Antropología de la acción directiva

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Cacrovia, entre los cuales se encuentran, Tichner, Grygiel, y el pensamiento del Cardenal Wojtyla. Vamos a describir la situación como la han visto los polacos: qué conciencia han adquirido los polacos de lo que les ha pasado desde que los rusos ocuparon el país. Vamos a tratar de repetir la experiencia y la conceptualización que han hecho los polacos y lo ilustraremos con lo que dice sobre lo mismo Sajarov. Como es sabido, en la Universidad de Varsovia el estudio del lenguaje, la lingüística (no la filosofía analítica) es uno de los temas más cultivados. Lo primero que han hecho estos pensadores es dar nombre, buscar una palabra suficientemente abarcante que recogiera su experiencia. Esta palabra, dicen ellos, es la palabra "situación". Cuando se refieren a la Polonia sometida bajo la denominación comunista hablan de la situación. Para ellos la palabra connota varias cosas. La primera es que, tratándose de la situación, no se sabe cuándo se va a salir de ella: la situación comporta cierta desesperación. La situación, que es desgraciada, es también desesperada porque es la situación; no deja entrever ni siquiera imaginativamente cómo salir de ella: estamos instalados en ella, y, sobre todo, esta instalación es definitiva. ¿Cómo podríamos cambiar la situación? En la misma formulación de esa palabra se muestra que no se sabe cuándo va a desaparecer. Asimismo, dicho término tiene una significación global: es la situación polaca, o Polonia en o como la situación. No se sabe cuándo terminará; más aún, ni siquiera se sabe qué querría decir que termine, es decir, el modo de salir de ella. Si enfocamos el asunto de una manera trivial, podría decirse que cualquier situación histórica desaparece porque es transitoria y llega un momento en que pasa o es sustituida por otra. Pero si no se trata sólo de la situación en la que uno se encuentra, sino de la que uno participa, entonces esa mutación es imposible: no se puede salir de la situación si uno mismo se ha hecho situación, si uno mismo la alimenta porque él mismo la es. La situación no es algo externo sino que cada uno la ha interiorizado: ha penetrado en el hombre y constituye a la sociedad. Por tanto, el mero cambio de coyuntura es demasiado somero, no sería verdaderamente un cambio de la situación. Dicho cambio habría de ser una profunda rectificación interior, un librarse de la situación no como algo impuesto desde fuera, sino como algo que ha calado en el hombre y ha llegado a determinarlo. Este es el sentido de una situación de la que no sabemos cómo liberarnos. No se trata sólo de que los rusos no se vayan a ir, cosa que en los años 60 parecía cierta. Tampoco se trata de un cambio de régimen político: esto no basta, si la situación somos nosotros. La desesperación que comporta la situación hay que referirla a la interiorización de la misma. Ahora bien, ¿de qué manera se interioriza una situación que comporta desesperación? La situación vista así es la esencia del totalitarismo; la situación es el totalitarismo. Vamos a ver si se entiende qué experiencia del totalitarismo autoriza a llamarlo situación en el sentido que hemos empezado a exponer. Conviene insistir: la situación no es una circunstancia exterior, sino que la tenemos dentro. Eso es lo que desespera. 13


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