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Demolición de los muros de la ciudadela de Montevideo. Entre 1876 y 1877 el fotógrafo aficionado Ramón Escarza realizó una serie de fotografías estereoscópicas sobre la demolición de la ciudadela de Montevideo.
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sociedades artísticas desarrollaron importantes vínculos entre sí a través de los contactos personales, las exposiciones y los boletines oficiales de las instituciones. Como en otros ámbitos de la cultura, las élites uruguayas miraron hacia Europa e importaron el modelo asociacionista y los criterios estéticos de la nueva fotografía artística. En 1884 comenzó a funcionar la Sociedad Fotográfica de Aficionados en Montevideo y, en 1901, el Foto Club de Montevideo, que constituyen los primeros intentos de impulsar colectivamente la fotografía artística en nuestro país. De igual forma, hacia las últimas décadas del siglo XIX la evolución tecnológica, que permitió la aparición de cámaras y procesos fotográficos más baratos y sencillos, impulsó el desarrollo de un campo estable de aficionados.
Los primeros aficionados
provienen casi exclusivamente de los avisos comerciales aparecidos en los medios de prensa, que con ese adjetivo los distinguían de los profesionales, a los que solían definir como artistas. En 1856 el director del Museo Heliográfico, Ch. Domergue puso en venta “varios aparatos de Daguerrotipo de todos tamaños, enteramente completos, perfeccionados y de primera clase”, para “profesores y aficionados a este arte”.3 Cuatro años después el pintor italiano Giovanni Fossati comenzó a vender en su establecimiento comercial máquinas y materiales fotográficos al por mayor y menor, ofreciendo también, tanto para “artistas” como “aficionados”, la importación “de todos los objetos pertenecientes al arte que quieran hacer venir de Paris, Londres o Viena”.4 En las décadas de 1860 y 1870 los estudios fotográficos ofrecieron a los aficionados “lecciones de fotografía”, cámaras, y también
la posibilidad de utilizar sus instalaciones para trabajar con nuevos procesos fotográficos.5 Esto indica la existencia de fotógrafos “amateurs” en Montevideo, personas que aprendían las nuevas técnicas, experimentaban con los nuevos procesos y consumían parte de los productos que los estudios comerciales importaban. Entre ellos podemos mencionar a Ramón Escarza, quien a fines de 1876 y comienzos de 1877 realizó una serie de catorce imágenes estereoscópicas de la demolición de la ciudadela de Montevideo.6 Sin embargo, la complejidad de realización y el costo de los procesos fotográficos circunscribían todavía la fotografía a los profesionales y a las personas adineradas con inquietudes científicas y mucho tiempo libre. Recién en la década de 1880 comenzaron a gestarse las condiciones para la extensión de la práctica fotográfica a sectores sociales más amplios.
Hasta fines del siglo XIX la fotografía en Uruguay fue practicada principalmente por profesionales. Sin embargo durante gran parte de este período se registra la actividad de otros fotógrafos, carentes de pretensiones comerciales. La introducción del daguerrotipo en Montevideo en el año 1840 provocó entusiasmo entre algunos intelectuales rioplatenses. El médico Teodoro Vilardebó y el político y escritor bonaerense Florencio Varela, quien estaba exiliado en Montevideo, fueron algunas de las personas que se maravillaron durante las exhibiciones públicas en que se difundió el experimento, adquiriendo posteriormente sus propias cámaras.2 Durante los años siguientes los testimonios de la actividad de fotógrafos aficionados
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