Antiguos reinos del peru nigel davies

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LOS ANTIGUOS REINOS DEL PERÚ

tiende a buscar, como Fausto, una respuesta a cada pregunta. Para este autor toda cabeza rapada de una estatua es en realidad un casco de astronauta, toda mano extendida se le presenta como si empuñara la palanca de una nave espacial, y toda mariposa estilizada se convierte en ¡una nave espacial! No satisfecho con la idea de que el profeta Ezequiel vio y describió una nave espacial, proclamó incluso que algunos pájaros e insectos del Museo del Oro de Bogotá eran realmente naves extraterrestres. Quizá, por tanto, no nos sorprende que en Recuerdos del futuro el autor reprodujera una foto de Nazca, afirmando que se trataba de «pistas de aterrizaje» semejantes a las de un aeropuerto moderno. No fue capaz de percibir que dichas marcas representaban en realidad la rodilla derecha y las cuatro garras que formaban parte de la silueta de un pájaro gigante. Cuando vio y confrontó directamente un dibujo completo de este pájaro en un programa de televisión de la BBC, que también se transmitió en Estados Unidos, admitió por una vez que se había equivocado y que sus fotografías de «pistas de aterrizaje» eran un error. Pero simplemente modificó su postura y en otro libro, Regreso a las estrellas, otra vez afirmó que los visitantes del espacio habían utilizado Nazca como un aeropuerto improvisado. Para ser justos con Von Dániken, debe decirse que otros escritores también se han deleitado con esas ideas estrambóticas. Por ejemplo, Jim Woodman, para probar la existencia de globos prehistóricos, en su libro Nazca: Journey to the Sun, nos dice que en 1975 él en persona pilotó sobre las pampas un tosco globo de aire caliente, construido con materiales de mortajas sacadas hacía tiempo de las tumbas de Nazca. En 1983, un autor suizo, Henri Stierlin, concibió una teoría aún más extraña; insistió en que las líneas de Nazca estaban conectadas de algún modo con los talleres textiles y, por lo tanto, con la manufactura de los grandes mantos funerarios que formaban parte de la cultura Nazca. En la búsqueda de soluciones más verosímiles, lo primero que sorprende es la desolación del emplazamiento. En contraste con el exuberante valle de Nazca situado al sur, las pampas donde se trazaron las líneas son casi completamente áridas; en un período de nueve años entre 1957 y 1965, el promedio de precipitación llegó a 4,53 mm por año, en seis de estos nueve años la pluviosidad anual fue inferior a 2 mm. No se ha realizado ningún estudio del clima que podría haber prevalecido en la época en que supuestamente fueron creadas las primeras líneas, pero los datos de otras zonas de la costa sur de Perú sugieren que no ha habido cambios en los últimos milenios. Vistas desde el aire, las líneas de Nazca presentan un dibujo confuso, intersecándose de manera que dan una impresión semejante a la de una pizarra sin borrar al final de un día de clase de intensa actividad. La superficie de las pampas revela detalles de innumerables figuras que se yuxtaponen entre sí, por lo que es evidente que se dedicó un gran esfuerzo humano a su creación, probablemente durante un largo período. Las formas representadas consisten por un lado en líneas rectas, rectángulos, espirales y trapezoides, pero otros diseños representan plantas y ani-


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