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Manuel Beaumont
Manolo Beaumont
Una persona auténtica, optimista y valiente
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Durante más de veinte años –tendríamos que remontarnos al número 7–, lo primero que se encontraban los lectores de esta revista, en la primera página, era el editorial del padre Manolo, una reflexión con abundantes pinceladas agustinianas y, sobre todo últimamente, en torno al lema que preside cada curso académico. También las primeras páginas de este número tienen el mismo protagonista, pero a raíz de un acontecimiento que nadie que conociera al padre Manolo podía sospechar. Sirvan las líneas que le dedica Ana Bello, nuestra Jefa de estudios de Bachillerato, la reseña biográfica y el testimonio de unas fotos como pequeño recuerdo y agradecimiento a lo que el padre Manolo ha supuesto para el colegio y, en concreto, para que esta publicación que tienes entre manos siga estando viva.
¡Hasta siempre, padre Manolo!


El padre Manuel Beaumont Crespo había nacido en Armañanzas, Navarra, el 4 de abril de 1945. En Pamplona, recibió el hábito agustino recoleto el 13 de septiembre de 1963, realizó la profesión religiosa el 15 de septiembre de1964, emitió los votos solemnes el 16 de septiembre de 1967, recibió el diaconado el 21 de diciembre de 1969 y el presbiterado el 10 de mayo de 1970, de manos del cardenal Arturo Tabera Araoz. En la Universidad de Valencia realizó la licenciatura en Filosofía y Letras, especialidad en Psicología (1973-1978), la diplomatura en Pedagogía (1978-1981), y masters en Psicoética (1990-1992) y Hecho Religioso (2005-2006). Desde el momento de su ordenación sacerdotal desempeñó su labor como maestro de filósofos en el convento de Nuestra Señora de la Consolación, y profesor del colegio san Agustín en Pamplona, maestro de filósofos con residencia en el convento de Santo Domingo, de los Dominicos, El Vedat, Torrent, Valencia, y profesor y psicólogo en el colegio Monte Sion de Torrent. Fue Vicario parroquial de la parroquia Nuestra Señora de la Cabeza en Valencia. Maestro de profesos, viceprior en el teologado de Torrent, Valencia, y consejero provincial. El padre Manolo fue profesor, prior y director general de nuestro colegio en dos etapas: desde 1993 a 2010, y desde 2013 a 2020. Fue también vicario provincial de la Provincia Nuestra Señora de la Consolación y Prior provincial de la Provincia Nuestra Señora de la Consolación. El día 29 de marzo de 2020 fallecía en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, a consecuencia de complicaciones respiratorias por el Covid-19.
Toda una vida dedicada al Apostolado Educativo y a la formación de futuros Agustinos Recoletos hasta convertirse hoy en referente para muchas generaciones de jóvenes. El pasado 29 de marzo de 2020 quedará para siempre en la memoria de aquellos que, desde la distancia y el confi namiento, nos unimos para despedir a Manolo Beaumont. Un hombre, un religioso, un amigo que sin duda dejará huella en todos aquellos que le conocimos. Manolo siempre supo lo que quería y fue lo sufi cientemente fi rme y determinado como para dar los pasos necesarios hasta alcanzar su objetivo, su meta, su misión. Hombre de grandes pasiones y fi rmes creencias, se entregó a ellas por completo. Siempre cercano y próximo a los jóvenes, y tremendamente sensible e implicado con los mayores, fue sin duda un hombre comprometido. Una persona auténtica, aunque a veces sus gestos se percibieran como osados, insólitos e incluso imprudentes. Era él mismo en todo momento, independientemente del lugar y la compañía. Amante del deporte, donde encontraba su mejor medicina, siempre se sintió y mostró juvenil a pesar de los años, animoso, optimista y nunca abatido. Percibió un mundo lleno de retos y oportunidades. Una tremenda curiosidad por lo nuevo y lo desconocido que le condujo a un aprendizaje y búsqueda continuos por descubrir otras cosas. Fue una persona curiosa, valiente e intrépida. Un espíritu libre, inquieto, casi aventurero. Manolo Beaumont era sin duda una de esas personas interesantes por naturaleza, que se cruzan en nuestro camino a lo largo de la vida y tenemos la suerte de disfrutar. Quienes lo hemos conocido y acompañado tenemos una gran responsabilidad: heredar su legado y hacernos eco de su carisma con una actitud proactiva, interpretando nuevas realidades, reinventándonos, aceptando y proyectando la modernidad, pero sin olvidar ni perder nunca la esencia. Algo en lo que él siempre insistía. Gracias, Manolo, por todos estos años, por tu compañía, por tu palabra fácil e inteligente, por tu sonrisa amplia y transparente, por ayudarnos a ser mejores personas, por tu fe, por un recuerdo tan limpio.
Ana Bello







