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P. Juan José Pérez Garciadueñas, cmf
capacitándose en diferentes talleres y otros más aprendiendo el Lenguaje de Señas. Para nosotros, misioneros estudiantes, resultaba un gozo indescriptible ver reunida la comunidad de sordos. Juntos aprendían, reían y crecían en el don de la fe.
Con tu aporte, querido Macario, se comenzó a crecer y a difundir esta “gran obra misionera”; el éxito interesó y atrajo a personas peritas en educación, lo mismo a medios de comunicación y personas de Iglesia. Todos se interesaron en aprender el “lenguaje de señas” para comunicarse y ofrecer algo a las personas sordas.
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Parte de la formación integral del sordo fue la educación en la fe. Con tu participación Maco, y con permiso de las autoridades correspondientes, los sordos pudieron recibir en San Hipólito los sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Matrimonio, todo en su propio lenguaje. Con tu apoyo, organizamos la misa dominical la misma que se distinguía por el “coro de sordos” y donde “ellos” proclamaban la palabra de Dios y realizaban otros ministerios. En el mes de diciembre todos esperábamos las famosas “pastorelas de sordos” donde ellos eran los actores y directores principales. Todo esto fue posible gracias a tu apoyo incondicional a los sordos.
Otra etapa importante de tu vida, P. Maco, fue tu estancia en San Rafael, o como le llamabas “San Rafael de las Ilusiones”. Allí te entregaste en cuerpo y alma, allí trabajaste con otros hasta transformarlo de lugar semiárido en un lugar paradisiaco. Uniste manos y voluntades para plantar limones, naranjos, pistaches y otros árboles frutales. Por tu propuesta al gobierno provincial, a la postre, este lugar fue sede del Noviciado. Más tarde te convertiste en maestro de las nuevas vocaciones misioneras; tu palabra, respaldada por tu calidez humana, acompañó la inquietud y el proceso vocacional de los jóvenes llegados.
Una vez cumplida tu misión, dejaste San Rafael para trasladarte a León Gto. Una tarde, de forma inesperada, enfermaste y fuiste trasladado a la naciente residencia Marcelino Gallardo, en Morelia Mich. Allí, con otros misioneros también cansados por las mil batallas misioneras, pudiste ofrecer a Dios el poco aliento que te quedaba.
Descansa en la paz de Dios querido Misionero amigo. Te recuerda con agradecimiento.
MOSAICO VIVO
P. JUAN JOSÉ PÉREZ GARCIADUEÑAS, cmf
7 de septiembre 1933 - 14 febrero 2021
Por P. Domingo Vázquez Parra, cmf
Escribir la semblanza del Padre Juan José no es una tarea fácil. De antemano, advierto, por lo tanto, que esta semblanza resultará pobre e incompleta y no hará justicia a la personalidad recia y rica en matices del P. Juan José.
La buena voluntad me ayudará, y ustedes, hermanos de Provincia completarán, con sus propios recuerdos de convivencia con él, un retrato lo más digno y fiel de su persona y quehacer como misionero claretiano.
Características sobresalientes del P. Juan José: Firmeza Actitud de servicio Autoestima
En general, se consideraba al P. Juan José, como persona de carácter fuerte; sin negarlo, creo, más bien, que era de carácter firme. “La Firmeza Es Una Cualidad Del Carácter De Una Persona, Que No Todos Poseen, Y Que Se Atribuye Especialmente A Aquella Persona Que Actúa Sin Vacilaciones Ni Dudas, Sabe Lo Que Quiere, Y Cómo Quiere Lograrlo. La Persona Con Firmeza No Se Deja Doblegar Por Nadie Ni Por Nada, Ni Tampoco Es Una Persona Influenciable”. Esta firmeza fue el motor que le impulsó, no obstante su menguada salud física, de todos conocida, en todos los servicios que la Provincia le encomendó o que él asumió en las comunidades donde fue destinado por la obediencia.
En este orden de cosas, sobresalen los siguientes apostolados que él llevó a cabo con gran entusiasmo y perseverancia: Formador de postulantes para hermanos religioso en la ex hacienda de Santa Cruz; Provincial en calidad de interino; Prefecto de apostolado; Párroco de Santa María Madre de la Iglesia, en los ranchos del Cañón de Jimulco, en cuyo período formuló un excelente Proyecto Pastoral; participó como asesor en la elaboración de los proyectos pastorales de las diócesis de Torreón y de Nuevo Laredo; Cursillista él mismo y luego promotor y animador de cursillistas; Asistente de las Claretianas Seglares en León Gto. Etc.
Autoestima. En los cargos que desempeñó y los servicios que se le demandaron, Juan José pudo no haber sido excelente, pero sí un sacerdote que actuaba con seguridad y responsabilidad, consciente de su valía y posibilidades. Recordemos algunas de sus conferencias y atinadas participaciones a nivel Provincia, reuniones de Decanato y, en general, en sus homilías dominicales.
Un ejemplo interesante: Juan José nunca se amilanó ni se acomplejó por los motes que nacieron de su rostro de rasgos orientales: fueron varios los que le endilgamos: japonés, emperador, majestad, sin expresar, al parecer, mayor enojo. Cuando los cursillistas de ultreya lo apodaron cariñosamente Padre Mao, Juan José disfrutó grandemente lo que para él era un signo de amistad y reconocimiento de su entrega a la obra cursillista. Disfrutaba en grande los reconocimientos de que era objeto, los mismo que las fiestas de la comunidad y su cumpleaños.
Finalmente, ya en la Comunidad de Morelia, Residencia del Hno. Marcelino Gallardo, el P. Juan José, ya más limitado su salud, que no su ánimo, siguió siendo consecuente con su forma de ser y de actuar; un verdadero ejemplo a seguir por su sentido de pertenencia a la comunidad, su amor y constancia, con lupa o sin lupa, en el estudio, participación comunitaria en retiros y presidencia en la Eucaristía.
La caída que, al final de cuentas aceleró su fallecimiento, se produjo por estar arreglando su querida biblioteca. Al adivinar la cercanía de su muerte, pidió se le oyera en confesión y se le administrara la Unción de los enfermos.
De esta santa Residencia, Hno. Marcelino Gallardo, voló a la ”Casa del Padre” el día 14 del mes de febrero de 2021. Descanse en Paz el buen misionero, P. Juan José.