En busqueda del Don Celestial- Joseph Fielding McConkie

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EN BUSCA DEL DON CELESTIAL

JOSEPH FIELDING McCONKIE

LA INDEPENDENCIA ESPIRITUAL Y UNA CARTA DE DERECHOS El poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. (D. y C. 58:28.)

Hace unos años, un alumno de seminario me informó que abandonaría los estudios para ingresar a la Marina. Contestando mi pregunta sobre sus motivos, dijo: "Porque estoy cansado de que otros me digan lo que tengo que hacer." Dudo mucho que este joven haya encontrado la independencia que estaba buscando. Como muchos otros, buscaba en otra parte lo que sólo podía encontrar dentro de sí mismo. Su búsqueda inútil puede compararse a la del anciano que buscaba su sombrero...teniéndolo puesto. Los logros espirituales tienen sus raíces dentro del alma. No importa cuán larga y difícil sea la búsqueda, las cosas del Espíritu seguirán siendo "tesoros escondidos" hasta que el peregrinaje se dirija hacia adentro. Una joven mujer vino a mi oficina aparentemente en busca de consejo para salvar su matrimonio. Luego de preguntarle si había pedido el consejo de su obispo y de otros en quienes podía buscar la orientación apropiada, contestó: "Sí, pero todos quieren que yo cambie." Mientras ella siga buscando la contestación fuera de ella, su matrimonio seguirá con problemas. No fuimos creados para ser juguetes o títeres de las circunstancias. Aunque no podamos controlar nuestro destino, podemos controlarnos a nosotros mismos. Dentro de nuestras almas se encuentra la habilidad y el poder de pensar nuestros propios pensamientos, hablar nuestras propias palabras, escoger a nuestros propios amigos, determinar nuestras propias actitudes, y realizar nuestras propias obras. Nadie más puede salvarnos en el reino de Dios y ninguna otra fuerza o influencia puede combinarse para impedir nuestra salvación sin nuestro consentimiento. En los primeros días de la Iglesia, muchos conversos que se unían al grupo de los santos esperaban encontrar una utopía espiritual. Frustrados al ver que las comunidades de los santos estaban llenas de gente que no eran mejor que ellos, algunos de esos inmigrantes expresaron su desilusión y abandonaron la Iglesia. Habían imaginado una Sión en la que podrían disfrutar de la luz espiritual día y noche. Anhelando alimentarse de revelaciones, milagros y manifestaciones de poder divino, buscaban el cielo en la Tierra. No se daban cuenta de que la madurez espiritual a menudo viene lentamente, y que muchos, como ellos mismos, se habían congregado con los santos con la esperanza de también poder encontrar el aliento y la fuerza necesarios para vencer sus propias debilidades. A personas así Brigham Young solía preguntarles: "¿Qué les impide gozar de todo lo que quieren? Si no son lo que desean ser, si no sienten el espíritu tanto como lo desean, ¿en dónde está la falla?" Coniestando su propia pregunta, el Presidente Young explicaba que era un error suponer que otros pueden evitarnos gozar de la luz de Dios en nuestra alma. "Ni todo el infierno", decía él, "puede impedirme que goce de Sión en mi corazón, si mí voluntad individual rinde obediencia a los requisitos y mandatos de mi Maestro celestial." (J D 1:311.) Brigham Young declaró que él era el único hombre en el cielo, en la Tierra, o en el infierno, responsable por Brigham Young. Y afirmó que la misma doctrina se aplicaba igualmente a todos ios

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