidad universitaria gire alrededor de la indagación, de la capacidad para detectar problemas relevantes y de formular hipótesis de trabajos pertinentes, si bien no para resolver problemas, al menos entonces para conocerlos mejor. Para tales efectos los programas académicos, profesionales, técnicos o tecnológicos en estos campos definen dos clases de investigación: Investigación formativa, que tiene por objeto reconocer que el aprendizaje es un proceso de construcción de conocimiento, con características, métodos, historias y tradiciones que deben ser apropiadas y actualizadas antes de que los individuos puedan realizar aportes significativos en los diferentes campos del saber. Investigación propiamente dicha, entendida como la producción de conocimiento nuevo y, por supuesto relevante, para la comunidad que se ocupa de un objeto en particular.


Este aporte al conocimiento debe ser reconocido con amplitud universal por parte de la comunidad que se ocupa de un objeto en particular. La formación en estos medios busca que los estudiantes comprendan el consumo cultural y lo que ello significa en la sociedad vista como conjunto de ciudadanos, de públicos, de clientes o de usuarios según sea el caso. A partir de allí, los estudiantes deberán diseñar, gestionar o intervenir el proceso de producción de mensajes audiovisuales y radiofónicos, principalmente en los medios y para los medios de comunicación. Para desarrollar lo anterior, la labor docente resulta fundamental y estratégica en cuanto su acción pedagógica se refiere, ya que, a través de ella, se articulan relaciones que apuntan a la formación integral de los estudiantes. Para ello el sistema de créditos, por ejemplo, permite espacios de interacción docente–estudiante, dentro y fuera del aula, lo que significa el diseño y puesta en marcha de acciones que integren la apropiación de lecturas y su relación con el debate mediático y a su vez con la realidad sociocultural y sus distintos significados. Ese juego de relaciones contiene el desarrollo de competencias que tienden a formar una mente investigadora. Un programa en formación en radio y televisión, debe utilizar varios instrumentos para organizar el conocimiento y el aprendizaje con el propósito de consolidar el proceso de formación de la autonomía y la intersubjetividad. El mapa conceptual, por ejemplo, se debe usar en clases tanto para explicar temas nuevos como para evaluar conocimientos. De igual forma el diseño de portafolios académicos y su guía de actividades individuales y grupales permitirán al estudiante introducirse y desarrollar competencias básicas de estudio e investigación, lo que implica que los estudiantes se habitúen a conformar una agenda académica dentro y fuera de clases y administren su tiempo de acuerdo a ella. Es decir, aprender a priorizar y categorizar articuladamente las actividades de aprendizaje de acuerdo con objetivos previamente planteados y de acuerdo con los aportes que estudiantes y profesores puedan hacer sobre cualquier tema. En esta misma dirección la mayoría de las materias de un programa de estas características, deben estar organizadas bajo la modalidad de talleres, que estimulando el trabajo cooperativo, permiten desarrollar el juicio y la habilidad mental para comprender procesos, determinar causas e, inclusive, escoger soluciones prácticas, al amparo de la actividad creadora y la iniciativa. En el proceso de formación de estudiantes en radio y televisión, la investigación se debe abordar, entonces, desde los siguientes frentes: La pedagogía, que considera las diversas etapas de formación del conocimiento y su relación con el entorno cultural y formula problemas de tipo metodológico tanto en la enseñanza como en el aprendizaje para probar y adoptar estrategias pedagógicas. La aprehensión y puesta en rigor de los contenidos, que al centrarse, de nuevo, en el aprender haciendo, responsabiliza al estudiante de buena parte de su proceso y exige la aprehensión del conocimiento más allá, inclusive, del aula de formación.


Y finalmente, la naturaleza de la disciplina, que exige, tanto en radio como en televisión, procesos investigativos que consoliden el discurso propio en un área caracterizada por la praxis social, no sólo para darle orden a la producción sino disciplina y planeación a la construcción de los mensajes. No se puede entender el trabajo en televisión, por ejemplo, si ante la exigencia de un documental o un argumental, no hay un proceso de preproducción y de investigación dentro de él.

Bibliografía ABELLO, Alberto y LÓPEZ, Cecilia. (1998) El Caribe colombiano, la realidad regional al final del Siglo XX. Cartagena. Observatorio del Caribe Colombiano. ARGUELLO, Rodrigo. (1995). Estética y Comunicación. Bogotá. Unisur. BARBERO, Jesús Martín, y REY, Germán. (2000). Los ejercicios del ver: hegemonía audiovisual y ficción televisiva. Barcelona, Gedisa. GIRALDO, María Elena. (2007). De la cultura de masas a la cultura mediática. Un análisis de los media desde la comunicación. Bogotá. Medellín. Revista Anagramas. GRIMSON, Alejandro. (2001). Interculturalidad y Comunicación. Norma. LASSWELL, Harold. (1946). Estructura y función de la comunicación en la sociedad, en Moragas, M. (1985) Sociología de la Comunicación de Masas, citado por HERRERA, Eliana. (2005) en Mediaciones. Ministerio de Comunicaciones. (1995). El gran salto en la televisión colombiana. QUIROZ, María Teresa. (2004). Tensiones entre la cultura oral, la escritura y la visualidad electrónica. Bogotá. Revista Mediaciones. Uniminuto. SODRÉ, Muniz. (2002). Reinventando la cultura, la comunicación y sus productos. Barcelona. Gedisa.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.