Claudis

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Tu pareja debe ser tu compinche: no tu alma gemela ni tu peor adversario, sino un ser semejante a ti, alguien que pueda indignarse o asombrarse cuando tu te indignas o te asombras.

¿Cómo te das cuenta si estás con la persona adecuada?: porque casi todo fluye de manera relajada Y natural. No tienes que pasar horas tratando de convencer al otro sobre cuestiones que para ti son más que obvias. ¿Cuáles serían aquellos ingredientes mínimos para que una relación sea funcional?: básicamente dos: tranquilidad y deseo manejable. Tranquilidad de que no estás con el enemigo en casa, de que militas en el mismo bando. Y un eros dispuesto, sin adicción.

Las incompatibilidades pueden variar, al igual que las soluciones.- Por ejemplo, los miembros de una pareja pueden estar en desacuerdo con la invasión a lrak y no pasar de allí: oposición razonada y razonable que no afecta el amor. Pero si ella es fundamentalista y él fanático de Bush, es probable que el reflejo de la guerra llegue hasta a. ellos. Otro ejemplo no tan guerrero. Él es italiano, viene de una familia de cocineros, adora la comida y piensa que cocinar es un ritual alquímico. Ella es anoréxica, odia las grasas, piensa que las pastas son algo así como un veneno amañado en forma de tiritas y el olor a comida le da náuseas. Supongamos que en un acto de amor sin precedentes él decidiera cambiar su afición, renunciar a su tradición y olvidarse del placer de cocinar, todo por amor. Si eso ocurriera, tal como yo veo las cosas, habría un problema ético: él estaría patrocinando la enfermedad de su mujer y sería cómplice de la anorexia. Su acto de amor, paradójicamente, terminaría reforzando la enfermedad de la persona que dice amar. Aclaremos que la anorexia no es una posición política ni un acto de protesta al servicio de un ideal social, sino una enfermedad. Pero habría otra opción: que el acto de amor surgiera de ella. y decidiera combatir el trastorno de alimentación "por amor" , aunque suene cursi. Es probable que nunca se convirtiera al "italianismo", en el sentido de tener orgasmos frente a una lasaña casera, pero sí podría pelear con la anorexia y hacer de su vida personal una experiencia más saludable. A la vez que culinariamente feliz a su frustrado marido.

Así que hago los mejores augurios para que no tengas que explicarle el chiste a tu pareja cada vez, ni tengas que suplicarle que te acompañe a un concierto o a ver una película. También espero que tus sueños y aspiraciones no te lleven al sur, si tu media naranja añora ir al norte. Tú eres quien debe decidir si se justifica hacer el esfuerzo o no para que las cosas mejoren. Eso sí, define un límite de tiempo, nadie está obligado a sufrir más de lo necesario.

Admiración sin idolatría •

Admirar a tu pareja es saborearla. Cuando te maravillas de su ser, no sólo de sus habilidades o de las cosas en que sobresale, sino de su esencia, el camino de la convivencia se allana. Es imposible amar a quien no admiras. La buena convivencia, la philia, te llevará a descubrir incansablemente al otro sin agotado. Si la persona que quieres pasa desapercibida para tus sentidos, si ya nada te sorprende de él o ella, si su comportamiento es tristemente predecible, el amor entró en decadencia. Admirarse es asombrarse.

Puedes admirar sin amar, pero no lo contrario. Admiramos a mucha gente, pero sólo amamos a una (o en peor de los casos, a dos). El problema, la mala noticia, es que cuando la admiración se acaba, recuperarla es casi imposible, y digo "casi" para no quitarte las esperanzas. Si estás desilusionado o desilusionada de tu pareja, tienes que hacérselo saber, para que él ó ella intente algún procedimiento de resucitac1ón, aunque el pronóstico sea reservado. El amor tiene dos enemigos principales: la indiferencia, que lo mata lentamente, y la desilusión, que lo elimina de una vez:


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