Yo sólo sé que no sé nada - Padre Chuchay

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“Yo sólo sé, que no sé nada” (Sócrates) Pbro. Jesús Eleazar Tarazón Moreno Párroco, San Felipe de Jesús Magdalena de Kino, Son.

Es muy frecuente en nuestros tiempos que a través de las redes sociales, compartamos nuestra opinión sobre temas diversos. En muchas de las veces nos apasionamos y defendemos nuestra opinión a capa y espada como si fuéramos Doctos o Peritos en la materia, es muy valioso que expresemos nuestros puntos de vista en aras de buscar siempre la verdad y que con respeto a la pluralidad, suavicemos nuestro lenguaje sin mostrarnos altaneros, odiosos o pensando que solo nuestra opinión cuenta y que lo que otros aporten es basura o no sirve para nada. Lamentablemente, hoy en día, se ha hecho común aceptar cualquier afirmación como verdadera bajo el argumento de que hay que respetar el derecho de cada cual a expresarse libremente. Sin embargo, a menudo se nos olvida que sin verdad no puede haber auténtica libertad. En efecto como nos recuerda San Juan "La verdad nos hace libres" (Jn. 8,32). Ahora bien, como para muchos "La libertad de expresión" es sinónimo de "Expresión Verdadera", también está de moda sostener que "No hay Verdades ABSOLUTAS".


Precisamente, por eso, se presume que la opinión de cada cual es Verdadera. Se concluye luego que lo que en una época se consideró Verdad, puede no serlo para las generaciones futuras o para esta o aquella cultura. Sin embargo, aquí también se olvida que cuando se dice que "No hay Verdades ABSOLUTAS", de hecho, se está haciendo una afirmación con ABSOLUTA precisión de decir algo VERDADERO, pues si así no fuera, no tendría sentido hacer semejante sentencia. Hemos escuchado la expresión "Solo sé que no se nada" frase que pertenece a Sócrates, filósofo griego. Cuando demos nuestra opinión hagámoslo con humildad como este sabio filósofo reconozcamos que para acercarnos cada vez más a la verdad, debemos dar nuestra opinión sobre lo que conocemos, preparémonos más, consultemos especialistas en la materia, no le demos el mismo valor a todas las opiniones que circulan en las redes, bajo la premisa de que todas las afirmaciones son válidas, porque a fin de cuentas, todas nos conducen al amor y respeto entre los hombres. Llevándonos así el falso presupuesto según el cual "Lo importante es hacer, no pensar". Pero hay un viejo y conocido refrán que nos advierte "Hay que PENSAR antes de ACTUAR". Bajo el supuesto de que lo importante es amar y respetar la opinión de cualquiera por la libre expresión, se evita hacer juicios, muy poco importa que sean verdaderos o no, más aún se da por hecho que todos sean verdaderos.


Todas las afirmaciones requieren para ser auténticas y llevarnos a la VERDAD ser humanizantes y lo específicamente humano consiste en actuar conforme a la verdad de la razón. Por eso la Verdad es tan definitiva como el amor, pues sólo podrá considerarse como amor humano, aquella conducta apegada a la verdad de la dignidad humana. Y es esta coincidencia del amor y la verdad donde radica la auténtica libertad.

Si para un ciudadano, por ejemplo, el amor admite un contrato equiparable al matrimonio entre el mismo sexo, para un católico, el amor no puede ser referido a este o cualquier otro comportamiento porque, en definitiva, toda conducta debe estar en coherencia con la verdad no sólo con la razón, sino sobre todo, de la propia fe. Las verdades de nuestra fe que solemos llamar "Dogmas" o "Doctrina" se apoyan siempre en la Verdad Fundamental de Jesucristo como expresión del amor del Padre. En efecto, para San Juan, amar y conocer no son cosas distintas, por eso dice "Quien no ama no conoce a Dios porque es amor" (1Jn. 4,7).


"hemos conocido su amor porque Cristo dio su vida por nosotros" (1Jn.3, 16). Para los creyentes, el verdadero amor no consiste en otra cosa, sino "En amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado" 1Jn.3, 23). En consecuencia, como dice el Apóstol: "No amemos de palabra ni de boca, sino con las obras y según la VERDAD" (1jn. 3,18).

Como nos dice el Papa Francisco en el número 3 de su exhortación reciente Amoris Laetitia (Sobre el amor en la familia): "El tiempo es superior al espacio, no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magistrales. En la iglesia es necesaria una unidad de doctrina y praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la VERDAD Completa (Jn. 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada".


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