Estancias | Diario La Prensa

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1 0 . LAS ESTANCIAS HISTORICAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

CAPITAN SARMIENTO

‘La Elisa’

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onstruido en 1887, el casco de la estancia La Elisa surge a partir de un encargo del entonces presidente de la Nación, Miguel Juárez Celman, quien nombra a la residencia en honor a su esposa, Elisa Funes. Pensada como lugar de descanso, a través de las décadas y de sus propietarios, se fue desarrollando alrededor de la estancia una intensa actividad rural. Argentina vivía en la década del 80 un período de notable prosperidad económica, con sólida base en la explotación agropecuaria. Esto permitió a las familias más prosperas de Buenos Aires iniciar la construcción de sus viviendas con estilo de palacios europeos. En las estancias, la austera y funcional arquitectura rural dio paso prontamente a la construcción de palazzos, manors y chatuex en medio de la Pampa. Posiblemente el casco de La Elisa, terminado cerca de 1887, haya sido uno de los primeros palacios rurales de la

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Belle Epoque. Para el diseño de este edificio, Juárez Celman eligió al prestigioso arquitecto Francisco Tamburini, quien creó un palacio estilo típicamente italiano, una villa de planta rectangular con tres fachadas importantes y una de servicio levemente curvada. Una enorme galería recorre las tres caras principales, las cuales poseen su propio acceso. El lado sur se esconde tras un pequeño monte de árboles que lo protege de los vientos fuertes, siendo el ingreso a través de un patio bien colonial, con aljibe central, para el desarrollo de las actividades de servicio. Juárez Celman murió en La Elisa en 1909, y tras la crisis económica del 30, sus hijos vendieron la estancia, que fue adquirida por Alfredo Hirsch en 1934. Fue este empresario alemán quien le imprimió una gran actividad a La Elisa, sobre todo en la cría de ganado y la producción lechera, que llegó a los once millones de litros anuales. Cuando Hirsh compró la estancia, la residencia estaba en mal estado y fue restaurada por su iniciativa, con sumo respeto por los planos originales. Aún hoy el edificio luce un estado impecable, gracias a los cuidados de sus actuales propietarios, sobrinos nietos de Alfredo Hirsch. Dentro del parque de 74 hectáreas, la casa se destaca en un abra libre de árboles, una situación paisajística poco común en las estancias, que permite apreciar largas e ininterrumpidas visuales de las coloridas fachadas.

28 DE MARZO DE 2010


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