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“estancamiento” y que debía redoblarse la lucha para que “su obra se extienda en vez de restringirse”.47 Los socios montevideanos activos en 1906 eran ciento quince, número que en ese momento se consideraba reducido, no obstante contar con “amateurs que hacen verdadero arte fotográfico, cuyos trabajos no desmerecen de las obras perfectas que acusan las revistas de otros países”.48 La defensa del “arte fotográfico” y la superación de la “fotografía clásica” fueron prioritarias para el Foto Club. La exposición de 1903
Mirando hacia afuera La gran mayoría de los clubes de aficionados a la fotografía que se formaron a fines del siglo XIX fundaron sus propias revistas. Estas se dedicaban a difundir los trabajos de sus miembros, comentar los procedimientos que utilizaban y defender el carácter artístico de la fotografía. Reproducían imágenes en buena calidad y se editaban en varios idiomas. Además, algunas de ellas llevaron a cabo una tarea de rescate de fotógrafos de las primeras épocas. Estas revistas eran un buen medio de comunicación entre las asociaciones de distintos países. Aquellos cuyo desarrollo artístico era incipiente, caso del Uruguay, conocían las novedades en el campo de la fotografía gracias a ellas. En 1902 la biblioteca del Foto Club de Montevideo contaba con ciento catorce volúmenes y con sesenta y tres catálogos de las casas de artículos fotográficos más importantes de Europa y Estados Unidos. Además estaba suscrita a una serie de revistas especializadas, la mayoría de ellas francesas. En su sala de lectura los socios podían consultar el Bulletin du Photo Club de París –donde escribían los principales pictorialistas franceses-, la Photo Revue, la Photo Gazette, Le Photogramme, Le Moniteur de la Photograhie y Ombres el Lumiére, todas de París, La Fotografía de Madrid, La Fotografía Práctica de Barcelona, El Proceso Fotográfico y la Revista Fotográfica del Río de la Plata, estas dos últimas de Buenos Aires. El Foto Club de Montevideo tenía socios corresponsales en varias ciudades extranjeras, como Burdeos, Roma, Marsella, Nueva York y Buenos Aires. Además entró en contacto con las sociedades de aficionados de Europa y Estados Unidos. También tenía socios corresponsales en ciudades del interior del Uruguay, caso de Trinidad, Minas, Las Piedras y Florida, y comisiones departamentales en esas ciudadaes, que tenían por objeto la centralización de fotografías producidas allí, la difusión de los avances “técnico artísticos” alcanzados por los socios montevideanos, la provisión de laboratorios fotográficos para cuando estos realizaban excursiones al interior y el ofrecimiento de las mismas facilidades a los aficionados de esas ciudades que viajaran a Montevideo, lo cual, por otra parte, ya existía para los aficionados extranjeros miembros de sociedades con las cuales el Foto Club mantenía relaciones.
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fue inaugurada con un fuerte alegato de Augusto Turenne en defensa de una fotografía que fuera menos la reproducción fría y seca de la realidad, y más un medio para expresar el “temperamento” del artista.49 Esta nueva fotografía era la que concebían y practicaban desde las décadas de 1880 y 1890 los pictorialistas europeos y estadounidenses, quienes pretendían desmarcarse tanto de los fotógrafos comerciales, como de los numerosos aficionados surgidos gracias a la aparición de las nuevas cámaras. Consideraban a la fotografía un medio de expresión personal y se oponían a su uso comercial, mientras pugnaban por insertarse en el mercado del arte. Su forma de configurar el “arte fotográfico” era acercarse a la pintura, tanto en los temas abordados, por ejemplo el paisaje, como en la estética de la imagen, que mostraban imprecisa, levemente desenfocada y carente de nitidez. Esto era logrado mediante la sustitución de los procesos como el gelatiniobromuro por otros que requerían un trabajo de tipo artesanal y que en parte fueron desarrollados por ellos mismos -gomas bicromatadas, carbones, tintas grasas. Además, con este propósito intervenían la fotografía mediante técnicas pictóricas, utilizaban “objetivos de artista” y, en ocasiones, prescindían del objetivo. También buscaban emular a la pintura en las formas de circulación de las imágenes. Los pictorialistas tenían predilección por los ejemplares únicos y en ocasiones esto los llevaba a romper los negativos luego de lograr la copia que los satisfacía, o a trabajar con procesos positivos directos de cámara.50 Por otra parte, para ellos la fotografía artística tenía “una ventaja enorme” con respecto a las otras artes gráficas. Esta era, en palabras de Turenne, “el substratum incomparablemente correcto de la imagen primitiva. No más errores de
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17. Socios del Foto Club de Montevideo en la Galería de la institución, año 1913.
perspectiva, no más cuerpos en los que los vestidos cubren sombras y no huesos y músculos”.51 La incorporación de la estética pictórica a las fotografías era condición necesaria para que esta técnica comenzara a ser admitida en el campo artístico. En 1893 el crítico de arte de La Tribuna Popular comentó uno de los trabajos presentados en una exposición de pinturas, señalando que “tiene muy buen colorido pero se nota en aquel cuadro del jardín algo así como una reproducción fotográfica”.52 El realismo de la fotografía era un estorbo para la expresión artística, y esto era lo que buscaban remediar
los pictorialistas. El Foto Club logró en parte ese objetivo. En 1906 el Círculo Fomento de Bellas Artes resolvió, de cara a la exposición organizada ese año, crear una sección destinada a trabajos fotográficos. En 1910 el gobierno invitó al Foto Club a elaborar el material destinado a presentarse en la Exposición Internacional de Fotografía artística que tendría lugar en Roma en mayo del año siguiente: “es de esperarse que nuestros aficionados harán un lucido papel en un certamen que, como el que nos ocupa, reunirá las producciones más salientes de esa hermana menor de las Bellas Artes: la Fotografía”.53 115