En busqueda del Don Celestial- Joseph Fielding McConkie

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EN BUSCA DEL DON CELESTIAL

JOSEPH FIELDING McCONKIE

más, uno del que tal vez se avergonzaban un poco, y que habían enviado a apacentar las ovejas. Samuel insistió que lo trajeran. Cuando llegó David, el Señor habló y diio: "Levántate y úngelo, porque éste es". {Véase 1 Samuel 16:1-12.) Al analizar esta historia, es evidente que el Señor fácilmente pudo haberle dicho a Samuel desde el principio: "Ve a Belén, a la casa de isaí, y ordena a su hijo menor, David, para que sea mi rey", pero no era ésa la manera del Señor en la antigüedad, como tampoco es hoy. El no revela a sus siervos hoy día quién debe presidir sobre una estaca antes de que ellos vayan a esa estaca, entrevisten a sus líderes, hagan una decisión, y luego pidan la confirmación espiritual de esa decisión. A medida que vemos surgir el modelo de dirección divina, parece que siempre va acompañado de pruebas de obediencia y fe, y la enseñanza de grandes lecciones. Al ejército de Israel se le aseguró la victoria en sus batallas contra los habitantes paganos de Canaán, en tanto que guardaran sus convenios con exactitud. Un mandamiento fundamental era que no tomaran los despojos de la batalla, enfatizando que la victoria le pertenecía sólo a Dios. Cuando sufrieron una humillante derrota en su batalla contra la ciudad-estado de Hai, Josué rasgó sus vestidos y se postró afligido delante del arca del convenio, implorando una explicación del Señor: "¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! ¡Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos? Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la Tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu gran nombre? Y Jehová dijo a Josué: Levántate...Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hace frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros." Entonces se le mandó a Josué que por la mañana pasara delante de él cada una de las doce tribus, y se le manifestaría a qué tribu pertenecía el violador del convenio. Entonces esa tribu pasaría ante él, familia por familia, para que fuera identificada la familia del culpable. Después, pasaría la familia del culpable por grupos para que fuera identificado el grupo Y por último, el grupo debía pasar ante él, varón por varón, para que pudiera hallarse al transgresor. El proceso fue dramático; involucraba a todo Israel —cada hombre, mujer y niño— e indudablemente pasaron varias horas antes de que se identificara al hombre: Acán. Se le pidió que confesara, y lo hizo. Entregó los tesoros escondidos, mientras todo Israel presenciaba su vergüenza. Por mandato del Señor, fueron destruidos Acán, su familia y todo lo que poseían. (Véase Josué 7.) Si reflexionamos en esta historia, nos daremos cuenta de que hubiera sido algo sencillo para el Señor revelarle a Josué la perfidia de Acán, aun antes de que las tropas fueran derrotadas en Hai, y no hubiera habido necesidad de que todo el pueblo de Israel pasara delante del profeta. Mas si se hubiera hecho así, se hubiera desperdiciado la oportunidad para dejar una gran enseñanza, y darle a todo Israel una importante lección. Josué, quien tenía suficiente fe y poder en el sacerdocio para dividir las aguas del Jordán, para que todo israel pudiera pasar por sobre tierra seca; y quien podía hacer que el sol y la luna se detuvieran a una orden suya, también necesitó hacer un esfuerzo en las cosas del espíritu, y adquirir el conocimiento de !a voluntad del Señor "línea por línea". Tal vez no ha habido una conversión a! evangelio más conmovedora que !a de Pablo. Siendo un orgulloso y estricto fariseo, vino a ser un fanático perseguidor de los cristianos. Yendo por el camino a Damasco, donde buscaría a ios seguidores de Cristo para traerlos presos a Jerusalén, vio una luz y oyó una voz de! cielo. En medio de la luz oyó la voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Temblando, Pablo (entonces Saulo) preguntó: "Señor, qué quieres que yo haga?" Se le mandó que entrara en la ciudad de Damasco, donde recibiría la voluntad del Señor concerniente a él. Una vez más

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