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EDITORIAL
EL VERDADERO ANFITRIÓN
Según la mitología griega, cuando Anfitrión (rey de Tirinto casado con la reina mortal Alcmena) se encontraba guerreando, Zeus, el rey de los dioses, decidió adoptar la forma de Anfitrión para seducir a Alcmena. Ella, pensando que a quien daba la bienvenida tras una larga ausencia era a “su” Anfitrión, le dio el mejor de los recibimientos, y de aquella relación nació Heracles. Así, cuando el verdadero Anfitrión volvió a su hogar, extrañado ante la fría actitud de su esposa le preguntó que qué le sucedía. Ella le explicó
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que ya le había dado una calurosa bienvenida un día previo, ante lo cual Anfitrión pensó que estaba siendo engañado y pretendió matar a Alcmena. Entonces Zeus intervino explicando que Alcmena era inocente y que lo que había ocurrido era que él se había hecho pasar por Anfitrión. Ante este reconocimiento, el verdadero anfitrión, rendido ante el rey de los dioses, le abrió las puertas de su casa a Zeus, lo que según algunos habría sido el origen del significado que hoy tiene la palabra “anfitrión”.
Otros dicen que la etimología de la palabra hay que buscarla en la adaptación que, del texto de Plauto recogiendo el anterior relato, hizo Molière en 1668. En dicho texto, el dramaturgo francés refleja una escena final en la que, encontrándose juntos el verdadero y el falso Anfitrión, el lacayo del auténtico Anfitrión afirma que “le véritable Amphitryon est l’Amphitryon où l’on dîne”, es decir, que “el verdadero Anfitrión es el que invita a cenar”.
Sea cual fuere el origen de la palabra anfitrión —ya sea el que abre las puertas de su casa, ya sea el que invita a cenar—, lo que es innegable es que nuestro Colegio se convertirá, entre los días 9 y 11 de mayo, en anfitrión de los abogados y abogadas de toda España que deseen acompañarnos en el XII Congreso Nacional de la Abogacía, abriendo de par en par las puertas de nuestra casa —de nuestro Colegio, de nuestra ciudad—, e invitando a nuestros compañeros y compañeras a compartir esas jornadas con nosotros. Pero, como no podía ser de otra manera, no solo el Colegio será anfitrión: seremos los colegiados y colegiadas de Valladolid quienes tendremos la oportunidad, la suerte y la responsabilidad de acoger a nuestros compañeros que nos visiten durante esos tres intensos días.
Serán sin duda jornadas de intensa formación, y los letrados y letradas vallisoletanas haremos bien en anotar las fechas en nuestras agendas desde ya para poder aprovechar los más de cien paneles y talleres que se celebrarán y que nos permitirán ampliar nuestros conocimientos y nuestras habilidades profesionales, todo ello con un enfoque eminentemente práctico. Pero serán también, claro, jornadas de relación y de compañerismo, donde podremos conocer o reencontrarnos con compañeros y compañeras de otras ciudades, mostrarles nuestra hospitalidad, aconsejarles y ayudarles en todo lo que puedan precisar. Tendremos la posibilidad de hacer que esos días sean inolvidables para todas las personas que nos visiten, pudiendo convertir lo que podría ser una mera visita o estancia en nuestra ciudad en unos días especiales. Porque siempre es distinto conocer una ciudad como un simple turista que conocerla de la mano de amigos y compañeros, y porque está a nuestro al
cance que quienes vengan se queden con ganas de volver, de conocer más nuestra ciudad, de saborear nuestra gastronomía, de pasear por nuestras calles y parques y, sobre todo, de conocer a nuestra gente.
Vaya por tanto desde estas páginas nuestro más ferviente llamamiento a que, entre todos y todas y con nuestra participación en el Congreso y nuestra asistencia a las ponencias y talleres, y con nuestra hospitalidad y amabilidad, hagamos del Congreso no solo un evento único, sino también inolvidable.