Beso

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Will Carver, el farmacólogo que había supervisado el barrido de memoria de Shauna, metía las manos en sus bolsillos y las volvía a sacar. A las dos de la mañana parecía más aturdido de lo normal. —¿Por qué no podemos esperar los mismos resultados obtenidos con Shauna? —Son circunstancias diferentes. —Nada es diferente. Le hemos traumatizado, le hemos noqueado. Le hemos anestesiado. Cuando llegue aquí le daremos el mismo cóctel. —Hay algunas variables. Como la simple cuestión del género. Y asuntos más complicados. El cóctel de ella estaba hecho a la medida de su ADN. Tuvimos más tiempo para evaluar los detalles. Wayne le dio una patada a la puerta cerrada. —¿Qué tiene eso que ver con nada? —Y Siders le administró el MDMA cuando la tuvo en urgencias. —Puedo conseguirte más si lo necesitas. —Solo estoy diciendo que esto no es exactamente un entorno controlado. No puedo garantizarte el resultado. Wayne maldijo. —Parece que ninguno de nosotros puede. —¿Estás preparado para ocultarlo las seis semanas enteras? ¿Que siga el régimen? —Eso depende. De Shauna. De cuanto control de daños era necesario antes de que esto pasase. Siempre podía matar al periodista si tenía que hacerlo. De hecho, debía hacerlo de todos modos, porque el mexicano era un agitador. Una vez que Shauna llegase, el valor de la vida de Miguel Lopez disminuiría considerablemente. —¿Qué piensas del robo de memoria? —preguntó Wayne. —Ni siquiera he empezado a teorizar. ¿Puede probarlo? ¿Probarlo? Dudoso. Él no estaba seguro de si ella realmente se había llevado los recuerdos de él o simplemente había olvidado unos pocos detalles, a la manera en que muchos recuerdos se diluyen con el tiempo. Y aun así no se le podía ocurrir otra explicación de cómo ella había descubierto muchos de sus secretos. ¿Cómo había soñado ella con su lesión de fútbol, y porqué él no podía recordar aquel preciso suceso? ¿Cuándo había descubierto que él había desertado, y por qué no podía él recordar a nadie hablándole para que no lo hiciera? Cualquier científico medio decente podría presentarse con un experimento para probarlo, meditó. Con tal de que pudiera asegurar la cooperación de Shauna. Wayne estudió a Carver. —Tal vez la mande contigo y así lo averiguaremos. Sonó una puerta cerrándose fuera del edificio. Lopez estaba allí. —Déjame lo que necesite —dijo Wayne. Él se fue a grandes zancadas y recorrió los pasillos creados para almacenar barriles de crudo y containers de mercancías a dos alturas. La puerta exterior se mantenía abierta mientras él la alcanzaba. Entraron dos hombres arrastrando un cuerpo renqueante entre ellos. Lanzaron la figura al suelo enfrente de Wayne. Se agachó sobre la cara de un Miguel Lopez inconsciente.

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