Runner 00

Page 213

James Dashner

Virus Letal

cuerpos giraron y volvieron a estamparse contra el flanco de la nave. Sintió el golpe en todo el cuerpo, pero no se soltó y consiguió introducir el brazo en el orificio entre la manija y la nave para que el codo soportara el peso. Tenía el vientre y la cara presionados contra el metal caliente del Berg, y el lunático continuaba encaramado en su espalda y le aullaba al oído. La mente de Mark alternaba entre la claridad y la furia cegadora. ¿Qué estaba haciendo Alec? ¿Qué sucedía allí adentro? La nave se había enderezado; continuaba su vuelo hacia adelante, a menor velocidad, y nadie se asomaba por la ventana para ayudarlo. Echó una mirada hacia abajo y de inmediato se arrepintió de haberlo hecho: una ráfaga de terror lo asaltó al comprobar cuán lejos se encontraba la tierra. Tenía que deshacerse de ese hombre o nunca lograría regresar al interior. El viento soplaba con fuerza y rasgaba sus ropas al tiempo que agitaba el pelo del hombre, que golpeaba como un látigo sobre su rostro. El ruido era ensordecedor: el viento, los gritos, el rugido de los propulsores. El chorro más cercano de llama azul se hallaba justo debajo de ellos, a unos tres metros, y ardía como la respiración de un dragón. Sacudió los hombros, pateó el costado del Berg con los pies y se dejó caer nuevamente sobre la nave; sin embargo, el hombre continuaba aferrado a él. Había rasguñado el cuello, las mejillas y los brazos de Mark, dejándole tajos dolorosos por todo el cuerpo. Un rápido examen del Berg le reveló varios sitios donde encajar los pies. Con el demente colgado de su espalda, resultaba imposible trepar por la nave, de modo que decidió bajar: una idea aterradora se había formado en su cabeza. La gama de opciones se había acabado y sus fuerzas estaban por desaparecer. Se estiró hacia abajo, se sujetó de una barra corta y dejó caer el cuerpo al tiempo que apoyaba el pie en una prominencia semejante a una caja de metal. De una sacudida, el hombre se resbaló y estuvo a punto de soltarse, pero se deslizó hasta envolver el cuello de Mark con los dos brazos y lo apretó con tanta fuerza que le produjo arcadas. Tosiendo para no ahogarse, buscó más lugares donde apoyar las manos y los pies y descendió prácticamente un metro. Luego otro más. El hombre había cesado de temblar y hasta se había quedado en silencio. Mark no había sentido tanto odio por nadie y en alguna zona oculta de su mente sabía que no estaba pensando de forma muy racional. Pero lo detestaba y quería verlo muerto. Era el único objetivo que albergaba su cabeza. Continuó el descenso. El viento azotaba sus cuerpos en un intento de lanzarlos al vacío. El propulsor estaba cada vez más cerca, abajo hacia la izquierda, y el rugido era lo más atronador que Mark había escuchado en su vida. Descendió un poco más y de pronto sus pies quedaron colgando en el aire: hacia la izquierda ya no había ningún otro lugar donde apoyarlos. Otra barra recorría el borde inferior del Berg y tenía el espacio necesario para que Mark pasara un brazo a través de ella. Deslizó el derecho y dobló el codo, dejando que todo su peso, más el del hombre, descansara nuevamente en la articulación. El esfuerzo fue infernal; creyó que su brazo se rasgaría en dos en cualquier momento. Pero solo necesitaba unos segundos más. Unos pocos segundos. Retorció el cuerpo y alzó el cuello para observar a su enemigo, que colgaba de su espalda. Tenía un brazo enroscado por encima del hombro y el otro alrededor del pecho. Mark consiguió alzar la mano libre, deslizándola entre los dos cuerpos hasta el cuello de su enemigo. La descargó

213


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.