Scott, joan género e historia(1)

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HACIA UNA HISTORIA FEMINISTA

cos, no hay forma de especificar tales contextos en terminos lacanianos. En efecto, incluso en el intento de De Lauretis, Ia realidad social es decir, "esas relaciones -materiales, economicas e interpersonales- que son de hecho sociales, y en una perspectiva mas amplia, historicas", parece quedarse fue­ ra, aparte del sujeto.26 Falta una forma de concebir Ia realidad social en ter­ minos de genero. El problema del antagonismo sexual en esta teoria tiene dos aspectos. En primer Iugar, este proyecta cierta cualidad atemporal, incluso cuando ya se ha escrito su historia, como ha hecho Sally Alexander. La lectura que hace Alexander de Lacan Ia lleva a concluir que "el antagonismo entre los sexos es un aspecto inevitable de Ia adquisicion de Ia identidad sexual . . . Si el antagonismo siempre es latente, es posible que Ia historia no tenga Ia so­ lucion final sino que tan solo lleve a cabo una constante reestructuracion y reorganizacion del simbolismo de Ia diferencia y de Ia division sexual del trabajo"Y Puede que sea mi desesperado sentido utopico que me haga formular esto, o quiza puede ser que todavfa no me haya desprendido del episterna que Foucault llamaba Ia Edad Clasica. Sea cual sea Ia explicacion, Ia formulacion de Alexander contribuye a fijar Ia oposicion binaria entre hombre y mujer como Ia (mica relacion posible, y como un aspecto perma­ nente de Ia condicion humana. Mejor dicho, tal formulacion perpetua aque­ llas preguntas a las que se refiere Denise Riley como "Ia espantosa actitud de constancia de Ia polaridad sexual". Esta escribe: "La naturaleza de Ia oposicion (entre hombre y mujer), construida a traves de Ia historia, produ­ ce precisamente como uno de sus efectos esta actitud de oposicion invaria­ ble y monotona entre hombres y mujeres".28 Y es precisamente esta oposicion, con todo su tedio y monotonfa, Ia que ha promocionado Ia obra de Carol Gilligan (en el espacio angloamericano). Gilligan explica los caminos divergentes de desarrollo moral que siguieron chicos y chicas en sus distintas experiencias (realidad vivida). No es sor­ prendente que los historiadores de las mujeres hayan retomado las ideas de Gilligan para explicar las diferentes voces que el trabajo de esta les ha per­ mitido escuchar. Los problemas que se presentan con estos prestamos son multiples, y estan logicamente interrelacionados.29 El primero es Ia demora que a menudo ocurre con Ia atribucion de la causalidad: el argumento va de Ia declaracion de que "Ia experiencia de las mujeres las conduce a tomar de­ terminadas opciones morales dependiendo de los contextos y de las relacio­ nes" a la de que "las mujeres piensan y toman determinadas opciones por el hecho de ser mujeres". La idea ahistorica, y acaso esencialista, de mujer,


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