Ciudad de México, agosto de 1767 a mayo de 1771
NÚMERO 9 Páginas 73-80
Vale Medio Real
QUE QUEDE CLARO: EL PAPA
Y EL REY ¡NO SE TOCAN!
Noviembre de 1767.- El Virrey Carlos Francisco de Croix lanzó un severo bando el día 26 contra los libelos que se atrevan a ofender al Rey Carlos III de España y al Papa Clemente XIII. Se dice que ha pedido apoyo al Santo Oficio para castigar a los culpables, pero éste se ha excusado de condenar a sus autores y los escritos. La polémica causa de estos libelos: la expulsión de los jesuitas de España y sus colonias.
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l 2 de abril del presente año, el Rey Carlos III de España dictó en El Pardo, Madrid, su Pragmática Sanción contra la Compañía de Jesús, quitándole fueros y propiedades y expulsándola de todo territorio español, incluso de los de ultramar. La medida no fue recibida con buenos ojos por la población y las críticas no se hicieron esperar. Gran parte de los novohispanos comparten esta idea: muchas obras han hecho los jesuitas como para ser borradas por órdenes reales o papales. En nuestra Nueva España las protestas no han tardado en surgir y circulan muchos panfletos o folletos en los que se critica y satiriza, según el estilo de este tipo de escritos, esa decisión. Poco han tardado también las autoridades en tacharlos de libelos, aunque tal cosa no son: no hay en ellos difamación, sino análisis de una medida poco popular. El Virrey Marqués de Croix solicitó a los inquisidores publicar un edicto para prohibir y recoger los folletos, mas nuestra redacción ha sido informada de buena fuente que el propio Decano del Santo Oficio le notificó la negativa de la institución con base en el fundamen-
to legal de la petición. Ante el enojo del señor Virrey, los inquisidores recurrieron al Visitador Don José Bernardo de Gálvez y Gallardo para convencerlo de sus razones. Quien esto escribe opina que, en el fondo, tal reticencia se debe a que el monarca ha quitado al Tribunal del Santo Oficio algunas libertades. ¡Caro lo está pagando! Ante esta situación, el enérgico Visitador Don José de Gálvez decidió consultar al Rey y al Consejo de Indias, al cual pertenece como miembro honorario, antes de decidirse a obligar, o no, a que la Santa Inquisición publique un edicto. Sin embargo, el Marqués de Croix no deseó esperar más y lanzó el bando que, con fecha del 26 de noviembre del presente año, nos atañe aquí. En él declara “reos de lesa majestad” a los autores de los folletos contra las autoridades civiles y clericales. Ha comenzado a ejercerse sobre éstos la presión de la autoridad. ¿Podrán así acallarlos? Hay quienes afirman, en las sombras, que lo que más duele es la injerencia de la corona sobre este territorio, que aunque le pertenece por derecho divino, los novohispanos lo consideramos nuestro.
COMER CARNE: TAMBIÉN
DERECHO DE PRESOS Agosto de 1767.- Preocupa a las autoridades que los presos se alimenten bien, pues es su derecho, y ello incluye el hábito de comer carne, sea prisión de mujeres o de hombres. Realizan tres comidas al día, y las porciones son según el tipo de presos de cada cárcel. En la de Corte, un pambazo acompaña el atole del desayuno, la carne guisada de la comida y los frijoles de la cena. En la de la Ciudad de México sólo un pambazo desayunan los prisioneros por obras públicas –y un cuartillo de atole el resto–, y se come una libra de vaca en clemole, ese caldillo con tomate, chile y epazote. Los viernes hay frijoles en lugar de carne, y son también el alimento de las cenas, con cuatro tortillas. A La Acordada no llega el pan y gran pesar causa esto a los presos, que dicen soñar con este manjar tan sencillo. Se desayuna un cuartillo de atole blanco, ni líquido ni espeso, con una tortilla gorda bien cocida; se come un cuartillo de puré de haba y manteca, espeso y cocido, con dos tortillas –menos martes, jueves y domingos que hay carne–. Se cena lo mismo, pero con una sola tortilla.
9.1 Desde el púlpito los sacerdotes dan a conocer al pueblo la nueva orden que prohíbe publicar folletos contra las autoridades virreinales, las reales y las religiosas.
BRUTAL REPRESIÓN ATEMORIZA AL REINO Enero de 1768. Con gran discreción pretendieron las autoridades efectuar la expulsión de los jesuitas el 25 de junio del año pasado. No sabemos si verdaderamente sospecharon las consecuencias de sus actos, mas el “¡No a la expulsión!” es general. Ante la protesta, represión.
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9.2 La expulsión de los jesuitas trajo aparejada una ola de represión contra quienes los apoyan.
a política centralizadora del Rey Carlos III y sus ministros incluyó, como bien sabemos, la expulsión de España y sus colonias de todos los miembros de la Compañía de Jesús, organización de gran riqueza material, demasiada influencia en la educación superior, independiente y defensora de la libertad de la Iglesia ante el Estado. Pese a ser declaradas ilegales por nuestro monarca, en prevención de consecuencias obvias, las protestas no se han hecho esperar, como tampoco lo ha hecho la represión. Mano dura y violenta ha aplicado el Visitador José Bernardo de Gálvez y Gallardo, quien además de ser uno de los autores intelectuales de la expulsión, comanda una expedición punitiva, acompañado de 5 mil hombres, contra los levantados de Pátzcuaro, Uruapan, San Luis Potosí y Guanajuato. Hasta el momento se sabe que el saldo de su empresa asciende a 86 ahorcados, tres azotados, 117 deportados y 674 condenados a otro tipo de penas. Nunca se había visto en la Nueva España represión tan dura. No se sabe lo que vendrá.
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