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El Sol de San Telmo

Número 28 Buenos Aires noviembre 2011

“Generando espacios para envecinarnos”

www.elsoldesantelmo.com.ar

GRATIS

identidad

BARRIAL La Gran Mateada Barrial p. 2 Ollantay. p. 3 La evolución del juego, de la vereda al mouse. p. 4 Jugar es crecer. p. 5 Inauguración de la muestra fotográfica San Telmo Recuerda. p. 6-8 Patrimonio intangible en la escuela Rawson p. 9 Espacios de encuentro vecinal. p. 10 Historias y datos acerca del mate. p. 11


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El Sol de San Telmo

Mensaje editorial

¿Por qué “envecinarse”?

Nuestra Misión:

El Sol de San Telmo es un periódico no-partidario dedicado a fortalecer y celebrar el barrio de San Telmo y el Casco Histórico de Buenos Aires. Definimos nuestra visión editorial como periodismo comunitario. Valoramos toda comunicación que genere un foro abierto de participación y diálogo para las muchas voces que constituyen la comunidad de San Telmo. Reconocemos que vivimos en una época en la cual los medios (tanto masivos como independientes) ocupan cada vez más el espacio de intercambio y comunicación que antes ocupaban nuestros espacios públicos—las plazas, parques y veredas donde nuestros abuelos se juntaban para conectarse con el mundo y con sus comunidades. Por eso queremos revalorar el intercambio y la conexión humana a través de un periódico cuya identidad, contenido, y espíritu se definen a través de la participación activa de sus lectores y colaboradores. Todos los que viven o trabajan en el barrio, o simplemente le tienen cariño, están invitados a formar parte del debate sobre San Telmo: su patrimonio tangible e intangible, su pueblo y su futuro.

Our Mission:

El Sol de San Telmo is a non-partisan publication committed to strengthening and celebrating the neighborhood of San Telmo and the Historic District of Buenos Aires. We define our editorial vision as community journalism and value all communication that creates an open forum of participation and dialogue for the many voices that constitute the community of San Telmo. We recognize that we live in an era when the media (corporate and independent) increasingly occupy the role of exchange and communication that our public spaces once did—the plazas, parks and sidewalks where our grandparents gathered to connect with each other, with the world, and with their communities. This is why we want to revalue human exchange and connection through a publication whose identity, content and spirit are defined through the active participation of its readers and contributors. All those who live, work, or simply have a special affection for the neighborhood are invited to be part of the debate about San Telmo: its tangible and intangible heritage, its people and its future.

g Directora y editora: Catherine Mariko Black Director ejecutivo y propietario: Gonzalo Plaza Corrección: Flavia Vogel Colaboraron: Isabel Bláser, Daiana Ducca, Graciela Fernández, Oscar Guzman, Céline Massa, Pablo Masson, Kala Moreno Parra, Juliana Turull. El arte de nuestro logo es un fileteado del maestro Martiniano Arce www.martinianoarce.com Dirigir consultas al: 15-5374-1959 elsoldesantelmo@gmail.com www.elsoldesantelmo.com.ar Registro de Propiedad Intelectual: 872827

Dónde retirar El Sol: Todo Mundo Anselmo Aieta 1095 Panadería Cosas Ricas Perú 1081/85 Restaurant Manolo Bolívar1299 Librería Fedro Carlos Calvo 578 Del Limonero Balcarce 873 La Fundamental Pasaje Giuffra 370 San Antonino Bolívar 1087 AlmaZenArte Balcarce 1056 Dietética Harlem Perú 910 Panadería Tentempie Chile 626 Granja Mharley Mercado de San Telmo

Bicicleta Naranja Pasaje Giuffra 308 Ferretería San Juan Av. San Juan 574 Nonna Bianca EEUU 425 Siempre Juntos Tacuarí 745 Bomberos Voluntarios de San Telmo Balcarce 1249 Kioscos de Diarios: - Carlos Calvo y Perú - Carlos Calvo y Chacabuco -Independencia y Perú -Piedras y Carlos Calvo -Piedras y Chile -Bolívar y México -Defensa y Brasil

Este número de El Sol de San Telmo parte del concepto de identidad local, autóctona y barrial. La inspiración es evidente: junto a otras 25 organizaciones y entidades zonales, el 26 de este mes llevaremos a cabo un evento que se viene desarrollando desde 2009: La Gran Mateada Barrial. ¿Por qué una mateada barrial? Habiendo tantas cosas que se podría celebrar, tantas fechas ya existentes para conmemorar... pareciera ilógico invertir tanto esfuerzo en organizar un evento cuyo propósito es, simplemente, tomar mate con el vecino. Pero justamente en esa simpleza reside su gracia. Son las cosas pequeñas las que realmente forman el tejido cotidiano de una comunidad. Hay grandes acontecimientos, por supuesto, como la construcción de una torre, la inauguración de una nueva escuela, la desaparición de una plaza. Y hay fechas que dejan su huella sobre, además de un barrio, toda una ciudad o un país entero (las elecciones). Pero tanto en la persona como en la comunidad, son los detalles los que hacen grandes diferencias en cómo uno se va sintiendo todos los días: cuando el vecino te saludó en el ascensor; cuando alguien levantó la basura que otro tiró a la vereda; cuando el verdulero salió corriendo al verte pasar porque tenía una novedad para compartir o cuando el mozo del bar se acordó de tu cumpleaños. Son todas cosas chiquitas, insignificantes al lado de los problemas importantes de la vida, pero, muchas veces, es en el entorno diario donde se macera el sabor de nuestra vida y esta cotidianeidad está construida por miles de momentos chiquitos, además de algunos muy grandes. El vínculo entre vecinos es muy particular: no tiene la misma profundidad de una relación familiar, pero sin embargo varios vecinos antiguos de San Telmo se refieren al barrio como “una gran familia”. No tenemos la misma intimidad de los “mejores amigos”, pero muchas veces son nuestros vecinos quienes tienen una copia de la llave de nuestra casa; cuidan a nuestros hijos cuando salimos a hacer compras; y vigilan nuestros departamentos cuando estamos de vacaciones. Esto, en el mejor de los casos. En el peor, vivimos en un edificio anónimo, desconocemos los nombres de los individuos con quienes nos cruzamos todos los días, y terminamos habitando un mundo lleno de caras pero carente de personas. En cambio, cuando nos sentimos reconocidos, contenidos y partícipes en la narrativa colectiva que se desarrolla todos los días en las calles de nuestro barrio, tomamos contacto con ese toque de trascendencia que se define como “ser parte de algo más grande que uno mismo”. La Gran Mateada Barrial propone, desde un lugar muy básico –compartir un momento con el otro en un espacio público y libre del barrio– una transformación muy compleja: la del indi-

viduo en vecino; la de una persona aislada, sin ningún contexto ni relación, al habitante y miembro de la familia identificada con un lugar (del Latín vicinus, con raíz en el concepto de aldea o clan de una aldea). Tal vez, para los vecinos más antiguos de San Telmo todo esto sea natural y las explicaciones innecesarias. Pero para más de uno de los no tan antiguos, quienes vinieron en búsqueda de esa aldea o “pueblo chiquito” que todavía queda conservado en la humanidad de este barrio, seguir desarrollando los hábitos y costumbres del buen vecino es una oportunidad para aprovechar. Por estas razones hemos preparado un número y un evento que parten de esta misma lógica: sin vecinos, no hay barrio. Para los que queremos al barrio, entonces, envecinarse no es una noción tan irrelevante. Las notas en estas páginas giran alrededor de las mismas cuestiones de pertenencia e identidad mencionadas arriba: las raíces culturales, los espacios en los cuales nos encontramos como comunidad, las maneras de vincularse el uno con el otro y con el entorno mismo, la memoria del barrio que rescatamos cuando podemos ver y escuchar sus historias y las costumbres cotidianas como el mate al atardecer.

La Gran Mateada Barrial y muestra fotográfica San Telmo Recuerda Sábado 26 de noviembre, Plaza Dorrego. De 15 a 17: actividades y espectáculos para chicos y la familia De 17 a 20: música, baile, sorteos y entrevistas con vecinos Artistas/presentaciones: Zaplayazos–taller de malabares y circo; Tequieroregalarunlibro, Isabel Bláser, Hugo del Pozo y “Super 8”–juegos de antaño; Cleta y Cleto–músico para chicos; Florencia Mattei y amigos– música brasileira; Juan Pluma–música contemporánea; Durable&Classic– quinteto de jazz; Silvia Moguillansky y amigos –música folklórica; Any Rossi y Juan Manuel Olsina–tango; El Orgullo de Mamá–rock y música popular; Jorge Marengo–covers de los 60 y 70; Centro San Bao–exhibición de Tai Chi Chuan y arte marcial chino; Nico Darge y amigos–rock y más... Entidades participantes: Club Atlético San Telmo, Centro Cultural Fortunato Lacámera, En San Telmo y Sus Alrededores, El Centro Cultural de España en BA, El Sol de San Telmo, San Telmo Preserva, La Alerta Militante, Museo de la Ciudad, Museo Histórico Nacional, Revista TELMA, Librería Fedro, La Asociación de Anticuarios de San Telmo, Museo Penitenciario Antonio Ballvé, Instituto Integral del Sud, Inmobiliaria Giesso, Asociación Civil Rumbo Sur, CESAC Nº 15, La Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, Bomberos Voluntarios de San Telmo y Puerto Madero, Asociación de Amigos de la Plaza Dorrego, Nomeolvides Producciones, El Instituto de Formación Técnica de Bibliotecarios, Centro de Jubilados Siempre Juntos, Buenos Aires Color.


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Ollantay

noviembre 2011 Número 28

Cultura e identidad

La historia del grupo Ollantay en San Telmo Por Catherine Mariko Black

a esta música”.

La música folklórica argentina, en cuyas raíces se mezclan las influencias de los pueblos originarios y de la cultura africana con instrumentos y patrones europeos, tuvo varios momentos de puja cultural en el panorama nacional: a partir de los años 30 con las grandes migraciones internas desde el campo hacia la ciudad de Buenos Aires; en los años 60 y 70 con los movimientos de renovación música y política en toda América Latina; y después de la última dictadura militar y su represión cultural, junto con otras manifestaciones de música y cultura popular como el rock nacional, el tango y la cumbia.

En 1982 el grupo fue invitado a Inglaterra e Israel, pero por la Guerra de Malvinas pudieron ir solamente a Israel y España. Al retorno de este viaje, decidieron inaugurar el taller de enseñanza Ollantaytambo. Ahí los integrantes principales daban clases de música y se armaban tocadas donde el grupo llegaba a incluir hasta 30 personas.

Pocos saben que en el mismo corazón de San Telmo, un barrio generalmente más asociado con el tango que con el folklore, surgió en los años 80 una efervescente movida de música autóctona generada por el grupo Ollantay y su espacio/proyecto de enseñanza “Ollantaytambo”, en la calle Estados Unidos al 541. Ahí, en el taller de luthería y la vivienda que montó el charanguista Jorge Espinosa, se armaron peñas, clases y veladas que a veces terminaron con baile y música en la calle… una expresión más del resurgimiento de la identidad autóctona que empezó a florecer a partir de la vuelta a la democracia. Uno de los integrantes originales de Ollantay, Silvia Moguillansky, nos recibe con calidez en su restaurante de cocina regional “La Carretería” (Brasil 656) para compartir algo de su historia con el conjunto, compuesto por Moguillansky, Jorge Espinosa, Miguel D’Arezzo y otros músicos que fueron rotando a lo largo de los años 70, 80 y 90.

“La época era la de los festivales y nosotros organizamos una serie de fechas en la parte cubierta de la cancha de Boca Juniors a principios de los 80. Era maravilloso, tocaron Baglietto, el Dúo Salusi, Alfombra Mágica, Markama, entre otros, y se armó una cosa increíble a pesar de que el sonido era pésimo. Ahí se sintió una energía que después se consagró”.

Arriba: Los integrantes de Ollantay: Silvia Moguillansky, Pepe Arechaga, Jorge Espinosa y Miguel D’Arezzo. Foto: gentileza de Silvia Moguillansky. Abajo: la entrada al taller “Ollantaytambo”, en la calle Estados Unidos.

“Para mí la identidad es como un hijo, es algo que querés cuidar cotidianamente”. —Silvia Moguillansky

g

Moguillansky vive en San Telmo desde el año 78 (“me enamoré de este barrio y nunca más me fui), poco después de haberse ido de Chile, donde vivió varios años hasta el Golpe Militar en 1973. Desilusionada y triste luego de esa experiencia, cuenta que frecuentaba la Casa Latinoamericana, un espacio cultural bastante concurrido durante el boom del folklore de esa década.

Ella continuó sus estudios musicales, conformando otros grupos y proyectos, pero confiesa: “Tengo un impulso en mi corazón de hacer un reencuentro de Ollantay. Siento que lo que hicimos fue una de las cosas más lindas que viví, y lo hicimos con tanta pertenencia, tanto amor, que esos valores merecían ser recordados por nosotros”. Reflexionando sobre las diferencias entre las tendencias culturales de esa época y las de hoy, Moguillansky dice que, paradójicamente, la represión política de los 70 y 80 produjo una búsqueda colectiva “más profunda. En esa época lo que se sentía era una conciencia más latinoamericana; ahora tal vez sea más argentino con el nuevo resurgimiento del peronismo. Pero ahora, el sistema capitalista está pegando fuerte en la mente de la gente y ha logrado que la juventud se fije en otras cosas”.

Fue ahí donde conoció al “Kolla Mercado”, un charanguista, compositor y docente jujeño, con quien aprendió a tocar la quena, un instrumento de viento andino. En el año 1975, cuando Espinosa y los otros integrantes de Ollantay cayeron a la Casa Latinoamericana en búsqueda de un quenista para incorporar al grupo, ella se ofreció y “a partir de ahí se cruzaron cosas muy buenas para nosotros”.

Sin embargo, esta música y madre reconoce que la búsqueda de la identidad, tanto en el arte como en la política, se trata de una conciencia y un accionar de todos los días. “Para mí la identidad es como un hijo, es algo que querés cuidar cotidianamente. Y lo cultural lo asocio directamente con la identidad. Es la creación, la posibilidad de crear arte, de crear el futuro, la libertad de crear nuestra propia identidad”.

El grupo viajó al Norte de Argentina, a Bolivia y a Perú, donde tomaron contacto con las comunidades y artistas autóctonas y sintieron la inspiración que guiaría su búsqueda musical y cultural en los años siguientes. A pesar de ser una de las épocas más oscuras de la historia argentina, Moguillansky recuerda los años de las décadas de los 70 y 80 como uno de los momentos más especiales de su vida, y de alguna manera de la vida del país.

Música para todos El 26 de noviembre, en la Gran Mateada Barrial, compartimos un espacio emblemático del barrio para que la creatividad de nuestra comunidad se pueda escuchar y apreciar. Habrá:

“El contexto político era muy fuerte y muchas personas vivieron con mucho miedo, pero en cada uno de nosotros se conjugaron diferentes motivos para hacer lo que hicimos con un amor que todos pudieron reconocer. Mi interés estaba desde Chile y todo mi dolor de haber dejado Chile lo traspasé a la música y lo convertí en alegría. Además se sentía muy fuerte en ese momento todo el tema de la tierra, de estar acercándonos a nuestras raíces”. El primer disco de Ollantay, editado en 1978 y titulado “El Desentierro del Diablo” estaba compuesto por cuecas, tonadas, tarkeadas y bailecitos tradicionales, y el grupo lo promocionó en teatros de Buenos Aires y el interior. A pesar de la represión cultural generalizada, fueron invitados a hacer presentaciones en la televisión y viajaron por distintas regiones del país. Inclusive fueron invitados a inaugurar el hall del Teatro San Martín (una fiesta que también terminó colmando la avenida

El grupo grabó varios otros discos, incluyendo “Somos Ollantay, Señores” con el que ganaron el premio “ACE” (Asociación de Cronistas del Espectáculo), y siguió evolucionando por distintas etapas, y con distintos integrantes, hasta fines de los 90 cuando cada uno tomó su propio rumbo. Jorge Espinosa, quin también se hizo conocido como luthier de charangos, dejó el taller de Estados Unidos en manos de su hijo y hoy vive principalmente en Cosquín, Córdoba. Moguillansky inauguró el restaurante La Carretería en 1992, primero como una especie de peña y luego más estrictamente como un emprendimiento gastronómico (en parte porque quejas vecinales la obligaron a suspender la música), y todavía realiza actividades culturales como proyecciones de películas y exposiciones de fotografía regional ahí.

Corrientes), porque el director del teatro los vio actuar y se quedó encantado. “Teníamos esa suerte, aunque después se empezó a dificultar. No hacíamos nada que tuviera una letra censurada pero con el tiempo se ve que empezaron a cuartar más”. Pero a pesar del ambiente que los rodeaba, su éxito, reflexiona Moguillansky, lo atribuye “al amor que le teníamos

Tango Folklore Música brasileira Rock, pop y covers de los 60, 70 y 80 Jazz, Bebop y Swing Candombe y percusión En la Plaza Dorrego de 17 a 20 (actividades para chicos de 15 a 17). Si te interesa tocar, por favor contactate con: elsoldesantelmo@gmail.com o 15 5374 1959.


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El Sol de San Telmo

Los juegos y sus transformaciones con la sociedad

De la vereda al mouse

Los juegos y sus transformaciones a lo largo de tres generaciones en San Telmo de historietas o, simplemente, charlando.

Por Isabel Bláser Generalmente, dicen que todo tiempo pasado fue mejor. A grandes rasgos, no creo que así sea, pero en el caso de los juegos infantiles le pongo una “ficha” al pasado y aquí expongo mis argumentos. La vereda era nuestro gran patio, donde nos encontrábamos en un punto fijo de la calle. Los que tenían bicicleta (hace 50 años era un lujo para la mayoría) daban la vuelta a la manzana saludando rigurosamente a los vecinos que estaban charlando en la puerta de sus casas (porque si no lo hacían recibían el reto de sus mamás cuando ellos les comentaban el descuido) y al terminar la vuelta se la prestaban al amiguito o lo subían en el volante o en la “parrillita” de atrás y salían juntos a recorrer las cuatro cuadras “sin bajar a la calle” -como la mamá les había indicado-, cosa que se cumplía a rajatabla salvo en muy contadas excepciones, luego de las cuales no se los veía por el barrio por un tiempo debido a la respectiva penitencia. Algunos nos hacíamos dueños de un pedazo de esa vereda, dibujando -con una tiza- una rayuela en sus baldosas y saltábamos durante toda la tarde en uno y dos pies demostrando nuestro virtuosismo corporal. Cuando nos aburríamos recurríamos a la soga y nos “peleábamos” para sostener cada punta de ella y dirigir la velocidad del giro, tratando de sorprender al saltarín o los saltarines de turno porque, a veces, se ponían dos o tres al mismo tiempo y era difícil que todos coordinaran sin que se les enrede en los pantalones o en los zapatos. Mientras pasaba alguno “volando” en su bici, las nenas nos poníamos paradas paralelas al cordón de la vereda, enfrentadas, con las piernas abiertas sosteniendo un elástico -primero desde los talones y luego, si la destreza del acróbata lo permitía, hasta las rodillas-. Claro que los varones no se “prendían” en esos juegos y traían en sus bolsillos las bolitas y los bolones de colores tornasolados que, con el dedo gordo sostenido por el índice, hacían rodar para arrimarlos o para la carambola en el zaguán o en las veredas más gastadas porque el piso era liso. Los cuidaban como oro en polvo y a veces canjeaban sin muchas ganas 6 bolitas por 1 bolón preferido. También cargaban con los autitos de plástico rellenos de masilla para que, con ese peso, en la carrera no “volcaran”; o las figuritas de cartón con forma de circunferencia que deslizaban por la pared -extendiendo el brazo lo más que podían, por sobre la cabeza- y la que caía parada ganaba. Los que eran más

“¿Cuándo puedo salir a jugar?” Foto: Kala Moreno Parra.

inquietos corrían por toda la manzana jugando al policía y ladrón o a los cowboy, donde el “pum… pum… pum” de los “disparos” sonaba desde atrás de los troncos de los árboles o del buzón rojo para las cartas. El vecindario estaba al tanto de nuestras correrías y nosotros no sentíamos miedo de nada ni de nadie porque todos nos protegían de una manera u otra, a través de la mirilla, de la ventana, o nos miraba la

Nuestro mundo era –como mínimo- las cuatro cuadras de la manzana donde vivíamos. Ahora, se fue reduciendo hasta los 30 cm de la pantalla de la computadora.

g vecina que barría la vereda o el policía de la esquina que estaba atento a todo. Los días lluviosos teníamos prohibido mojarnos por el supuesto resfrío que se avecinaría, entonces tomábamos por asalto la mesa del living o la de la cocina, cubríamos sus patas con sábanas o frazadas (dependiendo de la época del año) y se transformaba en nuestra casita, donde pasábamos las tardes encerrados inventando historias, leyendo revistas

Cuando tuve a mis hijos la vereda ya le pertenecía a los transeúntes porque todo se hacía “puertas adentro”, lo que provocó que los chicos no pudieran corretear libremente y el lugar del encuentro para los juegos era la casa, generalmente pequeños departamentos, lo que conllevaba a que el entretenimiento se concentrara más en el juguete. Allí armaban ciudades para los playmóbiles y cuando terminaban de armarlas se aburrían y como no sabían qué hacer las desarmaban. Aprovechaban una distracción nuestra para saltar sobre el colchón de la cama grande para sacarse toda la energía acumulada y cuando se quedaban sin ella miraban películas como la de Alí Babá y los 40 ladrones o escuchaban música depelículas infantiles. Siempre había a mano un trencito eléctrico o a pilas presto para verlo recorrer el piso de un lado al otro repleto de animalitos de granja y la pelota infaltable caía en la red de básquet en miniatura o golpeaba en el techo o las paredes ante el horror nuestro -porque inmediatamente hacíamos cálculos mentales para saber cuánto nos saldría la pintura del cuarto-. Las nenas -entre las cuatro paredes- se las ingeniaban para armar coreografías o jugar al gallito ciego con almohadones, leían cuentos o inventaban historias con los Pin y Pon, los Pequeño Pony o con las Barbies. Ahora veo a mi nieto Gaspar, de 3 años, andando en triciclo en el pasillo de su casa de departamentos o tratando de trepar a la silla de la computadora para agarrar el mouse para hacer clic sobre el programa de dibujitos que quiere ver y cuando vamos a la plaza es imprescindible que lo haga del lado de la pared, porque los colectivos pasan “raspando”. Nuestro mundo era –como mínimo- las cuatro cuadras de la manzana donde vivíamos. Ahora, se fue reduciendo hasta los 30 cm de la pantalla de la computadora. No es mejor o peor, pero –convengamos- es muy diferente.

Exposición de juguetes El Museo de la Ciudad de Buenos Aires (Alsina 412) presenta su exposición de juegos de distintas épocas de la historia argentina hasta febrero de 2012.


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Jugar es crecer

noviembre 2011 Número 28

Jugar es crecer

Un apunte para la revalorización del juego y su rol en el desarrollo integral de la infancia

El juego constituye un aliado en el desarrollo integral de los niños. Se trata de una fuente inagotable que es imprescindible fortalecer y debe ser atendida como un derecho básico de cada chico.

A través del juego… el niño puede: • • • • • •

Incorporar aprendizajes Desplegar su imaginación Relativizar los errores, fracasos, éxitos y penas Conectarse con la alegría y la recreación Aprender a compartir Armonizar sus hemisferios cerebrales

¿Dónde hacerlo? La vida en las grandes ciudades tiene a limitar las posibilidades de esparcimiento de la infancia. Actualmente, existe una tendencia a recluirse en el ámbito privado reduciendo el acceso de los niños a plazas, parques y otros ámbitos lúdicos. Promover el juego implica fomentar el desarrollo y la inclusión cultural de los chicos, y debe hacerse de un modo espontáneo a través de la recreación, la construcción de espacios apropiados, la dedicación de tiempo por parte de los adultos y la atención a las demandas y las necesidades de los pequeños. Según datos del estudio Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2010, elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Fundación Arcor, más del 90 por ciento de los niños y niñas entre 2 y 5 años juega principalmente en sus hogares. Cerca del verde: el jardín, la vereda, el baldío o la plaza vecina permiten al niño tomar contacto con la naturaleza. Las ocasiones especiales: cumpleaños o reuniones con amigos pueden ser momentos para realizar diferentes juegos con los chicos.

La música Sonidos, imaginación y fantasía Se trata de ofrecer a los chicos la oportunidad de entrar en contacto con los sonidos, el canto y el movimiento corporal. Es decir, de permitirles hacer y sentir la música. Incorporar música desde la infancia sirve para:

• Estimular la percepción auditiva • Favorecer la familiarización con el lenguaje • Ampliar las posibilidades motrices, afectivo-comunicativas, cognitivas y expresivas

• Desplegar la imaginación y la fantasía Primeras melodías Cantarle al bebé desde que está en la panza es entregarle el acceso a un conocimiento que le pertenece. Las canciones de cuna son expresiones de la tradición oral, portadoras de rasgos de una cultura que le permiten al niño comenzar a conocerla y, más tarde, identificarse con ella.

La literatura Se suele creer que es responsabilidad de la escuela formar lectores. Sin embargo, también es clave el rol que desempeñan en esta misión los padres, tíos, abuelos, hermanos o cuidadores. Tal como sucede con la voz, la mirada o el oído, el placer por la lectura se cultiva. Narrar historias o leer libros a los niños desde etapas muy tempranas de su vida incrementa el desarrollo de su inteligencia, el pensamiento, el lenguaje y la comunicación. La lectura compartida brinda a los más pequeños la posibilidad de encontrarse con textos que los movilizan e invitan a seguir leyendo, en compañía. A cualquier hora y lugar, leer conecta a los chicos con infinitas posibilidades de saber, sentir, aprender, jugar, divertirse… Y es uno de los pilares fundamentales de la educación de los niños. Literatura de tradición oral Las canciones de cuna, las rondas, los trabalenguas, los cuentos, los chistes, los colmos, las adivinanzas, todos integran la literatura de tradición oral. Se trata de formas muy antiguas y populares que van transmitiéndose a través de los años. Es recomendable incorporar estos recursos al trabajo en las aulas porque, además del aprendizaje, conllevan un conocimiento que trascendió generaciones y permiten enriquecer la formación cultural de los más jóvenes.

Los títeres El teatro de títeres representa una valiosa experiencia para los niños porque les permite acceder a diversos lenguajes artísticos. Para fabricarlos es necesario pensar una historia, dibujar, modelar, actuar y musicalizarla. Alrededor de los 2 años, los niños comienzan a utilizar el lenguaje, el juego y el dibujo para referirse a las cosas y a las personas. Cada elemento representa un nuevo estimulo para emprender un viaje sin límites. Ramas, piedras y botellas pueden transformarse en monstruos, tanques y naves a través de la fantasía del niño, quien gesticula,

habla y cambia los tonos de voz en cada movimiento. Pero el chico no se contenta con ver, tocar, oír y oler, también quiere representar esas sensaciones y comunicarlas. Cuando elaboran un títere recrean situaciones, sustituyen significados, expresan lo que sienten y transitan el desarrollo de su inteligencia. El niño pequeño concibe la realidad y la fantasía como parte de una misma dimensión. A pesar del surgimiento de los videojuegos, tres razones explican el interés de los niños por los títeres: acompañan al hombre desde sus orígenes; responden a una necesidad de los niños de manipular objetos; construyen puentes entre la realidad y la fantasía. El titiritero Además de ser una persona que maneja los muñecos, un titiritero es aquel que da vida a las cosas. Por eso, antes de los 7 u 8 años, el niño, a su manera, recrea todo lo que lo rodea. Así, comienzan a animar los elementos más diversos de su entorno, y en el caso de los títeres, disfrutan no solo como espectadores, sino también como animadores. La primera infancia es el período donde se comienza a construir la percepción estética y sensible del mundo, y se incorpora la pasión por el arte. Desde que nace hasta los 8 años, el niño se relaciona de manera sensorial con el mundo: todo lo toca, lo observa y lo huele. Cuando los chicos dibujan, modelan, pintan, escuchan música, miran una película o una obra de teatro, el tiempo transcurre de manera diferente, el placer domina la actividad, el descubrimiento y el asombro ganan cada instante. Este texto fue extraído del fascículo “Jugar a crecer: propuestas para el desarrollo integral de la infancia” producido por la revista Tercer Sector y la Fundación Arcor, noviembre de 2011.

¡Aprender a jugar los clásicos! El 26 de noviembre, en la Gran Mateada Barrial, integrantes del Sol de San Telmo presentarán una actividad de juegos tradicionales para chicos (¡y adultos también!). Venite a jugar algunos clásicos como:

elástico, rayuela, payana o dinenti, a las estatuas, saltar la soga En la Plaza Dorrego de 15 a 17 para disfrutar del juego de antaño: al aire libre y con el otro.


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El Sol de San Telmo

San Telmo Recuerda

San Telmo Recuerda

El 26 de noviembre se inaugura la muestra de fotografías de la memoria del barrio

Estas imágenes forman parte de la colección de 50 fotos elegidas para la muestra San Telmo Recuerda. Este proyecto fue desarrollado a lo largo de más de un año entre varias asociaciones y entidades zonales para recuperar y preservar el patrimonio intangible del Casco Histórico porteño. Más de 600 fotografías fueron recolectadas, abarcando desde el siglo XIX hasta fines del siglo XX y captando momentos de la vida cotidiana de los vecinos hasta lugares y costumbres que ya no existen en el día de hoy. En noviembre un jurado compuesto por los fotógrafos: Res, Pablo Rey, Ignacio Sourrouille, Ricardo

Ramón Jarne, Carlos Fadigati y Mariano Manikis hizo una selección de 50 imágenes para una muestra itinerante que se inaugurará en el marco de la Gran Mateada Barrial el día sábado 26 de noviembre de 15 a 20, en la Plaza Dorrego. Luego de la inauguración, se podrá ver durante el mes de diciembre en la librería Fedro (Carlos Calvo 578). El proyecto como registro histórico, con el objetivo de crear un archivo digital para usos culturales y sociales, sigue en pie. Para más información: www.santelmorecuerda.blogspot.com.


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San Telmo Recuerda

Página 6: Año 1930. Pasillo del conventillo en Balcarce 458, donde vivía la familia Bolos (arriba de lo que hoy es el club La Trastienda). Foto de Emma Bolos. Año 1900. Retrato de la familia Andretta, cuyo domicilio era Perú 1175. “Es la única foto que tengo de mis bisabuelos con sus 10 hijos. El mayor es mi abuelo, nacido en Italia en 1879”. Foto de Pablo Andretta. Año 1957. Fiesta de casamiento de Herminia Salvatore y Antonio Ferola, que se celebró en el opulento salón del primer piso de la (hoy cerrada) Confitería del Molino, con 500 invitados. Foto de Herminia Salvatore.

Página 7: Año 1970. Colectivo de la línea 10 sobre la calle Chacabuco. Se ve una torre en el medio de la manzana. Foto de Luis Suvervil. Principios del siglo. Internas en el Asilo Correccional de Mujeres “Buen Pastor”, que funcionó entre 1890 y 1978 donde hoy está el Museo Penitenciario Antonio Ballvé (Humberto Primo al 300). Foto del Museo Penitenciario Antonio Ballvé. Año 1896. Formación de los alumnos de la Escuela Número 10 Guillermo Rawson, ubicada en Humberto Primo 343, tan solo tres años después de su incorporación como escuela primaria. Foto de la Escuela Rawson.


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San Telmo Recuerda

El Sol de San Telmo

Año 1969. Festejo de la caravana de la hinchada de San Telmo en las calles del barrio, tras salir campeones en su división con uno de los mejores equipos de la historia del club. Foto del CAST. Década de los 50. Oscar Vázquez sentado en las escalinatas del anfiteatro del Parque Lezama. Se puede observar la cantidad de vegetación y el paisaje que tenía el parque en esa época. Foto de Alicia Vázquez. Año 1972. Defensa 777, Cigarrería de la familia Rodríguez. En la foto aparecen Milton y Omar Rodríguez (padre e hijo) y Carlos Vázquez. Foto de Alicia Vázquez. Año 1933. Elisa Vázquez de luto por la muerte de su madre, posando en la Costanera Sur en un paseo familiar. Foto de Elisa Rigueiro.


p. 9 Patrimonio intangible en la escuela

noviembre 2011 Número 28

¿Qué es el patrimonio intangible?

Revalorizando nuestra memoria colectiva con los alumnos de la escuela Guillermo Rawson

Por Juliana Turull En el marco del proyecto San Telmo Recuerda (www.santelmorecuerda. blogspot.com) el día martes 1° de noviembre de este año fuimos a la escuela Guillermo Rawson a realizar una actividad con los chicos de 6º grado. Nuestra intención era: generar en ellos una conciencia acerca del significado y el valor del patrimonio intangible de una cultura y en este caso de un barrio: San Telmo. De la mano de Carolina López Scondras, vimos cuáles son los elementos que conforman el patrimonio intangible y por qué las fotos en general y las que uno mismo tiene guardadas en su casa, en sus álbumes familiares o a veces olvidadas en cajones cerrados, poseen un importante valor para la reconstrucción de estos rasgos culturales que, de otro modo,quedarían en el olvido o al menos serían más difíciles de recolectar. Así descubrimos cómo los peinados, la ropa, los objetos, los edificios y las comidas (por nombrar algunos ejemplos) forman parte de este

universo de patrimonio cultural “intangible”. Entonces, con los chicos reconocimos -en las imágenes familiares que trajeron-, cuáles eran los

Entonces, con los chicos reconocimos -en las imágenes familiares que trajeron-, cuáles eran los elementos de patrimonio cultural que aparecían y cada uno contó, tomando su foto como punto de partida, una pequeña historia.

g elementos de patrimonio cultural que aparecían y cada uno contó, tomando su foto como punto de partida, una pequeña historia.

Algunas fueron más descriptivas, otras más imaginativas, pero todas nos dejaron ver cómo la lectura de ciertos datos contenidos en una sola imagen posibilita la reconstrucción de una determinada época o de un determinado lugar y el valor primordial que nuestras fotos tienen para la construcción… tanto de la memoria individual como de una memoria colectiva. Para concluir, realizamos el camino inverso: cada uno de los chicos contó una historia creando su propia foto con recortes de revistas, marcadores y lápices de colores: inventaron una imagen que mostrara aquello quequisieran contar. Desde ya agradecemos en primer lugar a los alumnos de 6º grado del turno mañana de la escuela Rawson y la colaboración tanto del director, Oscar Naveiro, como de las maestras que nos cedieron muy amablemente parte de sus horas para poder realizar esta tarea.

Actividades para chicos y toda la familia El 26 de noviembre en la Plaza Dorrego, como parte de la Gran Mateada Barrial, habrá entretenimiento para toda la familia. De 15 a 17 hay un programa especialmente pensado para chicos:

15: Narración Oral y cuentos para chicos presentado por la librería Fedro y Tequieroregalarunlibro 15:30: Zaplayazos, taller de malabares y circo para chicos 16: Juegos de antaño para todos 16:30: Cleta y Cleto el show de música en vivo para chicos 17: Show de títeres


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El Sol de San Telmo

Espacios de encuentro

Las distintas formas de encontrarse con el vecino, ayer y hoy Sanitarias. Municipalidad también era un lugar de encuentro”, cuenta Bolos. De esos clubes sociales tradicionales de barrio, solo el Club San Telmo persiste hasta hoy, pero sin sus celebradas fiestas de carnaval.

Por Daiana Ducca San Telmo se ha ido transformando en las últimas décadas gracias a su crecimiento en área comercial y el auge de la industria del turismo. Estos cambios también se tradujeron en la aparición de más espacios privados, a veces en detrimento de los públicos y, por lo tanto, la concepción de lugares de encuentro entre los vecinos ha ido mutando para adaptarse a esta nueva realidad. En los años 50 y 60 la ciudad tenía un ritmo diferente al de hoy, como lo expresan las palabras teñidas de nostalgia de Sara Esther González, quién creció en un San Telmo cuyas calles eran mucho más tranquilas que ahora: “La calle era nuestra. Con mis amigas nos sentábamos a charlar en alguna esquina, sobre algún escaloncito o una ventana cerrada y cuando nos cansábamos, dábamos vueltas a la manzana una y otra vez charlando, no hacía falta tomar nada, solo caminábamos…”, recuerda entre risas. Pero no todos tenían la misma suerte: también en esa época los padres eran más estrictos que ahora y los hijos, aparentemente, más obedientes a sus órdenes. “Mi padre no me dejaba salir, era muy estricto conmigo, empecé a salir de grande”, cuenta Carmen Carmen Margarita Moreira López, dueña de uno de los bares más clásicos del barrio, “La Coruña”, de las calles Bolívar y Carlos Calvo. Emma Bolos, otra vecina quien se crió en San Telmo, cuenta que había fechas especiales que propiciaban el encuentro entre los vecinos. Sobre todo las fiestas patrias, en torno a las cuales la gente se reunía a disfrutar de un espectáculo al aire libre y totalmente gratuito. “Por la calle Chile –donde hoy está la feria– la calle era más ancha y en los días de fiesta ponían un escenario enorme y se hacían bailes, danzas, venían cantores y la gente venía a verlo, a disfrutar de ese espectáculo”, relata. Bolos vivía en uno de los tantos “conventillos” de aquella época donde la vida en comunidad “era más solidaria y la gente compartía todo: en aquella época para las fiestas de Navidad y año nuevo, todo el mundo se saludaba y compartía una sidra o un pan dulce”. Las fiestas de carnaval también eran una ocasión propicia para interactuar con el vecindario. “La gente salía disfrazada desde su casa y se hacían concursos en Plaza Dorrego, era muy divertido ver pasar a la gente disfrazada por la calle”, cuenta González.

Hay ciertos lugares que aún hoy sirven como puntos de encuentro, como es el caso de la Plaza Dorrego (generalmente para visitantes) o el Parque Lezama (familias), o las ferias de abastecimiento barrial al aire libre los sábados y martes en las calles Balcarce y Cochabamba (en lugar del Mercado de San Telmo, que hoy es mucho menos concurrido por el vecindario que era antes de la llegada de los supermercados de cadena).

Foto de época: un baile de Carnaval, una costumbre tradicional que tenía mucha importancia en la cultura barrial desde el siglo XIX hasta fines del siglo XX, cuando la represión política durante la última dictadura militar restringía los grandes encuentros sociales. Foto: gentileza de Graciela Fernández y del Archivo General de la Nación.

Los lugares de encuentro en esos tiempos no sólo se producían en la calle misma o en el caso de los conventillos en el patio central, sino que

“La calle era nuestra. Con mis amigas nos sentábamos a charlar en alguna esquina y cuando nos cansábamos, dábamos vueltas a la manzana una y otra vez charlando, no hacía falta tomar nada, solo caminábamos…” –Sara Esther González

g también era la época de los grandes clubes de barrio. “Partíamos desde alguna casa y nos juntábamos en el club Gimnasia Esgrima u Obras

Pero lo cierto es que el espacio privado ha ido ganado terreno y hoy, tanto jóvenes como adultos se juntan en algún bar donde suele estar por medio una consumición obligatoria. Por esto mismo algunos opinan que, si bien los vecinos no dejan de juntarse cuando lo desean, en muchos casos ya no sienten los mismos lazos de apego por los lugares que los reciben, sino que los consideran meros lugares de paso. Lugares que tal vez hoy estén aquí, pero mañana estarán en otra parte, prescindibles como cada componente de una sociedad individualista por excelencia, elogiada por los defensores de la eficiencia de las nuevas eras, pero que evoca añoranzas de otras épocas en quienes aún piensan en el barrio como un hogar ampliado.

Un espacio para envecinarse El 26 de noviembre, la Gran Mateada Barrial propone revalorizar la Plaza Dorrego, espacio público e ícono de San Telmo, como un lugar de encuentro vecinal. Plaza Dorrego de 15 a 20. No hace falta consumir ni comprar nada, simplemente aportar tu presencia y poner buena voluntad a la tarea de encontrarse con conocidos o, conocerse con desconocidos. Por eso decimos que este evento es una oportunidad para “envecinarse”: volvernos más vecinos, tal vez con un mate o bizcochito de por medio.


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Testimonios vecinales

noviembre 2011 Número 28

¡Qué mate!

Datos y anécdotas sobre la planta que generó una costumbre netamente regional Por Pablo Masson

¿Sabías que..?

El mate es la bebida tradicional argentina por excelencia, una suerte de amigos que se encuentran para un momento de charla y una excusa para quienes aún no lo son. Hacia esto evolucionó la costumbre que encontraron los españoles al llegar al Paraguay y litoral argentino, donde los aborígenes guaraníes compartieron con éstos su costumbre de beberlo. Claro que ellos lo hacían frío, como actualmente se toma en Paraguay y el Norte de nuestro país. Hoy también compartimos esta rutina con nuestros vecinos Uruguay (el país con mayor consumo per cápita de yerba mate en el mundo), Chile y el sur de Brasil.

La expresión “mate” tiene su origen en el vocablo quechua“mati” que quiere decir calabaza, los conquistadores españoles lousaron para referirse a lo que los guaraníes llamaban “caiguá” que quiere decir “lo que pertenece a la yerba”, o “lo de la yerba”. El ritual de la infusión practicado por los nativos resultaba una suerte de amenaza para los recién llegados europeos que desconocían tal práctica y sus efectos. Se condenó a los tomadores de mate por considerarlos “haraganes”, sosteniendo que este rito paralizaba durante muchas horas al día sin otra justificación que el ocio.

Compitiendo con el café y el té, el mate está cobrando cada vez más fuerza: en parte como identidad nuestra, pero también como medio de socialización y comunicación. Cada vez son más los bares que van implementando esta modalidad, que aunque no destrone al café va sumando seguidores. Las plazas son otro escenario donde se ven grupos de personas de todas las edades compartiendo el momento, sobre todo los jóvenes, a quienes se les atribuye el crecimiento en el consumo de yerba en algunas investigaciones en este campo.

El 20 de mayo de 1616, el gobernador de Buenos aires Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, prohibió la yerba mate en cualquier uso e incluso fue denunciado ante el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima. A pesar de los intentos de eliminar su uso, los españoles aprendieron las virtudes que posee, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata. Más tarde, los jesuitas introdujeron el cultivo en sus misiones, distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, Norte de Corrientes y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño. Ellos habían develado el secreto de la misteriosa germinación de las semillas de yerba, descubriendo que solamente germinan aquellas que han pasado por el sistema digestivo de los tucanes. Los jesuitas fueron los grandes responsables de que la yerba fuera conocida en el viejo mundo, en donde llegó a conocérsela como el “té de los jesuitas”.

Poco a poco este ritual va sumando adeptos, algunos son extranjeros que echan raíces, muchos de los cuales se enamoran de esta bebida. Hay vecinos que cuentan que “antes se tomaba mucho” pero que luego se dejó de lado, sobre todo en el trabajo, en una época donde primaba el consumo de café o té, porque distraía menos. Pero luego se escucha: “Pero ahora se toma más que antaño”. Y justamente ahora son los jóvenes quienes son los principales impulsores de esta tendencia. Antes se veía en el barrio a parejas y familias con sillas en la vereda, mate en mano, “relojeando” la cuadra y quemándose al solcito de una bella tarde, dicen los que la vivieron.

El mate tradicional se fabrica de la lagenaria vulgaris (porongo o mate), una planta anual y trepadora. También hay mates de madera (algarrobo, palo santo, quebracho y roble); de asta vacuna -herencia de una costumbre gaucha-; de caña de bambú o de metal. Pero los tradicionalistas aceptan únicamente los mates de calabaza matera.

Hoy todos podemos volver a salir y compartir con nuestros vecinos, conocernos, charlar, intercambiar opiniones y trabajar en comunidad para mejorar nuestra convivencia y hacer amistades.

A pesar de los innumerables intentos, la yerba mate siempre se resistió a crecer fuera del perímetro antiguamente habitado por los guaraníes. Por más que se ha intentado cultivarla en zonas similares de América del Norte, Asia y África, los ensayos han fracasado, y así es como la yerba mate se conservó como un tesoro exclusivo de estas regiones.

Traigan sus mates y sus guitarras a “San Termo”

Propiedades nutricionales de la yerba mate:

El sábado 29 de noviembre de 15 a 20 en la Plaza Dorrego todos los que valoran esta costumbre tan autóctona y tan sencilla, esta manera de compartir un momento con otros sin apuro, podrán disfrutar de una ocasión dedicada al espíritu matero.

Vitaminas: A, C, E, B1, B2, Niacina (B3), B5 y Complejo B Minerales: Calcio, Manganesio, Hierro, Selenio, Potasio, Magnesio, Fósforo y trazos de otros minerales. También contiene 15 aminoácidos y clorofila.

Los que tienen sus propios termos y mates, ¡tráiganlos! Los que no tienen, ¡a no preocuparse! porque algún otro lo hará. Habrá yerba, bizcochitos y cosas ricas para compartir al aire libre, acompañados por música y buena compañía.

¿Qué mejor manera de disfrutar de un mate que al aire libre? En el portón de la casa o una plaza del barrio... y, por supuesto, compartido con algún amigo o vecino. Ilustración: Oscar Guzman.

La Secretaría de Cultura de la Nación ha determinado que el mate y la yerba mate sean reconocidos como Patrimonio Cultural, Alimentario y Gastronómico Argentino.


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El Sol de San Telmo

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Titiriteros Silvia Musselli, coordinadora de actividades en el Museo Argentino del Títere (Estados Unidos 802), y un titiritero invitado juegan con sus personajes en la vereda del museo. Sarah Bianchi*, co-fundadora del museo junto con Mané Bernardo y ciudadana ilustre, nos dijo en una entrevista: “En San Telmo (con Mané) pasamos las mejores épocas: íbamos a los teatros, a los corsos; y volvíamos caminando por las callecitas del barrio; era cuando todos nos conocíamos y ayudábamos o jugábamos al Carnaval con el grifo de la esquina de enfrente”. * Sarah Bianchi falleció el año pasado. Foto: Céline Massa.


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