MARXISMO Y ANARQUISMO EN LA REVOLUCION RUSA.

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El Estado fue siempre una institución política de opresión al servicio de una clase dominante que, por medio del aparato estatal, disponía del monopolio del poder; ese monopolio posibilitaba el de la propiedad. El capitalismo es un sistema económico de explotación porque pone en manos de una minoría la propiedad de los medios de producción. Pero si el monopolio capitalista se convierte en capitalismo de Estado; si ambos monopolios –el del poder y el de la propiedad– se confunden en uno solo y se reúnen en una sola mano en vez de destruirse mutuamente, de neutralizarse, entonces se transforman, merced a la unión, en un poder formidable. La unión de los dos monopolios no disminuye la eficacia de las funciones de ambos sino que, por el contrario, la multiplica. La concentración de la opresión política y de la explotación económica no engendra la libertad; da origen a una esclavitud “racionalizada”. El programa de Lenin muestra las razones por las cuales el dirigente bolchevique insistió siempre en la necesidad del Estado y del poder del Estado, sobre todo en el período revolucionario; indica cuál era la verdadera naturaleza de la nueva máquina de Estado que, según él, nacería de los consejos; evidencia, asimismo, cuál era su pensamiento cuando escribía que el nuevo tipo de Estado era una forma de administración del Estado sin la burguesía y contra la burguesía. De la “fuerza creadora del pueblo” nacieron los soviets, que hicieron la revolución organizando la expropiación directa a los expropiadores, tomando posesión de las tierras y de las fábricas, desbaratando la resistencia de los terratenientes y los capitalistas, destruyendo el Estado –la vieja institución política de opresión–, llevando la revolución al ejército y obteniendo la paz por la fuerza. ¿Podían, pues, los consejos, servir de instrumento para la construcción de un nuevo aparato estatal centralista, destinado a aplicar medidas para la implantación del capitalismo de Estado, para hacer avanzar al capitalismo? ¿Era acaso posible que los consejos facilitaran el cumplimiento de tales medidas? Ésa era, en efecto, la aberrante concepción de Lenin; ése era el papel que asignaba a los consejos; ésa era la idea que tenía de la revolución social. Así como el objetivo de la revolución –para los bolcheviques 132 / ARTHUR LEHNING


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