236131469 el fin de los historiadores pensar historicamente en el siglo xxi pablo sanchez leon y jes

Page 192

¿EL FIN DE LOS HISTORIADORES O EL FIN DE UNA HEGEMONÍA?

fiero, más que a lo que hacen los historiadores —los procedimientos propios de la disciplina que, dicho sea de paso, no han cambiado sustantivamente con la nueva ola historiográfica23— a lo que hacen los textos escritos por esos historiadores, a la capacidad performativa de sus monografías24. Tal vez esto merezca una aclaración. Si tomamos como ejemplo uno de esos textos de historiografía posmoderna, por ejemplo Mirror in the Shrine de Robert A. Rosenstone, veremos que se trata de 23 Contra lo que a veces parecen entender los historiadores más convencionales, la historia experimental o posmoderna no supone un «todo vale» ni una puerta abierta a la subjetividad. Todas las monografías de historiadores que podrían ser considerados como posmodernos siguen pautas muy estrictas en lo que se refiere al trabajo historiográfico: al uso de las fuentes, al aparato erudito, al cotejo de los materiales, como haría el más escrupuloso de los historiadores tradicionales. Pero, además, también muestran una gran preocupación por la forma de sus relatos, por las interpretaciones y por representar de una manera no engañosa —como si tuvieran un acceso directo al pasado— los procesos que estudian. He recogido tres comentarios de reconocidos historiadores posmodernos en este sentido. El primero es F. R. Ankersmit quien en una definición provocadora de lo que puede ser un historiador posmoderno señala: «[…] uno puede perfectamente ser (como me ocurre a mí, sin ir más lejos) un partidario de relatos positivistas o empiristas en lo que se refiere a los enunciados pero, al mismo tiempo, se puede ser acérrimo defensor de una teoría de la representación histórica para el texto como un todo». Véase F. R. Ankersmit, Sublime Historical Experience, California, Stanford University Press, 2005, p. XIV. Abundando en esa creencia de que la historiografía experimental no investiga, R. A. Rosenstone, al aludir a los trabajos de historiadores posmodernos, aclara: «[…] y en todos los casos, se trata de trabajos producto de profundas investigaciones, bien documentados como los que pueden aparecer en las páginas de las revistas académicas más serias». Por su parte Alun Munslow añade: «[…] Los experimentos históricos (se refiere a los experimentos en narrativa) repiensan la historia. […]. Están cuidadosamente construidos, son autoconscientes y reflexivos. Los experimentos en historia no son el refugio de historiadores con pocos recursos […]». Las dos citas anteriores, en R. A. Rosenstone y A. Munslow, Experiment…, op. cit., pp. 2 y 10, respectivamente. 24 J. L. Austin descubre la oposición entre enunciados performativos y constatativos, siendo estos últimos enunciados los que tienden a describir un acontecimiento, mientras que los performativos, para serlo, deben cumplir con dos condiciones: describir «una determinada acción de su locutor y, además, su enunciación equivale al cumplimiento de esa acción». Pero más allá del caso de los enunciados, esta propiedad —la de hacer cosas con palabras— también aparece en enunciados que no son estrictamente performativos —que no enuncian la acción que realizan—. Por ello, Austin estableció una clasificación de los actos de habla, de lo que hace cualquier frase y distinguió entre acto locutorio, ilocutorio y perlocutorio. Véase Oswald Ducrot y Tzvetan Todorov, Diccionario enciclopédico, op. cit., pp. 384-385.

165


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.