La Rambla Sur. Lo urbano y lo humano La Rambla Sur es un retrato de Montevideo: habla de la evolución de sus espacios y de su gente, en un proceso que da cuenta de permanencias y cambios. La construcción de un espacio de encuentro entre la ciudad y el Río de la Plata fue una idea madurada a lo largo de más de medio siglo, desde mediados del XIX, en el marco de una sociedad que buscaba definirse y estructurarse, sobrellevando los avatares políticos, los aluviones inmigratorios y el azote de epidemias. Sus antecedentes más lejanos se remontan a la propuesta de Duport (1848) y evolucionaron con diseños de diversos alcances y escalas de Surroca (1872), Maillart (1887), Vilaza (1887), André (1889/91), Fernández (1907), Grinthorpe (1908), Sillard (1910) y el Plano Regulador (1912). El denominador común de este variado conjunto de formulaciones fue la delineación de la ciudad desde una lógica decimonónica, fundamentalmente decorativa. I Más allá de la visión unificadora de la forma urbana que se procuraba presentar en todos esos trazados, la Rambla se comenzó a materializar en los primeros años del siglo XX a través de la realización de sectores aislados ubicados frente a las playas de Ramírez, Pocitos y Carrasco. El proceso de urbanización de esas áreas provocó un cambio en la orientación de la evolución de la ciudad, donde la costa se volvió un lugar apetecible para la sociedad, en buena medida como reflejo de la imposición de las costumbres higienistas modernas. En este contexto se inscribe la valoración de los baños de mar y el disfrute del paisaje y, consecuentemente, el cambio hacia el escenario de la costa como ámbito para el paseo y el ocio. Al propósito de creación de una nueva sociedad que en ese momento se estaba produciendo le correspondió la búsqueda de la construcción de una nueva ciudad.
II En la década de 1920 se realizó el proyecto definitivo de la Rambla y comenzó su construcción desde la Escollera Sarandí hacia el este, en el marco de un proceso de importantes transformaciones urbanas en Montevideo. Algunas de las obras que forman parte de ese proceso son: el Palacio Salvo, el Hospital de Clínicas, el Palacio Municipal, el Estadio Centenario y la apertura de la avenida Agraciada. Todo esto sucedió al mismo tiempo que en el mundo se comenzaron a formular las bases conceptuales del Movimiento Moderno en arquitectura y urbanismo. Uno de los aspectos en que es más elocuente la inflexión que se produjo con el proyecto de la Rambla y un punto clave en su diseño es su despojamiento de ornamentos. Su estética la proyecta hacia adelante distanciándola claramente del período anterior. Esta se basa en la regularidad de las formas, la armonía de las proporciones, el cuidado de los detalles, la expresividad de los materiales y la calidad constructiva. Racionalidad, pureza, claridad e intemporalidad, acompañadas de una marcada confianza en el futuro, guían la traza y el diseño del proyecto, estableciendo puntos de contacto con el pensamiento de las vanguardias modernas. Pero detrás de la abstracción del diseño, la concreción de la obra supuso radicales transformaciones en el territorio, que en su momento fueron valoradas de un modo extremadamente diferente a la forma en que serían valoradas de producirse hoy. Entre esas transformaciones se destacan especialmente las demoliciones de las edificaciones del borde sur de la Ciudad Vieja y de parte del Barrio Sur, abarcando aproximadamente treinta manzanas que se ubicaban en una faja entre la calle Reconquista y el mar. También desaparecieron dos playas que estaban ubicadas frente a los barrios Sur y Palermo: Patricio y Santa Ana.