s la a n o c s o s r Ve Érase un salón oscuro decorado con orugos. Érase una maestra de monstruos que era monstrua.
Trazaba soles violetas sobre la pizarra herrada domesticaba cocodrilos soplando una vieja pijama.
Enseñaba sus hazañas: la pared enmarañaba con palabras hilvanadas.
Y reían los monstruitos cuando hacía de cascarrabias porque se quemó el azúcar del pastel de telarañas.
Las letras las dibujaba con mocos y cucarachas. ¡Ay, cómo se divertía la monstrua cuando enseñaba!
68 * MAYO
Autora: Bárbara Bruchez