Cosas de Sentimentales. 1º 2010.

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que repetía su memoranza favorita: “El día que le instalé a Choni la bañera significó el punto culminante de mi carrera profesional. Porque la bañera ni estaba prevista en la tabla, pero, ¡qué señorío el de la Nacarina! ¡Cómo supo corresponder! ¡Qué cuatro noches seguidas, cada una con dos palomitas diferentes! Aquel es uno los tres recuerdos imborrables de mi vida. Los otros dos son la muerte de mi padrino, que era anarquista y reventó al explotarle una granada que llevaba en la fiambrera –era la hora de comer y no se acordó del cargamento mortífero que había escondido bajo los macarrones; clavó el tenedor, hambriento, y la mala suerte hizo el resto– y la noticia de que mi hermana gemela, entonces en el noviciado, había colgado los hábitos y se había fugado con un rejoneador colombiano. ¡Y es que hay que ver de qué modo se amalgaman los sentimientos en el mortero de la memoria!”. En fin, el resultado de aquella catástrofe fue que, aparte del piso, la fontanería, los pedazos de Luis y mis ilusionados proyectos, la explosión se llevó también a Choni y a dos de sus pupilas, estropeando la carrocería a otras dos –a una la cara y a la otra las tetas–, y al único cliente que se encontraba allí a aquellas tempranas diez de la mañana: un representante de lencería que, al parecer, también cobraba en especie y había ido a que le liquidaran una factura pendiente. Y aquello fue para mi pobre padre un golpe demasiado fuerte, del que ya nunca pudo recuperarse. La añoranza le abrumó. Apenas sobrevivió un par de años al infausto accidente, y desde aquel día aciago los achaques no le dejaron en paz: el riñón, el hígado, el estómago…, ¡a él, que siempre había gozado de una salud de hierro! Pero se había quedado sin el lugar donde depositaba sus amarguras; ya no podía desaguárselas, se le quedaban todas dentro, y la amargura pudre, envenena y mata. Mi tío y mi primo se apresuraron a descubrir nuevos lugares de esparcimiento –¡será por casas de putas!–, pero mi padre era alguien muy especial. “Yo siempre he sido muy fiel a mis ámbitos –dicen que dijo–. Soy hombre de una sola ramería; en otra, ya nada sería lo mismo”. Cosas de sentimentales…

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